España y Cataluña tras el 20D

Las naciones se construyen políticamente cuando existe una voluntad decidida de hacerlo. Es el caso de la historia política de Cataluña y de España desde el inicio de la democracia en 1977, por no irnos a periodos anteriores a la dictadura. Los dos países tienen pulsos políticos diferentes, y cada vez que hay ocasión de plasmarlo se pone de manifiesto. Sobre todo este hecho cobra especial relevancia en momentos de cambio de sistema o de crisis, es decir, en situaciones fuertemente marcadas por tensiones y procesos de transformación.

Si tomamos las elecciones “constituyentes” de 1977 veremos como existe una tendencia diferente en los dos países. En Cataluña triunfaron las opciones socialistas y comunistas, alcanzado los primeros, bajo el liderazgo del PSC, que es un partido federado al PSOE, pero no es el PSOE propiamente, un 28% de los sufragios. El segundo partido más votado fue el PSUC (18%), que era el partido federado al PCE. Luego vino la UCD, el partido de Adolfo Suárez, con un 16%. Tras ellos una serie de formaciones nacionalistas, entre las que se encontraba Esquerra, y otras que obtuvieron el 5, 4 y 3% respectivamente.

Tal panorama de triunfo de las izquierdas socialistas y comunistas con un 46% del respaldo electoral, encendió la luces rojas en la sala de máquinas de los tripulantes de la transición, y les hizo ver la necesidad de traerse a Josep Tarradellas del exilio, para ponerlo al mando de la Generalitat y reconducir de esa forma la transición en Cataluña hacia el centro, porque había emergido del fascismo como una país de mayorías claramente de izquierdas.

En el caso España, o el resto del país, como prefieran denominarlo, la situación era justo la inversa. La primera fuerza fue la UCD (35%) de los sufragios, que junto con el 9% de Alianza Popular (antecesor del PP) sumaban una mayoría absoluta de 181 diputados, aunque UCD gobernó en minoría sin recibir el apoyo de Fraga.

A continuación vendrían cambios significativos a lo largo de las décadas siguientes, pero los comportamientos políticos de ambas poblaciones siguieron siendo opuestos, aunque la cesura se producía en torno al eje catalanismo/españolismo.

En estas elecciones, nuevamente, contemplamos la existencia de dos países bien diferenciados en términos políticos. Los comportamientos electorales así lo atestiguan. En Cataluña, En Comú-Podem (24%) gana claramente las elecciones. Segunda fuerza ERC (15%) igual que el PSC. La cuarta son los nacionalistas de derecha de DL, también con el 15%. La quinta Ciudadanos (13%) y, los últimos, el PP (11%). Este escenario es completamente distinto al producido en “España”, en donde la primera fuerza es el PP (28%), la segunda el PSOE (22%), la tercera Podemos y “amigos” con el 20%, 16,5% si restamos el 3,5% que aporta En Comú Podem. Tras ellos Ciudadanos (13%) e IU (3,6%).

Las mayorías sociales en ambos países tienen comportamientos marcados por las respectivas culturas políticas. Ello no quiere decir que tenga que haber una única salida al asunto en términos de independencia. A lo largo de los tres siglos desde 1714, con la que arranca la edad contemporánea y el centralismo borbónico en España, normalmente, los desencuentros graves se fueron solventado por vía de acuerdos. Sin duda, el periodo más dramático fue el de la guerra civil y la posterior dictadura.


El españolismo, que es una forma de ideología, y también de ejercicio del poder, ha contenido muchos elementos retardatarios para el desarrollo de la modernidad en España, y en consecuencia, para los pueblos que la habitan, incluido, por supuesto el catalán. Visto desde esa óptica, quizá no sea el problema central el catalanismo sino, por contra, lo sea el españolismo, de tal manera que para la propia España quizá fuese mejor ser más catalanistas y menos españolista, lo cual no debería de ser ningún problema serio para los españolistas, si tal y como ellos mismos manifiestan todos son españoles, incluidos los catalanes.

Carta a los indecisos. Razones para votar Podemos

Según publican las encuestas, el porcentaje de indecisos de cara a las elecciones del 20D, es muy alto, en torno al 40% de la ciudadanía, Paralelamente, nos hablan de unas expectativas de participación que ronda el 75% del cuerpo electoral. Por tanto, existe unos cuantos millones de electores que decidirán su voto a lo largo de estos quince días de campaña y, no es descartable que muchos lo ventilen el día de reflexión, porque en los tiempos que estamos viviendo, el único dato cierto es la volatilidad acentuada en todos los órdenes de la vida. Volatilidad en las finanzas, las modas, los gustos y también, no iba a ser menos, en la prioridades políticas. Esto que Zygmunt Bauman llama el mundo líquido aúna estas características, y otras muchas que no es menester tratar aquí.

Ante la magnitud de tales cifras, quiero expresar varias razones que pueden servir para abandonar la incertidumbre ante el 20D. No importa que luego sigan acumulando dudas. De hecho es bueno hacerlo. No hay que depositar confianzas para siempre ni incondicionales, sino de forma puntual y transitoria. Si luego las cosas no van como uno esperaba es bueno cambiar de opinión, y rearmarse de nuevas razones para otras ocasiones. El mundo de las verdades absolutas y las certidumbres permanentes forma parte del pasado. No volveremos a vivir en él nunca más.

