Los acuerdos entre Israel y Marruecos afectan de forma directa a Canarias

 

 

Durante el primer mandato de Trump, Israel y Marruecos firmaron compromisos estratégicos mutuos muy relevantes. A cambio de que Israel reconociese la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, Marruecos reconoció a Israel y se convirtió en defensor de sus posiciones contra los palestinos. Los acuerdos se han ido ampliando a nuevas áreas y han posicionado a Israel dentro de Marruecos como un país muy importante.

 

Estos acuerdos entrañan desafíos de nueva magnitud para España y, sobre todo, para Canarias. La avanzada tecnología israelí en el campo militar y de espionaje cibernético propulsan a Marruecos con relación a España a un nuevo nivel.

 

En el terreno militar, Marruecos ha adquirido los drones Heron TP y Harcop, que pueden alcanzar hasta los 1.000 km y ser controlados desde satélites. Marruecos le compró a Israel el satélite de inteligencia Ofek-13. Todo el espacio aéreo, marítimo y terrestre de Canarias, virtualmente, quedó bajo observación y vigilancia marroquí.

 

La nueva tecnología que Israel le proporciona a Marruecos alcanza también el terreno de los servicios de inteligencia, la ciberseguridad, la formación militar y la transferencia de nuevas tecnologías. Marruecos da un salto significativo en su competencia militar con sus vecinos, tanto argelinos como españoles. Además, los acuerdos auspiciados por Trump entre estos dos países acercan más estrechamente a Marruecos con EE.UU., quedando relegada España a un papel de segundo orden con relación al interés geoestratégico de los EE.UU. en el norte de África y, en su proyección, hacia Oriente Medio.

 

Canarias queda bajo vigilancia de satélites operados por Marruecos y su aliado Israel, que en caso de crisis pueden servir para que Marruecos tome medidas avanzadas de guerra híbrida contra las islas, consistentes en producir interferencias en las vías de navegación aérea y marítima, así como sabotajes de estructuras sensibles en las plantas de generación de energía y en las telecomunicaciones para promover mensajes alarmantes destinados a impactar en la psicología de las masas. Son nuevas fuentes de presión y amenaza a las que habría que sumar las “clásicas” de los flujos migratorios, el tráfico de drogas y el terrorismo islamista.

 

Esto podría tener enormes consecuencias negativas para un sector tan sensible a los vaivenes internacionales como es el del turismo, afectando a la espina dorsal de la economía del país (canario), con las subsecuentes secuelas económicas y sociales que acarrearía.

 

¿Y qué razones puede haber para que un escenario de crisis de esa naturaleza se active? Están los históricos, vinculados a las exigencias territoriales marroquíes, en primer lugar, la ocupación total y definitiva del Sáhara Occidental; en segundo lugar, la reclamación posterior de los enclaves de Ceuta y Melilla; en tercer lugar, la disputa por las aguas territoriales con Canarias. Al incorporar el territorio del Sáhara bajo el control de Rabat, todas las aguas territoriales del Sáhara pasan a ser reclamadas y administradas por Marruecos, lo que afecta a las islas de manera notable.

 

La zona económica exclusiva de Canarias, sus aguas territoriales, quedaría sometida a tensiones producto de las demandas marroquíes. No pensemos ya en la pesca, en la que Marruecos, de hecho, tiene su control, gracias a los sucesivos acuerdos pesqueros que España ha firmado con Rabat desde finales de los años setenta, sino en la búsqueda de nuevas fuentes de energía o minerales estratégicos sumergidos. En el primero de los casos vivimos una crisis por el asunto de las prospecciones durante el primer quinquenio de este siglo. En el segundo caso, tenemos la disputa por el Monte Tropic, que al parecer es una reserva importante de litio, cobalto y telurio, minerales claves para las industrias militares y de alta tecnología.

 

Lo sustancial de toda esta información (muy resumida) está alojada en la IA, así que no hay más ciego que el que no quiere ver.

 

 

Cuando Hasán II pidió la entrada de España en la OTAN


 Cuando Reagan comenzó su andanza como presidente de EE.UU. intensificó sus relaciones en el norte de África con Marruecos, su aliado principal. En aquel entonces, 1981, el Frente Polisario gozaba de control sobre amplias partes del territorio de la RASD. Si bien Carter había aumentado el nivel de apoyo militar y financiero a Rabat, Reagan elevó la apuesta de forma muy notable. EE.UU. estaba obsesionado con el hecho de que los soviéticos pudiesen ocupar los espacios que perdiesen los aliados de Washington.

