La gran borrachera del 23 de febrero de 1981


No sé cómo serán ahora los mandos militares ni, por extensión, los de la guardia civil, pero por mi contacto con ellos en 1980, cuando me tocó ir a la caja de reclutas, salí de allí con la idea de que aquella gente bebía sin medida. Desde primera hora de la mañana exhalaban aromas a brandy o similares. Como los coches de gasoil de antes, arrancaban a ralentí y comenzaban a funcionar tras los primeros tragos.

Aquella impresión se me quedó grabada y, después, ocasionalmente, cuando he tenido contacto de algún tipo, no ha hecho sino reafirmarse. Y, ahora, que estamos a las puertas del 43 aniversario del golpe de estado del 23 de febrero de 1981, leo un nuevo libro recién salido que indaga un poco más a fondo sobre lo que sucedió ese día.

 

El dispendio que los golpistas hicieron en el bar del Congreso de los Diputados aquella noche fue notable. Carlos Fonseca nos desvela, en su flamante libro, que el consumo de alcohol y viandas ascendió a las 200.021 pesetas. Tejero y compañía se bebieron como cosacos lo siguiente: 4 botellas de champagne Möet Chandon, 9 botellas de champán Nec Plus Ultra, 6 de Codorniú Extra, 4 botellas de whisky Chivas, algunas de brandy Fundador, Lepanto y Torres, así como otras de ginebra Gordon´s, Beefeater, Larios y MG, además de ron y vodka. Lo acompañaron con 16 barras de chorizo, 14 latas de espárragos, 23 tarrinas de ahumados variados, 26 kilos de naranja y 22 paquetes de pan de molde. En tabaco consumieron 58.400 pesetas.

 

Armados con esa gasolina se da un golpe de estado y lo que haga falta. Luego, a la mañana siguiente, igual ya no se acordaban muy bien de lo que habían hecho y, así, algunos declararon en el juicio que otro les obligó a meterse en esa fiesta sin saberlo. De lo que único que se acuerdan es de que estuvieron rezando toda la noche, dicen ante el juez. Porque los asaltantes del congreso eran muy católicos, apostólicos y romanos.

¿Estamos a las puertas de la guerra total?



Titulo el artículo con interrogaciones porque en realidad el futuro no está escrito y, por lo tanto, puede que todo esto no acabe mal. Sería lo deseable. Pero gente que está bien informada, en posiciones muy cercanas al poder, no lo tienen claro. En Occidente y en la OTAN ya sabemos cuál es el punto de vista: los otros tienen la culpa, son agresivos, no democráticos. La OTAN quiere salvar a la humanidad y el sistema democrático y liberal.

 

Sin embargo, puede que el sistema democrático y liberal necesite la guerra permanente para poder ser salvado. A lo mejor los otros responden a una perseverancia imperialista por parte de Occidente que no puede encontrar al final del camino sino la guerra total y, en consecuencia, la destrucción de la vida humana en la Tierra.

 

Sergei A. Karaganov, un tipo muy bien informado, en su calidad de presidente del Presidium del Consejo de Política Exterior de Rusia, algo así como un Kissinger a la rusa, pero sin los millones de muertos a la espalda que sí tenía el Kissinger verdadero, es muy pesimista sobre nuestro futuro. Karaganov escribe que el modelo neoliberal está agotado, y que seguir estirando ese chicle nos devastará medioambientalmente por el gran consumo de energía que derrochamos de manera improductiva. La acumulación de problemas que nos trae el modelo está ya a la vista: contaminación global, disminución de las reservas de agua dulce, desertización y calentamiento global, ralentización de las corrientes oceánicas, etc. El consumismo del modelo neoliberal arrastra al mundo a un caos de consecuencias terribles. El hiperconsumismo y la pérdida de memoria sobre los efectos catastróficos de las guerras tienen secuestrada a las sociedades en el mundo occidental. “La paz relativa en el planeta se ha mantenido gracias al miedo a las armas nucleares. En los últimos años, sin embargo, el hábito de vivir en paz, la degradación intelectual (…) y el pensamiento de clip en las sociedades y las élites han estimulado el aumento del <parasitismo estratégico>. La gente ya no teme la guerra, ni siquiera la nuclear”. Occidente se ha olvidado del hambre y del miedo a la muerte violenta, pero el resto del mundo no. La lucha por los recursos y el poder en la esfera global, entre Occidente por un lado y el Sur Global por el otro, ha modificado de forma irreversible el orden de postguerra. La lucha para desgatar a la URSS y luego arrinconar sus restos (Rusia) se está volviendo contra el propio Occidente. El cerco a Rusia por la guerra en Ucrania y el genocidio de los palestinos en Oriente Medio puede ser el comienzo del final. La carrera armamentística se ha acelerado como nunca. La cantidad de armas de destrucción masiva existente en estos momentos es enorme. Descontando las armas nucleares estratégicas, que su uso sería definitivo, se ha desarrollado una cantidad enorme de armas biológicas para exterminar grupos humanos, de animales y de plantas. Existen laboratorios biológicos diseminados por el mundo para este fin. Los EE.UU. tienen un montón de ellos. Se ha conseguido miniaturizar las armas nucleares para facilitar sus transporte y deflagración. 