Dicho lo anterior, la pregunta es ¿por qué debemos votar Podemos? En primer lugar, tenemos que decir que hay muchas razones para no votar por los otros y, desde luego, ninguna para hacerlo por quienes gestionaron tan mal la crisis financiera iniciada en 2007/2008. Los dos gobiernos que afrontaron la crisis lo hicieron, claramente, defendiendo los intereses de la banca privada, y castigando de manera muy dura a los asalariados, a los pequeños y medianos comerciantes y a los autónomos. Operaron como grupos políticos al servicio de las grandes corporaciones financieras, comerciales e industriales demoliendo, en parte, las históricas conquistas laborales y sociales, que se habían logrado tras decenios de luchas y privaciones bajo la dictadura y en democracia.

En segundo lugar, hay que decir que Podemos es, de todos los partidos concurrentes con opciones masiva de voto, el que mantiene una forma de financiación más transparente y democrática. No se endeuda con los bancos para hacer campaña y, por tanto, no tendrá luego favores que devolver. Esto en sí mismo es muy importante. Un partido, una empresa o una familia endeudada se ve obligada, en primer lugar, a trabajar para devolver las deudas, tiene a otro por encima, ante quien debe responder y dar cuenta. Este es el primer paso para la generación de corruptelas de variada procedencia y distinto alcance. Si no hay deudas en la financiación del partido, no hay obediencias externas a las que rendir pleitesía. En esa circunstancia, el partido se puede dedicar por entero a la defensa de su programa y a cumplir con su electores. 

En tercer lugar, Podemos propone un programa reformista y transformador de gran envergadura, en el que se apuesta por alternativas económicas y ecológicas de vanguardia, que ayudarán a colocarnos en situación de reactivar un aparato productivo potente, vinculado a la investigación y las energías limpias, apoyado en el capital cultural y científico, que hoy, desgraciadamente, se debate entre los trabajos basura, la emigración o el desempleo. Un programa que en estos temas nos colocará en sintonía con los países más avanzados del mundo, y ayudará a dar respuesta desde aquí a los desafíos globales, derivados del calentamiento global y el extremismo neoliberal.

En cuarto lugar, Podemos, es la opción claramente más favorable a reconocer los derechos nacionales de los pueblos que componen el Estado español. Este asunto posee un calado enorme en la historia contemporánea de España, y nunca fue abordado desde una óptica distinta a la imposición del nacionalismo español y de estado. Ahora es el momento de resolver de manera satisfactoria, democrática e integradora la cuestión de las nacionalidades. No está en el ánimo de los otros partidos con opción de gobierno hacerlo. No saben abordarlo, porque en realidad, a pesar de su nacionalismo español, no comprenden bien la historia de los pueblos de España. Podemos será un actor activo de gran valor en este asunto. Para empezar se configuró territorialmente, reconociendo de forma explícita las realidades políticas allí en donde éstas son fuertes. Catalanes, gallegos y valencianos van con sus marcas propias, referenciadas a Podemos en el ámbito estatal. Faltan algunos territorios: Andalucía, Canarias y el País Vasco. La historia sólo comenzó. El 20D es una primera parada. 

En quinto lugar, Podemos llevará a cabo una política social avanzada, con empleos dignos e igualdad de género. Las mujeres activistas del feminismo social y político trabajan desde dentro del partido para que ello sea posible. Asímismo se promueve la mejora del sistema de pensiones. No es posible ser un país puntero, estando rezagado en el vagón de cola en las políticas y los derechos sociales. Podemos nació entre otras cosas por eso, porque en las plazas durante el 15M se respiraba un deseo de cambio, en una sociedad que estaba sintiendo que el peso de la crisis lo soportaban todos, menos los responsables de haberla desencadenado.

En sexto lugar, la opción Podemos considera uno de sus objetivos centrales la lucha contra la corrupción. Este problema acentúa el descrédito de las instituciones, y baja la moral de la ciudadanía, que ve impotente como, en paralelo a los grandes recortes de derechos y de inversión pública, saltan escándalos, uno detrás de otro, que retratan a la estructura de poder de los partidos tradicionales, beneficiándose de estos brutales atracos al patrimonio común de los sufridos cotizantes a la arcas públicas.


Por último, y en séptimo lugar, Podemos estima que un avance sustancial de los derechos y la democracia en el Estado español, va asociada a un compromiso con una Europa que cambie el rumbo. Muchas son las fuerzas sociales y políticas que ya están planteando una mudanza en las políticas de la UE, para comprometerlas en un nuevo ciclo de crecimiento económico y de ampliación de derechos. Los países del sur de Europa han sido los primeros en organizarse para sumar sus energías a ese proceso. Primero Grecia, luego Portugal y esperamos que el 20D España, engrose esta nueva tendencia europea que desea retomar las grandes líneas maestras de la Europa social. Todos los desafíos que importan pasan por crear nuevas mayorías en el seno de la UE, a nosotros nos toca la responsabilidad de aportar desde aquí nuestra fortaleza, organización y, ahora, muchos votos para hacer posible una nueva correlación de fuerzas en el senado y el parlamento.

EE.UU., China, Rusia y lo poco que pinta la UE

La geopolítica hoy es un verdadero escenario global, mayor incluso que el que vivimos durante la guerra fría, cuando el mundo giraba en torno a dos bloques con epicentro en Europa. Ahora Europa es sólo una zona periférica de ese nuevo mapa de la política internacional. Y la tendencia no parece que vaya a cambiar en los decenios por venir.