 

Hasán II era un hábil manipulador de las ignorancias estadounidenses sobre el mundo norteafricano y, en general, sobre el mundo in extenso. Hasán II era ladino y le acariciaba el oído a Reagan y a sus enviados diciéndole lo que él sabía que a ellos les gustaba escuchar. En una reunión con el secretario de Estado Haig (general y veterano de la guerra de Vietnam) en febrero de 1982, le dijo que Marruecos era Europa, y que un mero accidente geográfico como el estrecho de Gibraltar no modificaba ese hecho. Incluso, aseveró que era más Europa y más seguro que la Europa del sur, porque los franceses estaban gobernando con los comunistas, los españoles estaban en la cuerda floja y los socialistas podrían ganar las próximas elecciones, y los italianos estaban con un estado en crisis con un partido comunista muy poderoso al acecho.

 

Hasán le proponía a Reagan que acelerara la entrada de España en la OTAN para que se reforzara el poder del rey Juan Carlos como garantía de estabilidad en la zona. En un telegrama del embajador de EE.UU. en Rabat al departamento de Estado se afirmaba que: “Hassan sostuvo que él y Juan Carlos estaban en los mejores términos, llamándose con frecuencia, a veces solo para preguntar por las respectivas familias. La importancia de la membresía española en la OTAN fue tal que Hassan aconsejaría a los Estados Unidos que impulsaran la participación española lo más rápido y lejos posible. Así, para las elecciones españolas de 1982, cuando los socialistas podrían llegar al poder, España habría pasado el `punto de no retorno’ en la OTAN”. Marruecos, en cualquier caso, estaba dispuesto a acoger las infraestructuras militares que EE.UU. se viera obligada a abandonar en el sur de Europa como consecuencia de la inestabilidad política. Para los norteamericanos esa propuesta de Hasán era estupenda porque ampliaba sus posibilidades de presionar a España con el hecho de que cualquier amago con relación a la no permanencia de las bases en territorio peninsular sería contestado con un reforzamiento más firme de su aliado marroquí en detrimento de España.

 

Como los americanos estaban seguros de que los desafíos en el norte de África se le iban a multiplicar, agradecían sobremanera ese ofrecimiento del monarca alauita. Y para éste sentirse firmemente respaldado por EE.UU., le daba garantías de seguridad para confrontar a Libia y Argelia, a los que acusada de ser los mentores del Polisario. Un monarca en España era también un elemento de estabilización y tranquilidad para Marruecos y, por eso, Hasán jugaba a ser el amigo facilitador. Haig se lo reconoció al decirle: “Agradecemos su estrecha comunicación con el Rey de España”. 


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Reagan y Hasan II no debieron estar preocupados por Felipe González. La CIA lo sabia bien e informó que “los socialistas se verán obligados a elegir bando y optarán por Marruecos”.

No querían que renunciara, lo querían muerto



 

Esa frase es de Curt Weldon, excongresista norteamericano que había estado negociando por un tiempo con Gadafi. En una entrevista con Tucker Carlson el 14 de abril de 2025, dijo: “Nosotros [EE. UU./Reino Unido] fuimos los que causamos la muerte de Gadafi”. En la última conversación que tuvo con el líder libio en 2011, también participó un miembro del equipo de Biden y otro de Bush. Según el congresista, tras el comienzo del bombardeo de la OTAN, Gadafi le dio una carta en la que aceptaba su renuncia. Pero los norteamericanos no tomaron en consideración la propuesta. “Lo querían muerto”. Weldon afirma que la secretaria de Estado, Hilary Clinton, estaba al tanto del operativo. 

 

Gadafi era un líder impredecible y bastante incómodo para los estándares diplomáticos occidentales. Buscó a lo largo de su vida la unidad del mundo árabe y la unidad de los países africanos. Fue un enemigo firme contra las políticas de Israel en Palestina y, en repetidas ocasiones, denunció en la ONU que los planes del sionismo consistían en expulsar completamente a los palestinos de sus tierras, además de mantener a Oriente Medio en estado de jaque permanente. El asesinato de 2011 se enmarcó en la política general de desestabilización del mundo árabe que comenzó el gobierno de Bush y que continuó Obama. 