 

Los pasos estratégicos para el comercio mundial (Suez, Panamá, los estrechos de Bab al-Mandeb, Hormuz, Singapur y Malaca) están amenazados por el ascenso de los conflictos alrededor del globo. La IA está siendo aplicada de manera intensa en la esfera militar dando la sensación de superioridad incontestable a quien la posea, y relativizando que los enemigos también puedan hacer uso de ella. Todos estos elementos le hacen pensar a Karaganov que ya estamos en el borde de un desastre mundial, y que evitarlo se vuelve un desafío muy difícil de conseguir. El doble rasero de la diplomacia Occidental en la guerra de Ucrania y el genocidio de Palestina no hace sino acentuar, en la mayoría de la población y los gobiernos del mundo, la impresión de que el modelo euroamericano ya no sirve para mantener el mundo dentro de un caos manejable. La previsible extensión del conflicto a todo Oriente Medio y la permanencia de los de IRAK, Siria y Afganistán, junto con otros en África, son un síntoma evidente.

 

Una mentalidad de guerra total se ha instalado en Occidente contra Rusia y China y, como contrarréplica, en esos países se está también construyendo una visión demoniaca de Occidente. 

 

Estos “factores estructurales indican una probabilidad extremadamente alta de escalada cualitativa en los conflictos militares, lo que lleva al mundo al borde de la catástrofe final”.


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https://eng.globalaffairs.ru/articles/an-age-of-wars-article-one/

Europa quiere todo de África, excepto a sus gentes.




Estamos acostumbrados a ver imágenes de dramas humanos. Estos meses en Palestina asistimos a la ejecución de un genocidio al más bárbaro estilo nazi y, mira por dónde, llevado a cabo por los judíos. Por un estado judío racista y brutal. Pero aún, digo, esa acumulación de imágenes atroces que nos muestran las televisiones y, sobre todo, las redes sociales, no aplacan ni un fisco mi sentido de la solidaridad y de empatía con los que viven atrocidades de distinto tipo. Esto viene al caso por la noticia que leí hace unos días en la que se anotaba que dos niños habían muerto de frío en un cayuco que arribó finalmente a Gran Canaria. Muertos de frío en medio del atlántico. Niños africanos que buscaban una manera más decente de vivir. Una manera más humana. Como nos gusta vivirla a nosotros y que la vivan nuestros hijos.

Después vino la información de los acuerdos alcanzados en la UE sobre cómo hacer frente a las migraciones de africanos hacia las costas de Europa. Se había logrado firmar un Pacto Europeo de Migración y Asilo (PEMA) que las instituciones europeas describieron como un gran triunfo, ya que se habían puesto de acuerdo un montón de gobiernos para hacerle el juego a las organizaciones fascistas, dando así cabida a sus locas demandas. Así que, con este acuerdo, los niños africanos podrán ser detenidos a su llegada a Europa. Estos niños detenidos serán hacinados con los adultos detenidos, en muchos casos, gente desconocida para ellos. El pacto también posibilita que cualquier gobierno de la UE con el pago de un canon de 20.000 euros por persona pueda rechazar la acogida de población inmigrante. Si la situación ya era lamentable antes del pacto, después de su firma los inmigrantes lo van a pasar peor, y los niños y niñas serán castigados sin miramientos. ¡Qué momento tan raro estamos viviendo! Los sionistas sacrifican a los niños palestinos (cortar el césped lo llaman) y los europeos se suman a esta práctica de castigar a las poblaciones de menores. La UE, Europa, está definitivamente perdida para la causa de la humanidad. Francia, la cuna del humanismo, es incapaz de representar ya nada de eso. Alemania, después de Kant, Hegel o Marx, no nos ha traído sino desgracias.