Las dos grandes potencias que se disputan el poder mundial son China y los EE.UU. Además de ellos una serie de potencias mayores juegan un papel relevante. Una, por su poderío nuclear, es Rusia, la otra, por su poderío económico, es Alemania. Francia y Gran Bretaña mantienen un peso relativo, pero muy alejado de las primeras y de las segundas, y algunos países emergentes como Brasil e India enmarcados en el grupo BRICS, tienen aún que conquistar su futuro. Hoy por hoy su peso internacional no es relevante en el juego de fuerzas.

Las alianzas que se están dibujando tienen muy en cuenta el papel del comercio internacional como punta de lanza de sus respectivos proyectos, y el apoyo sólido de fuerzas armadas gigantescas y poder de destrucción inimaginable. 

China y EE.UU. capitanean las alianzas comerciales en disputa. Los primeros están impulsando lo que se ha denominado la nueva ruta de la seda, que consiste en unir China con la UE atravesando el Cáucaso, Rusia y Oriente Medio por ferrocarril, y por vía marítima, pretenden bordear el continente asiático, la península arábiga y adentrarse en el Mediterráneo. Esta nueva ruta de la seda unificaría a la gran mayoría de la población mundial, englobaría las zonas más ricas en recursos energéticos, y sería la espina dorsal de un gigantesco comercio mundial, que deja a los EE.UU, como zona periférica, alejado de la misma por las barreras oceánicas (atlántico y pacífico).

Los EE.UU negocian con la UE y con los países asiáticos acuerdos comerciales transatlánticos. Con los segundos el denominado Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) y con la UE el TIPP. Ambos están orientados a la expansión del comercio a través de los dos océanos, en donde los EE.UU son el pivote central. En los dos acuerdos China queda marginada. Esta sería la ruta de la seda norteamericana, y convertiría a los océanos en autopistas de comunicación, junto con los respectivos espacios aéreos.

En los dos escenarios el papel de la UE es secundario, y sobre todo el papel de los países europeos va de mayor a menor, siendo Alemania y otros pequeños países del norte, seguida de Francia y Gran Bretaña los mayores, y los países periféricos latinos y orientales los menores. La UE sin política exterior común y con pocas perspectivas de lograrla a medio plazo no puede hacer valer su peso económico, y esto es lo que explica la fractura europea en el nuevo escenario que se dibuja. Para tener política internacional propia y de peso la UE tendría que aumentar mucho su presupuesto destinado a los artilugios militares, y aún así tendrían que pasar unos cuantos años para ponerse a la altura de los grandes, manteniendo un gasto militar alto y sostenido en el tiempo. No parece que la opinión pública europea pueda ser convencida con facilidad para ello. Los únicos tres  ejércitos de peso real en el mundo son el de Rusia, el de China y sobre todo el de los EE.UU, que incluye a la OTAN. Es descartable que pueda haber una OTAN de obediencia europea, básicamente porque la OTAN es una fracción del Usarmy. El intento europeo de desarrollar su propio ejército fue la UEO, experiencia que quedó disuelta en junio de 2011.

El pulso habido estas últimas semanas en el mar de China Meridional en torno a las islas artificiales Spratly, en las que al parecer China construye puertos y aeropuertos, inquietó a los aliados norteamericanos de la zona, y estos enviaron un buque de guerra para advertir a los chinos de que la zona está en disputa y no piensan dejar de navegar por ella por considerarla aguas internacionales, hecho que enfureció al gobierno chino, que manifestó que los norteamericanos estaban entrando en aguas de soberanía China y “EE UU (se lo debe pensar) dos veces antes de actuar” así. De momento, en este caso y en otros habidos anteriormente, las escaramuzas no pasan de esas advertencias por ambas partes.

En el plano financiero la creación China del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras se ha convertido en un poderoso atractivo para que fluyan capitales de Europa y de los países asiáticos, con prontitud. Los Británicos son socios fundadores y tras ellos han llegado franceses y alemanes. El BAII es un paso muy importante para consolidar un área de libre comercio en Asia, bajo hegemonía china y en detrimento de la influencia USA. Ya tiene una capacidad de inversión enorme, siendo con la banca central china los principales inversores en la zona, por encima incluso del Banco Mundial, institución ésta de obediencia norteamericana. 


El mundo está siendo un verdadero tablero de juego en manos de las potencias, los continentes de menor peso como son África y America Latina, también se contemplan como territorio de disputa de los dos grandes. Mientras las rivalidades se diriman en el terreno comercial nos libramos de la guerra, pero ¡ojo! el terreno comercial potencia mucho el neoliberalismo y éste, a su vez, es un modelo de depredación gigantesca de recursos en todo el planeta, y responsable principal de los desafíos climáticos a los que se enfrenta la humanidad. El 30 de noviembre comienza en París una nueva cumbre sobre el clima. Los años pasan y las soluciones no llegan. Los expertos avisan de que nos encaminamos a una situación de inestabilidades atmosféricas de consecuencias impredecibles. Aún así creo que ya podemos afirmar que después de la cumbre todo seguirá igual, o peor, hasta la próxima cumbre. ¡Ojalá no! 