 

Una vez que Egipto había sido neutralizado tras los acuerdos de Camp David de 1978, los norteamericanos necesitaban derrumbar los últimos escollos para dar una ventaja estratégica definitiva a Israel, y para eso era necesario acabar con Gadafi, Bashar El Assad, Sadam Hussein y liquidar a la república de los ayatolás. El trabajo está casi finiquitado, dado que de aquellos potenciales contrapesos para la hegemonía total de Israel solo queda en pie Irán. Veremos por cuánto tiempo.

 

Una vez desaparecido Nasser en 1970, y neutralizada la posición de los egipcios, sobre Gadafi se volcaban los deseos de aniquilamiento más que sobre ningún otro líder árabe. Desde que a comienzos de los años ochenta del siglo pasado Reagan se hizo con la presidencia de USA, sus planes para acabar con el líder libio fueron sonados. 

 

En el mes de marzo de 1981, Reagan recibió un memorándum secreto de su secretario de Estado, el general y veterano de Vietnam Alexander Haig, en el que le dijo “Nuestro objetivo sería sacar a Gadafi del poder; nuestra contribución al esfuerzo común sería el apoyo material. La acción contra Gadafi desviaría la preocupación en la zona por la cuestión israelí, al tiempo que fortalecería a Sadat, los saudíes e Israel al mismo tiempo”.

 

En 1986 USA bombardeó Libia, pero el coronel se mantuvo en el poder durante un largo periodo de tiempo hasta que, finalmente, en 2011 el tándem demócrata Obama-Clinton, con el apoyo de Gran Bretaña y Francia, terminaron la tarea.

 

Tras la desaparición de Gadafi y el derrumbe del estado libio, la confrontación entre las facciones armadas llega hasta hoy. Libia se ha convertido en un estado fallido y sus bien surtidos arsenales de armas han sido saqueados y vendidos a los grupos yihadistas del sahel. Las guerras en el norte de Mali, Níger y Burkina Faso han desplazado a dos millones y medio de personas en busca de lugares seguros. Doscientos mil están refugiados en el este de Mauritania, muchos esperando el momento de salir definitivamente de África hacia Europa, si hace falta arriesgando su vida en un cayuco.

 

La segunda muerte de Jim Morrison




Entre toda la vorágine de noticias que nos aceleran el pulso como la guerra de los aranceles, las negociaciones de paz, o su simulación, en Ucrania, la expulsión de manera bárbara de migrantes y, la más sangrante de todas, la continuación del genocidio en Palestina, se me pasó por alto la muerte del actor Val Kilmer. Su fallecimiento me llevó a ver de nuevo la película de Oliver Stone, The Doors. Y la película me transportó directamente a la época en que en mi juventud descubrí, entre otros muchos grupos, a Los Doors, como decíamos por aquí. Que en realidad tendríamos que haber dicho Las Doors, pero, en fin, así era la cosa.

 

Me pareció que Val Kilmer hizo una muy buena interpretación de Jim Morrison. A gente más purista que yo y, también, más entendida en la materia, le leí en los años 90, cuando se estrenó la película, que Oliver Stone no era del todo fiel a la verdadera historia de Morrison. Pero bueno, para eso están los críticos de cine.

 

Al visionarla nuevamente no sentí que estuviese rememorando el deceso de Val Kilmer, sucedido en estos días, sino evocando el de Jim Morrison ocurrido en 1971. Para mí el personaje se había tragado a la persona de manera integral. Y si pienso en el rostro de Jim Morrison me viene más nítidamente el de Val Kilmer. Hasta ese punto Hollywood construye nuestros imaginarios.

 

Adquirí mi primer vinilo de Los Doors en 1979, se llamaba L.A. Woman. Aún lo tengo guardado en mi pequeña colección de elepés que ya no tengo opción de escuchar en ese formato. Logré reunir mil pesetas para comprarlo. No era fácil porque era estudiante con 17 o 18 años, normalmente sin dinero encima, o sólo con el justo para coger la guagua e ir al instituto, y a lo sumo algo más para intendencia holística.