Y Europa es un lugar falto de recursos para que su sistema depredador pueda seguir reproduciéndose. Por eso Europa y sus multinacionales deben ir a África a esquilmar las riquezas naturales. ¡Pero ojo! Europa no quiere a los africanos, solo quiere su petróleo, su gas, su uranio, sus diamantes, su cacao, sus peces, sus mercancías.

Ahora se ha lanzado a la búsqueda de más recursos energéticos para sustituir lo que no puede importar de Rusia. Y en Europa, cuna de esa gente de piel rosada, salivan y babean por el petróleo y el gas de África, y allá van, cueste lo que cueste. Ahora desean a Nigeria, a Argelia, a Egipto, a Gabón, a Mozambique, a Senegal, a Costa de Marfil y a Ghana. África occidental se dispone a ser perforada hasta el tuétano.

Las inversiones para la exploración de estos recursos alcanzaron la cifra de 5.000 millones de dólares en el año 2022. Muchas multinacionales occidentales están a la búsqueda de esos recursos para alcanzar la cuota de 15.800 millones de barriles de petróleo en 2030. (Esto es como una agenda 20/30 al revés)

En África occidental se encuentra el 60% de los descubrimientos recientes del continente. La producción de gas natural se estima alrededor de 50 billones de pies cúbicos. En 2017 Kosmos Energy (USA) halló un enorme yacimiento frente a Senegal de 15 billones de pies cúbicos. En el 2019, la italiana ENI encontró gas en Ghana por un volumen aproximado a los 700 millones de metros cúbicos. Dos años después, BW Energy descubrió petróleo en Ghana y Costa Marfil con cálculos entre 1,5 y 2 mil millones de barriles de petróleo, junto con entre 1,8 y 2,4 billones de pies cúbicos de gas. En Níger también se han producido nuevos descubrimientos de petróleo, con unas reservas estimadas de 3.800 millones de barriles, y las de gas en unos mil millones de metros cúbicos.

La canadiense Zenith Ener negocia con Benín una licencia de exploración de petróleo y gas en alta mar. La Total francesa acordó con el gobierno de Guinea explorar el petróleo y el gas frente a sus costas. En 2021, el gobierno de Guinea-Bissau permitió que varias empresas internacionales de energía comenzaran las tareas exploratorias de petróleo y gas en 11 áreas de alta mar. En abril de 2023, Liberia concedió a ExxonMobil la exploración de cuatro posibles bloques de petróleo. Después de las operaciones exploratorias llevadas a cabo por multinacionales estadounidenses, británicas y francesas, las reservas de gas natural de Mauritania se han calculado en 100 billones de pies cúbicos, de esta manera el país podría convertirse en uno de los grandes lugares de reserva de gas de África. Shell continúa con sus explotaciones inmisericordes en el delta del Níger, dejando una gran área degradada y contaminada en la que viven 30 millones de personas.

Pero no crean que esta riqueza reportará beneficio a los pueblos africanos. Bien al contrario, los sumirá más en su pobreza, y esto alentará más movimientos migratorios. No es muy difícil de entender. Europa y los EE.UU. sostendrán gobiernos corruptos y represivos, continuarán saqueando las riquezas del continente y los europeos podrán seguir llenando sus coches de gasolina, encendiendo las luces en sus ciudades, y comprando ingentes cantidades de basura al polo industrial chino y asiático. La extrema derecha, especializada en la política de la carroña, atizará las contradicciones entre los pobres de Europa y los inmigrantes más pobres llegados de África.

Hay mucho por hacer.

Recordando a Frank Zappa



El cuatro de diciembre de 1993 murió Frank Zappa. Estamos a treinta años de aquella luctuosa fecha. Músico enormemente prolífico, experimentó de manera incansable con los sonidos de todo tipo. Tiene temas y álbumes que forman parte de lo mejor de la música rock.

Algunos de entre nosotros, hispanohablantes de estas islas, se hicieron una imagen errónea que se dejó llevar por los aspectos exteriores del músico y sus bandas. Pero Zappa fue un roquero muy politizado y nada drogadicto. Se manifestaba contrario al uso de las drogas por considerar que adocenaban a la juventud y la alejaban del compromiso social. Fue un libertario estadounidense de los de la mejor tradición. Defensor radical de la libertad de expresión y pensamiento, y fustigador contra los clichés reduccionistas de la moral puritana y las religiones, que tan perfectamente representaba Reagan: “No puedo concebir que pudiera haber quien aceptara la delegación de esta autoridad (presidencia) sin pedirle ayuda a Dios”.