Cuarenta aniversario de los asesinatos de estado de Antonio González Ramos y Antonio Padilla Corona

En este mes de octubre se cumplen 40 años de dos asesinatos ocurridos en la isla de Tenerife, en el contexto de las luchas sociales y políticas de final del franquismo. Los hechos se relatan a continuación en un necesario largo artículo, del que he quitado las notas al pie para aligerar su lectura. Este texto es un resumen de uno de naturaleza académica, y de los epígrafes 2.1 y 6.3 del libro Tenerife en Rojo: Luchas obreras en la transición política, 1975-1977
En el pasado septiembre se cumplían igualmente 40 años de los últimos fusilamientos llevados a cabo por el franquismo. Sobre ello se ha escrito muchísimo, y este mismo año se ha editado nuevo libro sobre el asunto, titulado Mañana cuando me maten. Las últimas ejecuciones del franquismo 27 de septiembre de 1975, del periodista Carlos Fonseca. El trágico relato que se cuenta en ese trabajo, se refiere en exclusiva a las últimas ejecuciones formales, sancionadas de mala manera por juicios sumarísimos de nulas garantías jurídicas. Aquí nosotros tratamos las ejecuciones extrajudiciales acaecidas en esta isla un mes más tarde de aquellos trágicos asesinatos.
Espero que lo que sigue sea de su interés.