 

Lo normal en aquel entonces era grabarse cintas de casete de discos que otros con más peculio y edad habían comprado. Pero en este caso, tras ahorrar durante unas semanas alcancé las mil pesetas y pude hacerme con el disco. Cuando le dije a los amigos que lo tenía en mi poder hicimos el plan. Éramos un grupo variable, pero al menos teníamos que ser tres, porque si bien el Lp costaba sobre las mil pelas, unos cigarros de maría salían por quinientas. Y un avispado entre nosotros había descubierto que, si éramos tres, bastaba poner 166 pesetas para alcanzar las 500 y poder hacer la compra. ¡Quién nos iba a decir a nosotros que unas décadas después nos iban a cambiar las 166 pesetas por un euro! Pero eso es otra historia.

 

Nos fuimos con el Lp y la maría, y comenzamos el ritual. Sentados en el suelo, sobre alfombras, pinchamos el disco en el plato. Primero oímos en bucle el último tema, Riders on the Storm. Después el disco completo por la cara A y la cara B varias veces. Y de alguna manera hacíamos nuestras todas aquellas ideas del manifiesto de Port Huron de comienzos de los años sesenta. Entonces los norteamericanos tenían buenas ideas. 

Agresores y agredidos a la luz de la historia

Fuente: Descifrando la guerra y Fair Politik
                                                 Fuente. Descifrando la guerra/Fair Politik

 

Europa parece preocupada porque teme una agresión rusa, según se nos dice. Se prepara para suplir el abandono de EE.UU., y va a destinar cerca de un billón de euros para tal propósito. Pensemos que las armas las tendrán que comprar al complejo militar industrial de EE.UU., y que su dependencia de los sistemas orbitales norteamericanos seguirá siendo la que es ahora. Todo ese dinero destinado a la industria de la guerra será detraído de otras partidas más necesarias, tales como la vivienda, la sanidad, la educación, los servicios sociales y, en general, de todo lo que interesa a la gente común. Las reuniones de urgencia que vemos estas semanas entre los dirigentes europeos, realmente, son de pena. Lo más patético de todo es contemplar a Londres, que antes de ayer, como quien dice, se fue de la UE echando pestes, encabezando a los europeos. El miedo al ruso lo justifica. ¿Pero, realmente, hay indicios de que los rusos planteen un ataque a Europa en su conjunto, cuando no han sido capaces de doblegar durante tres años a un país como Ucrania? 

 

Rusia no tiene demografía ni ejército para lanzarse a un ataque contra el resto de Europa. Tampoco tiene razones geopolíticas para hacerlo, y no existe precedente histórico que avale ese argumento. Más bien al contrario, ha sido Rusia la que siempre ha sido invadida por los pueblos de Europa occidental. Por ejemplo, Napoleón invadió Rusia en 1812. Los británicos y franceses fueron a Crimea a guerrear contra Rusia en 1853. Más tarde, en lo que se conoce como el “Gran Juego”, los británicos fueron a guerra abierta contra los rusos en Asia Central y el Cáucaso. O sea, en las fronteras del imperio ruso y bien alejado de las Islas Británicas. Tras la primera guerra mundial y la revolución bolchevique, una alianza entre Alemania, Gran Bretaña, Francia y EE.UU. participó en la guerra civil rusa, del lado de los rusos blancos, es decir, de los zaristas. Los alemanes invadieron la URSS en 1941 y causaron más de 25.000.000 de muertes y destrucciones indecibles. 

 

Los soviéticos derrotaron a los nazis, y por eso Europa se pudo librar del fascismo de entonces. Los pactos de Yalta y Postdam entre la URSS, EE.UU. y GB dividieron Europa, y los soviéticos dominaron la parte oriental del continente y los norteamericanos la parte occidental. La democracia liberal y el estado del bienestar en Europa Occidental fue posible gracias a que los soviéticos acabaron con Hitler.

 

Los soviéticos dejaron de dominar la parte oriental del continente en 1991, pero los norteamericanos no abandonaron su zona de ocupación. Todo lo contrario, la ampliaron hasta las mismas fronteras de Rusia, rompiendo así la promesa que le habían hecho a Gorbachov de no ampliar la OTAN más al este del continente, a cambio de que la URSS se aviniese a aceptar la unificación de Alemania. 