 

Fue un firme opositor a las políticas de Reagan, que ya había sufrido cuando vivía en California, y que después se amplificaron al conjunto del país al ganar el republicano la presidencia en 1981. Hay una línea directa Nixon/Reagan/Trump, aunque Zappa, desgraciadamente, no llegó para ver al último representante de ese circo.


                                                Trump y Reagan


Pensaba que había que salirse de la norma y actuar contra ella como la única manera de ser creativo, lo que no obsta para que fuera muy crítico con el movimiento jipi, del que opinaba que era un mero reproductor de rituales formales inocuos. Sí, de acuerdo, “por el mundo se pasean chicos y chicas vestidos de arcoíris” con “camisas y cascabeles y flores”… “pero todo eso no era más que un teatro … una moda … fumaron marihuana … llenaron sus casas de palitos de incienso … eso es todo … se divertían”.

 

Implacable con el sistema de partidos estadounidenses, dijo que está compuesto por “capullos desesperados” deseosos de aprobar “leyes asquerosas con el único propósito de conseguir votos”. Las leyes que se aprueban tienen el único fin del voto, y no la reforma que la sociedad necesita. “No se han aprobado leyes medioambientales para proteger el aire y el agua: se han aprobado para ganar votos”. La política del espectáculo necesita votantes alienados, que se sientan atraídos por la panoplia de los inservibles productos de consumo que atiborran los mercados.

 

Reagan utilizaba la ignorancia del americano medio “como herramienta de control político”, empobreciendo el sistema educativo y fomentando una política al servicio de los intereses empresariales y religiosos. Para posibilitarlo, los medios de comunicación debían implicarse a fondo en la operación, tal y como efectivamente sucedió. El sistema escolar auspiciado por el republicano “prepara a los chavales para que sean ignorantes, con estilo: ignorantes funcionales”. El sistema educativo no formaba a la juventud para que tuviese un pensamiento crítico y supiese discernir con criterios complejos las decisiones que tendrían que afrontar a lo largo de sus vidas. Por el contrario, los jóvenes son preparados para “funcionar como máquinas autómatas que compran los productos y conceptos de un complejo militar-industrial multinacional que necesita un mundo de tontorrones para sobrevivir”.

 

Sus letras son ácidas y descarnadas contra esa sociedad norteamericana hipócrita, cínica y cargada de prejuicios contra el mundo, y contra los sujetos que no se amoldaban al pensamiento reaccionario. En 1979 publicó el álbum Sheik Yerbouti con el tema Bobby Brown Goes Down, y ahí encontramos al americano medio que Zappa detesta. El tema estuvo en el número uno en varios países europeos, pero no así en los EE.UU., en donde se prohibió su reproducción por las radios. ¡Oh, democracia americana! Bobby es el típico machote rubio, con coche de carburación sonora, que anda presumiendo de su misoginia y de tener a las chicas a sus pies, hasta que conoce a una lesbiana que le hace dudar de su sexualidad … y lo deja oliendo a vaselina. “Soy el sueño americano con un consolador en el trasero que me hace gritar”.

 

Aquí puedes ver el tema con subtítulos en español:

https://www.youtube.com/watch?v=rIy4L7eZACI

 

Frank Zappa fue de esos tipos que marcan época.

Santa Cruz de Tenerife y el eje del mal

  



El eje del mal es una expresión bien asentada para hablar de la política internacional. Fue inventada por David Frum, quien escribía los discursos a G.W. Bush cuando EE.UU. se estaba preparando para invadir Irak. El eje del mal lo constituía originariamente Irak, Irán y Corea del Norte. En realidad, no tenía ninguna lógica y reunía países que solamente poseían en común su enemistad con los Estados Unidos. Posteriormente, fueron añadidos al eje Libia, Siria y Cuba. Más tarde, Bielorrusia, Myanmar y Zimbabue. La lista ha seguido creciendo y ahora incorpora a Rusia y a las organizaciones armadas Hamás y Hezbolá. Irak, Libia y Siria han sido destruidas por los EE.UU. Sobre Cuba se ha intensificado el cerco y, ahora, Rusia está atrapada en un enfrentamiento militar contra la OTAN tras la invasión de Ucrania.