1.- El asesinato de Antonio Padilla Corona

El goteo de muertes violentas por acción de la policía, la guardia civil, o los parapoliciales durante el franquismo, no cesó nunca. Se ha escrito recurrentemente que en su fase final la dictadura redobló su pulsión asesina. De esta manera, a los asesinatos por tiroteos en manifestaciones o en protestas obreras, se sumaron las ejecuciones que el estado llevó a cabo en marzo de 1974 y en septiembre de 1975. En las primeras fueron ejecutados, por medio de garrote vil, dos personas. La primera, el militante anarquista catalán Salvador Puig Antich y la segunda, un supuesto delincuente común que pasó con el nombre de Heinz Chez, aunque su verdadero nombre era el de Georg Michael Welzel, y no era polaco como dijeron las autoridades españolas, sino ciudadano de la República Democrática Alemana. El ministro franquista de Planificación y Desarrollo en 1974, muerto en febrero de 2009, dio algunas explicaciones referidas a estas dos condenas de muertes. Dijo, Joaquín Gutiérrez Cano: “Este tipo (Heinz Ches), como Puig Antich, eran los enemigos del sistema y el sistema tenía que defenderse (…) Una anomalía, a mi no me preocupa un hombre así, éste es un desgraciado que mata a un servidor de la ley, pura y simplemente, y entonces tiene que ser castigado y entonces ¿qué se emplea? Pues se llega a la conclusión de que hay que castigarle con la pena de muerte. Así es, guste o no guste. Yo estoy perfectamente satisfecho. Cumplimos. Además, nadie salió en defensa de un delincuente como era este, no sé si asesino, en todo caso, un delincuente. Y se aplicó con la gravedad correspondiente, como le pasó a Puig Antich, otro igual.” Es la perfecta lógica del estado totalitario, que en octubre de 1975, será aplicada en los asesinatos de Antonio González Ramos, obrero y militante comunista, y de Antonio Padilla Corona, obrero sin filiación política. 
Previo a ello, el 27 de septiembre de 1975, llegaron las ejecuciones de los militantes del FRAP y de ETA, amparadas por una legislación retocada justamente para la aplicación in extenso de la pena capital. El activismo armado se había incrementado notablemente contra la dictadura, también el activismo no armado, que emergía en cada rincón y en cada protesta obrera o social. El Régimen se veía acosado entre las acciones de unos y de otros y para contraatacar aprobó el Decreto Ley 10/1975, conocido como “ley antiterrorista”, con el que pretendía frenar por la vía represiva, incluida la pena de muerte, el ascenso de las luchas en todo el estado. El decreto se aprobó el día 26 de agosto y el 27 se puso en marcha con el cierre y multa de algunos medios de comunicación. El preámbulo justificaba la ley con un ejercicio de cinismo de derecho comparado, arguyendo que en otros países también existen leyes especiales para “hacer frente a la violenta ola de terrorismo que vienen padeciendo”. Y eso lo decían quienes no habían dudado en iniciar una guerra civil de casi tres años de duración y centenares de miles de víctimas y, posteriormente, una larga dictadura que en sus diez primeros años de existencia causa otros tantos centenares de miles de víctimas. La legitimación de origen y el propio desarrollo posterior de los sistemas demoliberales y el fascismo español, resultan ser a ojos del Régimen sólidos “estados de derecho”. El estado fascista español se considera así mismo un estado de derecho, y así lo recogieron repetidamente durante la puesta en práctica de la política “antisubversiva” de última hora. En el mismo preámbulo, el Decreto Ley 10/1975, dice: “El Estado de Derecho debe conformar sus defensas jurídicas a la naturaleza de los ataques que recibe”. El aparato franquista, incluso, dice tener que refrenar las demandas de mano dura que la sociedad, comprensiblemente, puede pedir, y no vaciar así de contenido ese imaginario, apostillan, estado de derecho: “La justa irritación que los atentados terroristas provocan en la comunidad puede incitar a la propia sociedad a apetecer normativas legales y actitudes de gobierno que impliquen un freno al natural desarrollo político del estado de Derecho”. 
La diatriba no va dirigida sólo a los grupos armados que operan contra la dictadura, sino contra todos los grupos de oposición que permanecen ilegalizados y en la clandestinidad. La vuelta a los principios fundadores no sólo desdecía el pretendido estado de derecho en que se encontraba el país, sino que desempolvaba y daba lustre a los principios fascistas del mismo. Volver a la ley de 9 de febrero de 1939, llamada de Responsabilidades Políticas era, ni más ni menos, volver a comenzar la historia lúgubre del fascismo español. “Próxima la total liberación de España, el Gobierno, consciente de los deberes que le incuben respecto a la construcción espiritual y material de nuestra Patria, considera llegado el momento de dictar una ley de Responsabilidades Políticas, que sirva para liquidar las culpas de este orden contraídas por quienes contribuyeron con actos u omisiones graves a forjar la subversión roja, a mantenerla viva durante más de dos años y a entorpecer el triunfo providencial e históricamente ineludible, del Movimiento Nacional, que traduzca en efectividades prácticas las responsabilidades civiles de las personas culpables”. Esta ley, concluye el mismo preámbulo, será, “uno de los más firmes cimientos de la reconstrucción de España”. 
Esta ley es la que vuelve a ponerse en vigor tras la promulgación del Decreto Ley 10/1975, de tal forma que la persecución se mantiene contra todos los mismos enemigos de 1936, más los nuevos surgidos bajo la dictadura. Así lo señala explícitamente en su artículo cuarto: “Declarados fuera de la ley los grupos u organizaciones comunistas, anarquistas, separatistas y aquéllos otros que preconicen o empleen violencia como instrumento de acción política o social, los que organizaran o dirigieren estos grupos, los meros afiliados y los que, mediante sus aportaciones en dinero, medios materiales o de cualquier otra manera auxiliasen al grupo u organización, incurrirán respectivamente en el grado máximo de las penas previstas en el Código Penal para las asociaciones ilícitas de aquella naturaleza. A quienes, por cualquier medio, realizaren propaganda de los anteriores grupos u organizaciones que vaya dirigida a promover o difundir sus actividades, se les impondrá la pena correspondiente a tal delito en su grado máximo”. 
El acoso a la oposición pasaba también por reducir “derechos” a los ciudadanos sin responsabilidad política de ningún tipo. “Ningún ciudadano honrado y patriota va a sentirse afectado por la circunstancial disminución de sus garantías constitucionales que los preceptos del presente decreto implican”. La aplicación de aquel decreto-ley generó un estado de guerra latente, en la que cualquier persona podía ser víctima mortal de la misma. Asesinatos judiciales y extrajudiciales cometidos contra personas comprometidas política o sindicalmente, pero también sobre personas que no tenían ese tipo de compromiso y que tuvieron la mala suerte de encontrarse por el camino, en el caso que aquí contamos, con guardias civiles pletóricos de soberbia, poder e impunidad que el estado, y esta ley específicamente, les otorgaba. Hicieran lo que hicieran sus acciones iban a quedar impunes. No habría juicio contra ellos, y si lo hubiera no sería nada más que una farsa de tribunales militares, con jueces militares y abogados militares representando un simulacro en el que los condenados lo eran de antemano y los exonerados también.