 

Los rusos nunca han atacado ni invadido Gran Bretaña, Francia, Italia, Grecia, etc. Ni, por supuesto, España. Sin embargo, los franceses sí invadieron España en 1808 y, durante todo ese siglo, su política fue de injerencia permanente en los asuntos españoles, igual que los británicos. Los británicos le quitaron el peñón de Gibraltar a los españoles en 1704 y lo tienen aún bajo su soberanía. Los norteamericanos le quitaron a España Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898, y no se hicieron con Canarias porque los británicos no quisieron (ver mi libro:http://riull.ull.es/xmlui/handle/915/39048 ).

 

La neutralidad franco-británica durante la guerra civil española fue, en realidad, un apoyo de hecho a los fascistas de Franco. Los nazis alemanes y los fascistas italianos bombardearon pueblos y ciudades españolas e hicieron posible la victoria del franquismo en la guerra civil. Tras el final de la segunda guerra mundial, los británicos se opusieron a que los aliados entrasen en España y se restaurase la democracia. EE.UU. le lavó la cara a la dictadura desde 1953 en adelante y, la famosa transición con la restauración monárquica fue posible porque así lo quisieron Kissinger y Ford. EE.UU. aún mantiene bases militares en la península de enorme importancia estratégica. Injerencias puras y duras. 

 

En los últimos cuarenta años de historia, ningún país ha sido más agresivo y ha llevado a cabo más invasiones e injerencias que EE.UU., normalmente con el apoyo británico. Por ceñirnos a las últimas décadas, vimos que dinamitaron todo el orden de posguerra en Oriente Medio y el norte de África con guerras en Libia, Siria, Irak, golpe de estado en Egipto y desestabilización permanente de Irán.

 

No, los rusos no tienen planes ni posibilidades de expandir la guerra de Ucrania hacia Europa. Todo lo que te digan al respecto es sólo propaganda para seguir alimentando la maquinaria neoliberal, saquear los recursos públicos y mantener a la gente asustada y dividida.

La migración irregular es nuestro karma




 

Si como dice el hinduismo, el karma, que yo uso como metáfora, es el resultado de una ley que te devuelve lo que has hecho, me tomo la libertad de pensar que la llegada de migrantes irregulares que tanto preocupa a autoridades y sectores de la población pudiese ser perfectamente el pago que hoy hacemos al abandono de los hermanos del Sáhara Occidental hace cincuenta años. 

 

La venta y traición que el Estado español cometió contra el pueblo del Sáhara, del que llegaron a escribir en las leyes que era una provincia española, fue la última felonía del franquismo con el dictador aún vivo, entubado como un cybor, para que aguantase mientras se arreglaban los papeles de la sucesión. Y todo aquello hubiera sido entendible como acto final de una dictadura odiosa, bañada en la sangre de centenares de miles de compatriotas. Pero no se acabó ahí el asunto, y los sucesivos gobiernos del reino, desde Carlos Arias Navarro hasta Pedro Sánchez, han sostenido la llama de la traición bien en alto.

 

Nuestra frontera marítima y africana pudo haber sido una mucho más segura con un Sáhara independiente, como todo el mundo quería que fuese allá por 1975. Todo el mundo menos el Alto Estado Mayor del ejército español, el sátrapa Hasán II, el amigo americano Henry Kissinger y, a lo que se vio un poco más tarde, Felipe González y amigos. Los jefes militares en España pensaron que un Sáhara marroquí protegería a Canarias de la influencia revolucionaria argelina. Tenían una errónea idea que consistía en que desde Argelia se podía crear un corredor revolucionario que atravesaría el Sáhara de la mano del Polisario y colocaría al MPAIAC como punta de lanza del tercermundismo en las Islas. Cubillo nunca tuvo fuerza para que eso ocurriera, y creo que el Polisario tampoco estaba por la labor porque ya tenía bastante con lo suyo. Así que los militares recibieron una información muy deficiente de sus servicios de inteligencia. Hoy a todas luces resulta evidente, pero en 1975 la usaron para entregar la colonia a Marruecos y dejar a los saharauis desamparados bajo las bombas de napalm de Hasán II.