Como se puede apreciar, claramente, el eje del mal en la política internacional es poco coherente. No tiene más propósito que derrotar y destruir a todos los países que Estados Unidos considera sus enemigos, independientemente de las dinámicas de cada uno de ellos. Si alguna vez llegan a constituir un verdadero eje cohesionado será el resultado de las agresiones recibidas por un mismo enemigo común.

 

En Santa Cruz de Tenerife, sin embargo, sí tenemos un verdadero eje del mal coherente y con lógica interna. Es un eje simbólico que muestra el poder desmedido que ha tenido la capitanía general en la isla. Atraviesa la ciudad de suroeste a noreste y une tres puntos en una línea transversal. Barriada García Escámez-plaza Weyler-monumento a Franco.

 

     Eje del Mal

 

Santa Cruz es una capital de provincia y cocapital de la comunidad autónoma que no ha podido dejar atrás toda la parafernalia representada por el virreinato militar. El centro del eje del mal está situado en la propia capitanía general y en la plaza Weyler. El conjunto urbanístico que se encierra en esa cuadrícula, por la que suelen desfilar en los días señalados los tambores y cornetas de la tropa, enaltece la figura de un genocida y racista denostado allá por donde pasó, excepto al parecer, por Santa Cruz de Tenerife, ciudad que le da un lugar honorífico en el centro de su plano urbano, y le concede el título de marqués. Weyler puso en práctica los campos de concentración en Cuba, llevando la guerra a la población civil y haciendo que en torno a 170.000 mujeres, niños y ancianos, sobre todo negros, sufrieran el flagelo de su ira. Se decía en Madrid que este loco prefería los animales a las personas.

 

    Weyler y víctimas cubanas de los Campos de Concentración

 

El punto del que parte el eje podemos situarlo en la barriada García Escámez. General, legionario y marqués de Somosierra, sí, marqués, debe ser que los marquesados son una querencia en Santa Cruz. Se fogueó en las guerras de Marruecos y, por tanto, formó parte del ejército de África. El ejército que se curtió cortando cabezas a los rifeños, bombardeando con gases químicos a la población civil, y llevando a cabo operaciones coloniales de brutalidad extrema que luego aplicó en la guerra civil española, incluyendo violaciones masivas de mujeres republicanas y exterminio de pueblos en su travesía de Pamplona a Madrid. García Escámez es un excelso representante de los militares lumpen que constituyeron la base principal del ejército fascista.

 

    Barriada García Escámez

 

Durante la guerra civil participó bajo las órdenes del general Mola, principal cabecilla de los militares en rebeldía. Al finalizar la guerra fue nombrado gobernador militar de Barcelona, una ciudad roja y anarquista que tuvieron que conquistar como si de una operación colonial se tratase. Sus restos descansan hoy en la iglesia de San Fernando situada en la barriada que lleva su nombre, y que forma el punto inicial de nuestro eje.

 

    Ejército de África y cabezas de rifeños

 

El tercer punto del eje es el monumento a Franco, en la intersección entre la rambla, que hasta no hace mucho llevaba su nombre, y la avenida de Anaga. El monumento, que fue construido a mitad de los años sesenta para celebrar los veinticinco años de dictadura, es el símbolo más cavernario del fascismo santacrucero y, en torno a su defensa, se ha dispuesto una santa alianza de políticos, militares, jueces y organizaciones afines de la sociedad civil. Como no se ha tenido la valentía suficiente para deponer al jinete de su caballo, varias operaciones de enmascaramiento se han puesto en marcha. La más surrealista de todas fue la de cambiarle su nombre oficial pasando a llamarla el Ángel Caído, es decir, que hoy la ciudad tiene una estatua, fea como el demonio, todo hay que decirlo, dedicada al mismísimo satanás. Tiene su lado irónico y poético el asunto de que finalmente se haya emparentado al nacionalcatolicismo, que promovió una guerra civil contra el ateísmo, la masonería y el comunismo, con el peor de los enemigos posibles, míster Mefistófeles. 

 

    Mefistófeles/Lucifer o, más entre nosotros, Franco.

 

Esto sí que es un verdadero eje del mal y no las boberías sin sentido del cowboy G.W. Bush.