La ley abría un resquicio para arrepentidos que estuviesen comprometidos en la denuncia de sus propias actividades y en las de sus excompañeros, para facilitar de esa manera la acción represiva de la policía o de la guardia civil, en la localización y detención de los mismos. Por otra parte, la ley castigaba con la máxima severidad, “pena de prisión mayor”, a quienes socorriesen de alguna forma a los activistas clandestinos, bien alojándolos en su casa o en otra de su responsabilidad, o los ayudasen en desplazamientos o les guardasen materiales “subversivos” de la naturaleza que fuera. Aquí está el caso de Antonio González Ramos que comentaremos más adelante. Pero en el caso de Antonio Padilla Corona la ley se le aplicó de manera sobrevenida, una vez que ya había sido asesinado. El caso se adscribió a la justicia militar “por el procedimiento sumarísimo”.
El asesinato extrajudicial, más tarde convenientemente remozado de articulado y paripé jurídico, fue un recurso represivo relativamente común durante la dictadura. El asesinato extrajudicial es un mecanismo usado, de forma preferente por las dictaduras, para eliminar a individuos desviados y de conductas consideradas como impropias o peligrosas. Este tipo de muerte produce menos ruido social que la ejecución legal, sobre todo porque nadie se entera de lo sucedido, aunque pueden ser castigados con la misma tanto perseguidos políticos como pequeños delincuentes, homosexuales, pordioseros, prostitutas y, en general, un amplio abanico de candidatos que se encuentran a merced de la impunidad y la brutalidad policial. Si en el estado liberal la biopolítica es sobre todo reguladora y planificadora de la vida, en el estado totalitario la biopolítica se transforma en tanatopolítica. 
El clima de terror generado en los últimos meses de la vida del dictador, creó el ambiente propicio para que la guardia civil asesinase a Antonio Padilla Corona, y el acto pudiese ser escondido bajo el secreto sumarial de un juicio sumarísimo por un tribunal militar, negando asistencia letrada civil y dándole largas a la familia, la cual nunca recibió indemnización alguna por tal suceso, de lo que no cabe más razonamiento que extraer que el muerto fue declarado culpable y los asesinos inocentes, en esa lógica siempre perversa de la justicia al revés, a la que el franquismo se apuntó desde la primera hora del golpe militar de 1936. 
La prensa insular había insuflado ánimo a los partidarios de las medidas represivas, jaleando al dictador y a la nueva normativa represiva, convocando actos de exaltación patriótica y masivas marchas de filiación fascista, y propiciando el clima necesario para la represión subsiguiente. En la portada de El Día el miércoles primero de octubre de 1975 se decía: “Ahora quizá sea la hora exacta en que más sentido de la unidad y de la unión tenemos que sentir y demostrar ante nosotros mismos y ante quienes, por todos los medios, buscan la división entre todos los españoles”. 
Con ello se refería, lógico está, a la oposición interna al régimen, pero también a la protesta que todos los países del entorno, incluido el Vaticano, hicieron por la ejecución de los cincos activistas del FRAP y de ETA en el mes de septiembre. Las protestas internacionales incluyeron boicots diplomáticos y violencia contra las embajadas españolas en varios países, a la par que gigantescas manifestaciones en países europeos contra el régimen del general Franco. La defensa cerrada de la dictadura, a la que se sumaron los medios de comunicación insular, incluyó la convocatoria de una manifestación en la Plaza Weyler, emulando la de la Plaza de Oriente en Madrid, organizada, según la prensa, de “forma espontánea y solidaria”, lo cual tenemos que poner en duda si nos atenemos a la misma información en la que se narra como a iniciativa del Consejo Provincial de los Trabajadores y la Delegación Provincial del Trabajo, junto con el Consejo Provincial de Empresarios daban permiso para que los trabajadores pudiesen asistir a dicha concentración, a la que además se sumaban los ayuntamientos, la Jefatura Provincial del Movimiento, el Gobierno Civil y la Capitanía General. Curiosa forma de protesta espontánea ésta en la que la propia delegación de trabajo emitía un comunicado que hacia llegar a todas las empresas, que decía: “Estando prevista la celebración de una manifestación patriótica para las trece horas de hoy día 1 de octubre, que tendrá lugar en la Plaza Weyler ante la Capitanía General de Canarias, esta Delegación autoriza a todas las Empresas en general, para conceder permiso desde las 12 horas a los trabajadores a su servicio, con objeto de que los mismos puedan asistir a dicho patriótico acto”. 
Con eso y todo fueron quince mil las personas congregadas, a tenor de las cifras dadas por la prensa oficial, las cuales seguramente eran mucho menos, igual que el millón que se dijo que había en la Plaza de Oriente fueron aproximadamente doscientas mil, como años después se calculó de manera más objetiva teniendo en cuenta la extensión del lugar que las albergaba. Lo sobresaliente para el caso es que la convocatoria no aglutinó a una concentración excesivamente numerosa de personas, si tenemos en cuenta los permisos de trabajo y la cobertura que dieron las autoridades. 
En la concentración hubo dos intervenciones, primero la del Gobernador Civil y jefe provincial del Movimiento, Modesto Fraile Poujade, y tras él lo hizo el Capitán General de Canarias, Ramón Cuadra Medina. Ambos, desde el balcón de la Capitanía General dirigiéndose a la multitud, que por su parte, alardeaba de españolismo y apoyo al dictador con pancartas y vítores. Los eslóganes escritos sobre tela blanca decían; “No a la intromisión extranjera. Arriba España”; “Voluntarios del 18 de Julio”.
En la intervención del Gobernador Civil se repitieron todos los tópicos al uso que el franquismo utilizaba en momentos de aislamiento internacional, y siempre redundando en la vuelta a los orígenes de la guerra civil, vislumbraban al enemigo eterno de España asechando tras las protestas del mundo entero: “Son estos enemigos derrotados, quienes no nos perdonaron nuestra paz, nuestro decidido impulso de marcha. Quisieran ver otra vez a España desintegrada, inerte, sin espíritu, para así convertirla en propicia víctima de sus ambiciones”. 
La obsesión por los espíritus es un fenómeno redundante en la mentalidad de los golpistas del 18 de julio. Sobre cada acontecimiento que han protagonizado siempre han descubierto un espíritu que lo guía y lo ilumina. El espíritu del 18 de Julio, el espíritu del 12 de febrero, el espíritu de la transición. Lo llamativo del discurso del Gobernador Civil, además de su espíritu, es cómo vuelve de manera natural a los principios fundadores del régimen y a la justificación de su cruzada nacional. Esto está muy en consonancia con la vuelta a la ley de febrero de 1939 que comentamos más arriba. “El pueblo español está unido y firme (...) de nuevo la conjura será estéril”. La misma conjura de siempre, piensan, por eso la necesidad de desempolvar las leyes de siempre. Tras el Gobernador Civil tomó la palabra el Capitán General, que refiriéndose de manera laudatoria a su predecesor en el uso del micrófono, agradecía las muestras de amor patrio constatando que “una España unida, grande y libre, sigue siendo vuestro empeño” Tras pronunciar la famosa consigna advirtió a los enemigos sobre la futilidad de sus intenciones y remarcó la unidad de la “familia española” en su apoyo al Régimen y a su Caudillo. Dijo que haría saber al propio Franco de la lealtad de Tenerife antes de concluir con los vítores correspondientes a la patria y a su guía. Tras el canto del cara al sol “la muchedumbre se retiró a su domicilio”. 