 

A la vuelta de cincuenta años lo que vemos es que Canarias se quedó tirada, enfrentada a un gran problema generado por las migraciones irregulares, que salen de las costas de países con los que hay buenas relaciones diplomáticas. Países en los que, con dinero europeo, engrasamos la máquina de la corrupción pensado que con eso se va a solucionar el problema. Pero el dinero europeo se puede acabar cuando menos lo esperemos. La UE, azotada por los problemas de la geopolítica, está dividida, y quizá al borde del colapso, paralizada por su sumisión a la estrategia imperial de EE.UU. Y si se termina el dinero europeo para poner parches en la zona del noroeste de África y el Sahel, el problema será inabordable desde estas pequeñitas islas y, entonces, el viento azotará con una fuerza nunca vista.

 

Así que botamos de mala manera a los saharauis al desierto y ahora nos llegan decenas de miles de africanos ansiando una vida mejor en Europa. Están en todo su derecho. Pero mucho mejor sería, para ellos en primer lugar, porque son los que mueren por miles en este brazo del Atlántico, si esos flujos fuesen regulados y ordenados por los estados. Y mucho mejor para nosotros porque llegarían aquí a trabajar y cotizarían igual que lo hacemos nosotros y, ademas, enviarían divisas a sus países para contribuir al desarrollo. Así lo hicieron los españoles y canarios  que, obligados por la pobreza, emigraron a América y a Europa  cuando la bota del caudillo oprimía con fuerza el cuello de las clases trabajadoras en los años cincuenta y sesenta del siglo XX.

 

Nada de eso fue tal como tenía que haber sido. Nunca es tarde para rectificar y hacer las cosas de mejor manera. Sin duda, un Sáhara independiente, con soberanía sobre sus aguas territoriales y con control del extenso litoral de más de 1.000 kilómetros sería una garantía mucho mayor de contención de los flujos migratorios, que las que implementan los gobiernos de Marruecos y Mauritania. Con un Sáhara independiente en frente de nuestras islas, este y otros problemas serían tratados entre dos pueblos amigos y hermanos, encontrando las soluciones de forma más efectiva y rápida.

 

Pero hay una conducta geopolítica española que prima sobre los intereses de los canarios y de los saharauis, y son las incomprensibles relaciones de dependencia que se tiene respecto a Marruecos, en donde parece ser que el país con más poder es el reino alauita (país subdesarrollado) y el que se pliega es la decimoquinta economía del mundo, miembro de la OTAN y, por tanto, de los países más importantes de la zona occidental del globo. El régimen marroquí no es de fiar, te la juega a la primera de cambio, como todos sabemos. Y Mauritania es un país desbordado por su inmensidad, su escasa población y su pobreza lacerante. Por ahí no hay solución.

 

 

El triunfo del comunismo chino





Shanghai es mucho más impresionante que NY y le triplica la población


Cuando la URSS y con ella la Europa del este se vino abajo se anunció a bombo y platillo el fin del comunismo, y se nos dijo que el capitalismo neoliberal era el final de la historia. Ufanos y envalentonados los capitalistas comenzaron los recortes de los históricos derechos sociales y económicos que se habían logrado implementar en Europa occidental y, a su manera, en EE.UU. El final del comunismo en Europa se utilizó para desmontar el estado del bienestar de postguerra, y entronizar al capital como amo y señor del mundo. Aquello coincidió con la transición de un capitalismo productivo e industrial hacia un capitalismo financiero y especulativo, que llamamos el neoliberalismo. El viejo mundo se vino abajo, no solo en la URSS sino también en el planeta keynesiano.

Alabaron a Gorbachov como artífice de tal hecatombe y condenaron a Deng Xiaoping por no haber seguido su ejemplo. Pero los chinos tenían su propia hoja de ruta, que no coincidía con la hoja de ruta de Wall Street ni de Washington. Los capitales norteamericanos y occidentales optaron por las deslocalizaciones de sus empresas hacía China con la intención de exprimir las ganancias a costa de la explotación de la mano de obra china, pero también de la desindustrialización de sus propios países. Nunca fue tan cierto como en ese momento aquella frase de Marx de que el capital no tiene patria.


Pero los comunistas chinos tenían su propio plan, que consistía en dejarse penetrar por el capital norteamericano hasta alcanzar un nivel óptimo de desarrollo económico y tecnológico. Y así se hizo. Cuando China fue admitida en el seno de la Organización Mundial de Comercio en diciembre de 2001 la historia comenzó a cambiar. China seguía siendo entonces el taller del mundo, pero ya estaba comenzando a ser el principal país industrial e iniciando una carrera de éxito hacia un desarrollo tecnológico sin precedentes por la rapidez y el alcance logrado.