El hilo colonial en las poblaciones inmigrantes


El colonialismo en África no terminó en 1960 ni en las décadas posteriores. Los euroamericanos se encargaron de mantenerlo vivo hasta nuestros días. El dirigente de la independencia de Ghana, NKrumah, lo llamó neocolonialismo en un libro que publicó en 1965 bajo el título de Neo-Colonialism, The Last Stage of Imperialism. Unos meses después de la publicación, mientras se encontraba de visita de estado en China, EE. UU. organizó un golpe de estado militar y lo depuso de la presidencia. Nunca más pudo volver a su país y fue acogido por Sekú Turé en Guinea hasta su muerte en 1972. 

 

Historias similares a las de NKrumah vivieron otros dirigentes africanos. Patricio Lumumba, presidente del Congo, asesinado por la CIA. Ben Barka dirigente socialista marroquí asesinado en París por los servicios militares franco-marroquies. Mandela, encarcelado por décadas en Sudáfrica, con el beneplácito de EE. UU. y Gran Bretaña. El presidente de Togo, Sylvanus Olympio, asesinado con la participación francesa. Thomas Sankara depuesto por golpe de estado y asesinado con la concurrencia de los franceses. Así unos cuentos más hasta Gadafi en 2011, asesinado tras el criminal ataque contra su país perpetrado por Francia, Gran Bretaña y EE. UU.

 

Todos estos magnicidios se hicieron con la intención de saquear las riquezas minerales de sus países, mantener altos y rentables niveles de explotación de la mano de obra, y continuar sojuzgando a los países como en la época colonial, pero ahora sin gastar recursos manteniendo instituciones sobre el terreno. El mundo occidental extrae de África casi todo lo que necesita para que su economía pueda seguir funcionando como si no hubiera un mañana. Cantidades inmensas de petróleo, gas, uranio, hierro, fosfatos, algodón, café, granos, té, oro diamantes, pesca, etc., sin los cuales el capitalismo occidental colapsaría mañana mismo. Además de toda la maquinaria financiera occidental que sujeta al continente con deudas odiosas e impagables, cuyo único fin es prolongar la rueda de la explotación colonial.

 

Europa necesita millones de trabajadores inmigrantes africanos para poder sobrevivir. Su población envejecida y poco productiva no puede sostener el modelo económico en el que vivimos. Según Eurostat y la ONU, la Unión Europea necesita al menos 50 millones de inmigrantes en las próximas décadas para que todo el invento no se venga abajo. La lógica es indiscutible. 

 

Esto lo saben perfectamente los dirigentes económicos y políticos de nuestros países. El consenso sobre el asunto no está en cuestión. Pero el capital financiero y los grandes poderes están interesados en financiar organizaciones políticas de extrema derecha, para tensionar el asunto migratorio y seguir con la explotación colonial sobre los cuerpos de los africanos que viven en Europa.

 

Las migraciones en condiciones infrahumanas con su alto coste en vidas (miles anuales) y la exposición de los cuerpos africanos a la represión y al miedo una vez que llegan a territorio europeo, consolida la explotación intensa de esta mano de obra. Sin derechos políticos y económicos la inmigración irregular abarata el costo salarial de los otros africanos que ya se encuentran instalados entre nosotros. Esta competencia hacia la baja se asienta en la lógica colonial que Europa lleva aplicando en el continente africano desde hace 150 años.

 

El hilo colonial lo encontramos en las banlieues francesas, en los barrios marginados de africanos o gentes oscuras en Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, España y en los demás países de la UE. Y el hilo colonial lo encontramos también en Canarias. Los inmigrantes son encerrados en campamentos militares sin condiciones adecuadas. Canarias es una ruta de paso hacia los lugares de preferencia de esta juventud que migra, sin embargo, se les ha sometido a una vigilancia y control como si hubiesen cometido algún delito, cuando no es el caso. Si algunos tienen la opción de desempeñar alguna tarea laboral pueden ser castigados por ello. Se les quiere pobres y vulnerables deambulando por las calles hasta que puedan ser metidos en un avión y sacados de la isla. En los casos de repatriaciones, peor aún, porque el joven migrante pierda toda la inversión realizada, y vuelve a su país sin haber logrado la misión encomendada por su familia o comunidad de enviar divisas y ayudarlos a salir de la pobreza.