En días posteriores la campaña continúo. Tras un atentado de ETA en el que mueren tres guardias civiles, “tres héroes del orden”, se intensifica la campaña mediática y de las instituciones estatales “para el exterminio y la erradicación del terror”, lo que en su vocabulario significaba la exterminación de toda la oposición al régimen. 
El caso analizado aquí trata de un obrero que fue asesinado por la guardia civil tras dispararle a quema ropa, cuando el sujeto huía tras ver que era perseguido por el coche de la guardia civil. Antonio Padilla Corona era cabuquero en galerías de agua, y había cogido unos cartuchos de dinamita para ir a pescar (una práctica bastante común en aquellos tiempos), cuando tuvo la mala fortuna de encontrarse con una pareja de la benemérita en el municipio de Adeje en el sur de la isla de Tenerife, lugar al que se había desplazado desde su localidad habitual en La Mantanza de Acentejo.
Mientras iban caminando vieron cómo se acercaba el vehículo de la benemérita y “como mi hermano era una persona que todo le deba miedo, pues vio la guardia civil y cogió y tiró el paquete de dinamita, a una engullera que había por debajo de Mar Azul”. La guardia civil se percató de que Antonio Padilla había tirado algo a la cuneta. Dieron la vuelta y se pararon al lado de los caminantes: “-¿Qué tiraste? -Y mi hermano se zafó y entonces jaló por la pistola y le dio el tiro y lo mató. Después, los otros dos que venían con él corrieron. Echaron a correr para unas plataneras que hay, y ellos se liaron a tiros con ellos, los tiros eran como una película del oeste, vaya. ¡Fíjese usted y escaparon! No le dieron porque había platanera y le daban a los plantones, porque si no los hubieran matado también a los otros dos”.
La hermana del asesinado y nuestro testigo en este caso, opina, que el hecho de que la guardia civil actuara de esa manera, que disparase a bocajarro a su hermano y que intentase matar a los otros dos acompañantes, se debió al clima político que se vivía en esas fechas. “Porque no sé si usted recuerda, que en el 75, había terrorismo, y entonces(…) Franco dio carta blanca para disparar a matar, ¿me entiendes? Por eso, ellos dispararon a matar. Tenían autorización”. El asesinato fue consecuencia del clima represivo creado, y tuvo un componente clasista notable. Aunque Antonio Padilla Corona no fuese activista político pagó como si lo fuese. “Lo que hicieron con mi hermano fue un asesinato como hicieron con este señor, con el otro Antonio que mataron dos días después que mi hermano. Yo fui a Santa Lastenia a ver a la familia y les dije lo que había pasado con mi hermano también”.
Tras el asesinato de Antonio, la guardia civil se personó en la casa familiar en La Matanza de Acentejo, preguntándole a la hermana si sabía en dónde se encontrada su hermano, a lo que ésta interpeló sobre cuál era el motivo de que estuviesen buscándolo si “nunca se ha metido en problemas de ninguna clase”. La guardia civil le contestó que era un asunto de rutina y que no debería de preocuparse de nada. “¡Fíjese usted! Mi hermano estaba ya muerto. Ni siquiera dijeron, miren su hermano(…) ¡Para que usted vea! Dice, ¿a qué hora viene él? Le digo: a las 4 de la tarde más o menos. Dice: bueno cuando venga le dice que pase por el cuartel”. Ese mismo día, un poco más tarde, la guardia civil llama a la cuñada de Antonio y le da la noticia de que el hombre había muerto cuando se disponía a tirar unos cartuchos al mar. Le relata que de manera desafortunada la dinamita había explotado antes de tiempo llevándose por delante la vida de su familiar. Más tarde testigos del suceso le comentaron la verdad a la familia y le narraron el caso tal como había sucedido. Toda la familia se desplazó al cementerio de Adeje, en donde estaba el cadáver de Antonio: “Cuando llegó mi hermano, el se tiró, porque ellos eran carne y uña, mire eso era carne y uña, él se tiró a la tierra del cementerio. Habían más de 40 guardias civiles, en el cementerio de Adeje. Y cuando eso era Franco, pues mi hermano los llamó hijos de puta y de todo. Ellos no abrieron la boca, no abrieron la boca, mi hermano se botó a la tierra y así: ‘mataron a mi hermano hijos de la gran puta, verdugos’, y ellos no abrieron la boca”. 
Los otros dos acompañantes de Antonio se presentaron al día siguiente en el cuartelillo de la guardia civil y tras pasar dos días en la cárcel fueron dejados en libertad. No hubo indemnización ni de la empresa ni del estado. Todo quedó sepultado bajo el silencio del consejo de guerra. Cuando en las semanas sucesivas la familia intentó seguir con el proceso obtuvo como respuesta la negativa absoluta. No tenían derecho a nada. El guardia civil que asesinó a Antonio fue traslado a la Península y la Capitanía General dio carpetazo al asunto. 
El abogado que la familia contrató para combatir el desamparo y en un intento por reclamar justicia por la muerte de su allegado, fue Ramón González de Mesa, conocido letrado de la ciudad de La Laguna, de honorable familia de la derecha insular, y por eso se suponía que con mayor posibilidad de ayudar a la víctima. Pero el letrado no pudo asistir a la familia porque según el código de justicia militar la acusación particular no podía personarse, sólo la defensa del imputado podía hacerlo, es decir, la defensa del guardia civil, aunque sí podía ir como testigo el letrado de la acusación. El juez togado militar le informó al abogado González de Mesa que el caso iba a ser sobreseído, porque la muerte sería considerada producto de un accidente, “que fue para asustar, un tiro al aire”. El abogado cuenta que el juez togado le dijo que iría a hablar personalmente con el Capitán General “para que por lo menos se indemnice a los herederos de la víctima, porque el juicio no se va a celebrar, porque el fiscal ha pedido el sobreseimiento de la causa por tratarse de una acción accidental de la guardia civil”. Tras ello el abogado dice que se hicieron todos los trámites para que la familia fuese indemnizada, aunque ésta niega haber recibido dinero alguno, y recordó la frase que le dijo el juez militar “a ver si hay fondos para poder acallar en lo posible este asunto”. Pero por los resultados obtenidos se ve que no había fondos para este asunto, o quizá valoraron que como el caso no había despertado ningún interés ni en la prensa ni en la sociedad, y que la familia no tenía recursos para cambiar la marcha de las cosas, decidieron ahorrarse los gastos innecesarios. Así quedó el asunto. Tres días después fue asesinado bajo tortura el militante comunista Antonio González Ramos en las dependencias del Gobierno Civil de Santa Cruz de Tenerife, dos asesinatos en la misma semana, productos de un mismo clima de terror generado por el fascismo acorralado.