Entonces China dejó de ser una colonia de mano de obra barata para las industrias occidentales deslocalizadas en la propia China, y bajo la dirección del PCCh en dos décadas se situó como segunda potencia económica mundial, y en este último quinquenio se desarrolló de manera aun más vertiginosa. EE. UU. teme a China y tiene razón para temerla, porque China se ha convertido en una potencia global y su economía tiene un dominio casi absoluto en la propia Asia, pero también, y esto es muy importante, en África y en Latinoamérica. 


EE.UU., que siempre ha contemplado su política exterior desde la óptica de suma cero, es decir, lo que no les pertenece a ellos es enemigo de ellos, ya siente que su país va a ser relegado como potencia hegemónica única, y va a tener que pelear su lugar bajo el sol con otros países emergentes, en primer lugar, China. Sin duda EE.UU. seguirá siendo una potencia global, pero no será la única potencia global, posición que ha disfrutado desde la caída de la URSS en 1991.


El enemigo ahora no es un sistema poderosamente militar con una economía en ruinas, sino un comunismo con una economía muy solvente que ya supera a EE.UU. en multitud de datos macro y microeconómicos.


El papel del Estado es fundamental en todo ello. La política gobierna a la economía en China al contrario que en la UE y en EE.UU. en donde son los oligarcas financieros los que gobiernan a la política. Y, por cierto, en este sistema de oligarcas financieros la democracia brilla tanto por su ausencia como en cualquier otro sistema.


El sector público representa entre el 80 y el 90% en las áreas estratégicas de la industria pesada, la energía, las infraestructuras, el armamento y funciona bajo la directriz de un plan quinquenal. Además, el Estado posee el 55% del capital de todas las empresas. 17 de las 20 primeras empresas son estatales. Los cuatro bancos más grandes del mundo son bancos estatales chinos. En la economía del conocimiento los chinos van a la cabeza de todos los países incluido EE.UU. El 70% de los ingenieros de las empresas norteamericanas son chinos y trabajan temporalmente en California, pero retornan a su país al cabo de unos pocos años. El chino medio cobra en términos de paridad de poder adquisitivo 21.250 $, por los 7 mil que se gana en India.


La esperanza de vida es de 78,2 años, por encima de la de EE.UU. que es de 76,1. La tasa de escolarización en primaria es del 100% y del 97% en secundaria. La OCDE estimó en 2018 que el sistema educativo chino es el mejor del mundo. El 90% de las familias urbanas son propietarios de su vivienda, y en el campo son el 100%. En EE.UU. es el 64%. El seguro de atención médico alcanza al 95% de la población. Nadie se queda tirado a la puerta de un hospital por no tener seguro médico como le ocurre en EE.UU. a decenas de millones de personas. La mayoría de los medicamentos que se consumen en el mundo están fabricados en China. El 41% de los ingredientes farmacéuticos acticos (APIs) están fabricados en China (EE.UU. el 3%).


Una industria de alta tecnología como es la de los teléfonos inteligentes tiene en China un ejemplo alternativo a seguir, para desmontar el poder de los oligarcas de Apple, de X y de los otros mastodontes del capital hipercentralizado que gobierna en el mundo occidental. Se trata de la compañía de telefonía Huawei, ante la que se conjuran todas las fuerzas de la oligarquía estadounidense, porque esta compañía es puntera tecnológicamente, pero funciona con criterios democráticos mucho más solventes que las norteamericanas. Huawei tiene 150.000 trabajadores lo cuales controlan el 98,6% de las acciones, siendo el restante 1,4% de la dirección de la empresa. El paquete de acciones de los trabajadores no se puede vender en el mercado.


China está a la cabeza en la implementación de acciones para contener el cambio climático, mientras los norteamericanos acaban de poner a un presidente negacionista con ínfulas imperiales medio analfabeto, rodeado de una cohorte de iluminatis que van amenazando al mundo, aliados y enemigos, hasta veremos dónde.


El triunfo de China, su ascenso y su proyección mundial no es sólo el triunfo del comunismo, sino una de las últimas esperanzas de poner en su lugar a la oligarquía guerrerista occidental.

Los acuerdos entre Israel y Marruecos afectan de forma directa a Canarias

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