 

Los cayucos son los modernos barcos de esclavos. Los piratas no son los patrones que los navegan sino los capitales que quieren explotarlos cuando llegan a puerto. Pero debemos recordar que en los barcos de esclavos se gestaron las primeras huelgas de la edad moderna, y que el movimiento revolucionario del siglo XVIII prendió en los barcos de esclavos. La globalización neoliberal nos ha encerrado en un planeta mucho más pequeño. Cuando los euroamericanos sean definitivamente expulsados de África y el colonialismo haya desaparecido, cuando nos podamos relacionar en términos de igualdad con los pueblos africanos, comenzaremos a construir el verdadero humanismo. Mejor hacer esto por la vía pacífica y no esperar a que la desesperación y el hambre obligue a los cientos de millones de africanos a buscar vías menos amables.

Hubo una vez en que el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) se interesó por Coalición Canaria

En los días finales de septiembre de 1993, entre el 27 y el 29, se celebró en la Universidad de Santiago de Compostela un congreso internacional sobre los nacionalismos en Europa. Los ponentes eran los investigadores más destacados que había en ese momento. Y la estrella del congreso fue Eric Hobsbawm, que ya era en aquella época un mito viviente de la historiografía inglesa y mundial. Me lo tropecé de frente por el claustro de la Universidad. Caminaba con su cuerpo desgarbado y su rostro cubista, acompañado de tres académicos que le hacían los honores como anfitriones.

Yo participé en calidad de ponente y llevé un trabajo sobre Canarias y las islas periféricas de la Unión Europea. En el año anterior se aprobó el Tratado de Maastricht, que dio nacimiento a la UE y, con ella, a la idea de las RUP (Regiones Ultraperiféricas) de las que Canarias entró a formar parte. El título de mi trabajo llamó la atención a algunos de los asistentes. Enseguida los profesores vascos Francisco Letamendia e Iñaki Bárcena se percataron de que había un canario por allí con el que mostraron interés en intercambiar puntos de vista. Así que me sumé a su cuadrilla y compartí con ellos los momentos de asueto entre las ponencias. También otros investigadores, de lo que se llamaba por entonces las naciones sin estado, convergieron en esos esporádicos encuentros.

 

Tras la entrega de acreditaciones y saludos protocolarios se sirvió un café para posteriormente abrir formalmente el congreso. El saludo de bienvenida lo dio Manuel Fraga Iribarne, antiguo ministro franquista y, en aquel momento, presidente de la Xunta de Galicia. Los de las naciones sin estado nos mantuvimos hablando en los exteriores del edificio, y cuando por los murmullos adivinamos que Fraga ya salía, nos dispusimos a subir a las aulas para el inicio de las sesiones. En un tramo de la escalera, mientras Fraga bajaba nosotros subíamos y, al llegar a su altura, Francisco Letamendia exclamó ¡Athleeeetic! como se suele hacer en el estadio de San Mamés. Letamendia era un veterano luchador antifranquista y había sido parlamentario vasco tras las elecciones de 1977, así que el grito futbolero estaba cargado de sentido histórico. Fraga era el principal responsable de la matanza del mes de marzo de 1976 en Vitoria, acometida cuando era ministro de la gobernación (interior) y responsable de las fuerzas policiales, que tan brutalmente habían disuelto una protesta obrera (5 asesinados y 150 heridos).

 

El congreso arrancó con una presencia entusiasta y masiva de los asistentes, pero en cada momento de descanso entre grupo de ponencias salíamos a los pasillos a estirar las piernas, fumar y charlar de manera relajada. A nuestra cuadrilla vasco/canaria, y de algún otro “sin estado”, se sumó desde el primer día un tío raro. Cuando se acercó la primera vez y luego se alejó, los que nos quedamos juntos hicimos el comentario de que tenía una pinta sospechosa (o sea, policía) y su historia no era menos tranquilizadora. Por resumir, nos dijo que trabajaba en la Complutense con una beca financiada por el Banco de Santander. Todo quedaba algo extraño porque no sabía explicar muy bien en calidad de qué trabajaba en la Complutense, y qué papel desempeñaba el Banco de Santander en su contratación o beca.

 

Y más sospechoso nos pareció, tras percatarnos de que era raro, que no participara en nuestras discusiones sobre bibliografía y trabajos recientes, o comentando qué decía tal o cual autor. Daba la sensación de que el tipo no tenía ni idea de las cosas que se trataban en el congreso. Cuando nuestras discusiones se centraban en esos aspectos él solía alejarse y perderse entre otros asistentes. Recuerdo que hubo un momento en que comenté que se me daba un cierto parecido con Amedo, aquel policía de los GAL y de los fondos reservados, que por entonces comenzaba a aparecer regularmente en la prensa.

