Cuando Hasán II pidió la entrada de España en la OTAN


 Cuando Reagan comenzó su andanza como presidente de EE.UU. intensificó sus relaciones en el norte de África con Marruecos, su aliado principal. En aquel entonces, 1981, el Frente Polisario gozaba de control sobre amplias partes del territorio de la RASD. Si bien Carter había aumentado el nivel de apoyo militar y financiero a Rabat, Reagan elevó la apuesta de forma muy notable. EE.UU. estaba obsesionado con el hecho de que los soviéticos pudiesen ocupar los espacios que perdiesen los aliados de Washington.

 

Hasán II era un hábil manipulador de las ignorancias estadounidenses sobre el mundo norteafricano y, en general, sobre el mundo in extenso. Hasán II era ladino y le acariciaba el oído a Reagan y a sus enviados diciéndole lo que él sabía que a ellos les gustaba escuchar. En una reunión con el secretario de Estado Haig (general y veterano de la guerra de Vietnam) en febrero de 1982, le dijo que Marruecos era Europa, y que un mero accidente geográfico como el estrecho de Gibraltar no modificaba ese hecho. Incluso, aseveró que era más Europa y más seguro que la Europa del sur, porque los franceses estaban gobernando con los comunistas, los españoles estaban en la cuerda floja y los socialistas podrían ganar las próximas elecciones, y los italianos estaban con un estado en crisis con un partido comunista muy poderoso al acecho.

 

Hasán le proponía a Reagan que acelerara la entrada de España en la OTAN para que se reforzara el poder del rey Juan Carlos como garantía de estabilidad en la zona. En un telegrama del embajador de EE.UU. en Rabat al departamento de Estado se afirmaba que: “Hassan sostuvo que él y Juan Carlos estaban en los mejores términos, llamándose con frecuencia, a veces solo para preguntar por las respectivas familias. La importancia de la membresía española en la OTAN fue tal que Hassan aconsejaría a los Estados Unidos que impulsaran la participación española lo más rápido y lejos posible. Así, para las elecciones españolas de 1982, cuando los socialistas podrían llegar al poder, España habría pasado el `punto de no retorno’ en la OTAN”. Marruecos, en cualquier caso, estaba dispuesto a acoger las infraestructuras militares que EE.UU. se viera obligada a abandonar en el sur de Europa como consecuencia de la inestabilidad política. Para los norteamericanos esa propuesta de Hasán era estupenda porque ampliaba sus posibilidades de presionar a España con el hecho de que cualquier amago con relación a la no permanencia de las bases en territorio peninsular sería contestado con un reforzamiento más firme de su aliado marroquí en detrimento de España.

 

Como los americanos estaban seguros de que los desafíos en el norte de África se le iban a multiplicar, agradecían sobremanera ese ofrecimiento del monarca alauita. Y para éste sentirse firmemente respaldado por EE.UU., le daba garantías de seguridad para confrontar a Libia y Argelia, a los que acusada de ser los mentores del Polisario. Un monarca en España era también un elemento de estabilización y tranquilidad para Marruecos y, por eso, Hasán jugaba a ser el amigo facilitador. Haig se lo reconoció al decirle: “Agradecemos su estrecha comunicación con el Rey de España”. 


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Reagan y Hasan II no debieron estar preocupados por Felipe González. La CIA lo sabia bien e informó que “los socialistas se verán obligados a elegir bando y optarán por Marruecos”.

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