 

En unas de las ocasiones en que yo estaba solo se me acercó el amigo desconocido. La verdad es que no recuerdo su nombre, y me dijo que estaba muy interesado en lo que estaba pasando en Canarias, y que le gustaría saber más sobre la situación política en las islas. Me habló sobre un proyecto que tenía en la Complutense que incorporaba estudios de las tendencias políticas en las islas, y que necesitaba que alguien local le asesorara y le ayudara con el estudio. Yo lo escuché y le dije que me parecía muy bien. Por educación le dije, también, que si quería podía presentarle profesores e investigadores de la Universidad de La Laguna. Él se mostró conforme, y nos intercambiamos los teléfonos.

 

El interés mostrado en Canarias se debía al hecho de que Coalición Canaria acababa de nacer ese año, y su heterogénea composición y la distinta procedencia de sus integrantes tenía despistado al personal en la península. Una Coalición de más de una decena de partidos que agrupaban a comunistas, ex comunistas, insularistas, ex ucedistas, asamblearios, cristianos de base, nacionalistas, independentistas que hacía pocos meses, tras un toque por dentro (lenguaje de la lucha canaria), había desplazado al PSOE de la presidencia, haciéndose con el gobierno de Canarias.

 

Cuando volví a encontrarme con los vascos les conté la conversación que había mantenido con aquel misterioso personaje. Todos concluimos o bien que el sujeto era un zumbado y estaba por allí porque no tenía nada mejor que hacer, o bien era de los servicios secretos o de cualquier otro organismo policial. Ambas cosas parecían posibles.

 

Una vez de vuelta a Tenerife, no había pasado mucho tiempo cuando el individuo se puso en contacto conmigo. Me dijo que iba a venir a la isla en breve y que quería que nos viésemos, porque tenía pensado hacerme una propuesta para llevar adelante el proyecto del que me había hablado en Santiago de Compostela. Quedamos en la cafetería del Olimpo en Santa Cruz, en la Plaza de la Candelaria. Le di las indicaciones pertinentes y colgué. Como aquello ya me estaba pareciendo muy raro, me puse en contacto con el profesor de la UNED Andrés de Blas Guerrero, al que había tenido ocasión de conocer en un congreso anterior. Él también se dedicaba a estudiar los nacionalismos y mantuvimos una relación esporádica y, sin embargo, amigable. Andrés de Blas era un intelectual vinculado al PSOE y, por tanto, yo suponía que debía tener buenas conexiones con gente del gobierno y de organismos estatales. Le conté toda la película y le di el número de teléfono de aquel individuo, a ver si me podía adivinar quien era el personaje misterioso. Andrés de Blas rápidamente me dijo que le sonaba todo a personaje del CESID, pero que de todas formas haría unas gestiones y me llamaría en cuanto supiese algo. Y, efectivamente, a los pocos días me llamó y me dijo lo que ya todos sospechábamos. Era un agente del CESID.

 

Me dispuse a ir al Olimpo a la cita con el agente de la TIA, aquella organización de agentes secretos de Mortadelo y Filemón. Y, cuando llegué y nos pedimos un café, yo permanecí en silencio cual mago desconfiado y dejé que él hablara. Entonces me hizo su propuesta. Quería que yo le hiciese informes quincenales de cómo evolucionaba la situación política en Canarias poniendo especial énfasis en el papel que juega Coalición Canaria. Los informes serían remunerados con cien mil pesetas a la entrega de cada uno de ellos.

 

A mí ahí ya se me vino a la mente toda la información que comenzaba a salir en prensa sobre el uso indiscriminado de los fondos reservados por parte de los distintos servicios policiales. Entonces desvelé lo que sabía. Y más o menos le dije: “usted no es investigador de la Complutense ni tiene beca del Banco de Santander. Usted es un agente del CESID”. El hombre me lo reconoció enseguida. Yo continué: “No me interesa su propuesta y no tenemos nada más que hablar. Le deseo buen viaje de vuelta a Madrid. Y no se preocupe por Coalición Canaria que no está entre sus ideas romper España ni nada por el estilo. Pueden ustedes perfectamente seguir ignorantes de la política en estas islas y no perder el sueño por ello.”

 

Y ahí acabó esta historia que parece de ficción pero que sucedió en el mes de octubre de 1993, hace ahora treinta años.

La gran borrachera del 23 de febrero de 1981

No sé cómo serán ahora los mandos militares ni, por extensión, los de la guardia civil, pero por mi contacto con ellos en 1980, cuando me to...