2.- El asesinato de Antonio González Ramos 

Acaecido el 29 de octubre de 1975, sobre el asesinato de Antonio González Ramos se han escrito algunas páginas. Su militancia política facilitó su merecido recuerdo. Con Antonio González Ramos, el uso de la violencia policial está asociado al proceso de luchas obreras en la transición democrática. “Antonio intervino en la creación de Comisiones Obreras en la isla. Trabajó también en el movimiento vecinal, en el barrio de La Laguna en donde vivía, haciéndose acreedor al cariño y respeto de sus vecinos”. 
Había retornado de Alemania en donde estuvo trabajando y se había afiliado al PCE. Cuando volvió a la isla su actividad política la desempeñó en el PUCC, Partido de Unificación Comunista de Canarias, una de las tantas escisiones del PCE en los albores de la transición a la monarquía.
Al poco tiempo de llegar a Tenerife entró a trabajar en la fábrica de tabacos Philip Morris, y allí junto con otros compañeros anticipó el ciclo de luchas del sector, demandando un convenio colectivo en las semanas finales de 1974. Antonio González fue uno de los obreros despedidos. 
Tras su detención, en la versión oficial que inmediatamente la policía hizo publicar en la prensa insular en la sección de sucesos, se dijo que se había descubierto un depósito de propaganda subversiva. 
En la nota referida al asesinato, la delegación especial de la Dirección General de Seguridad, informó que tras una brillante operación policial se había descubierto en Tacoronte “un depósito de propaganda subversiva de la Organización clandestina del Partido Comunista español, documentos y archivo, perteneciente al mismo y cartuchos de dinamita plastificada en el domicilio de Andrés Díaz Armas”. En el comunicado gubernativo se decía que los cartuchos encontrados iban a ser utilizados para volar “un determinado garaje de servicio público”. Y también en el informe anual del Gobierno Civil se vuelve a reincidir en el mismo argumento inventado, cuando se dice que, “en octubre es desarticulado un grupo terrorista, de matiz comunista, ocupándosele material explosivo para actos de sabotaje”. Un argumento completamente infundado, porque el uso de la dinamita en la época era bastante habitual para la pesca, y era un recurso utilizado con frecuencia por las clases obreras al objeto de complementar las dietas alimenticias, y sacarse un sobresueldo porque el ganado en el trabajo no daba para llegar a fin de mes. Es un caso bastante parecido al de Antonio Padilla Corona. El Gobierno Civil relata la historia fantasiosa de que mientras conducían al detenido a las dependencias policiales se arrojó del vehículo y murió. Como para quitarle importancia al asunto se continúa relatando la posible detención de más sospechosos. Todo aquello quedó desmentido por las investigaciones posteriores, y se supo que Antonio González Ramos fue torturado por el inspector-jefe de la brigada político social de Tenerife, José Matute Fernández, y que falleció por las lesiones producidas en el interrogatorio.
El juez de la Audiencia de Tenerife Rodolfo Soto Vázquez, el 2 de diciembre de 1975, dictó auto de procesamiento contra Matute y también contra el cabo primero de la guardia civil José González Álvarez “por existir indicios racionales de la comisión de un delito de coacción y otro de homicidio en la persona de Antonio González Ramos, decretando la prisión provisional del primero y la libertad provisional del segundo”. El juez se encontró, una vez abierto el sumario, con que los agentes que iban a ser interrogados, los guardias civiles y los miembros de la brigada de investigación social, estaban recibiendo llamadas anónimas amenazándolos de muerte si decían la verdad en los interrogatorios. Estando en prisión provisional y aún pendiente de que se celebrara el juicio, Matute recibe la gracia del estado y es amnistiado igual que el cabo de la guardia civil procesado, acogiéndose al artículo segundo apartado e de la ley de amnistía de 15 de octubre de 1977, cuyo párrafo dice que serán amnistiados: “los delitos y faltas que puedan haber cometido la autoridades, funcionarios, y agentes del orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta ley”.
La tragedia de Antonio González Ramos fue relatada luego profusamente, tanto por los camaradas de partido, como por periodistas que se interesaron por el caso. En el relato que hace Antonio Ojeda para la revista Cambio 16, queda claramente expuesto como fue asesinado el obrero tinerfeño. “Me llamo Antonio González y soy comunista repetía en el suelo mientras el inspector Matute saltaba con sus rodillas sobre la caja torácica y la boca del estómago hasta que, con el pecho aplastado, murió”. 
Luego el cuerpo fue trasladado al cementerio de Santa Lastenia en Santa Cruz, y lo dejaron “allí botado sobre unas tablas de cajón” relataba la viuda al periodista que la entrevistó. El cuerpo fue trasladado a La Laguna y enterrado en el cementerio de dicha ciudad.
Cuando asesinaron a Antonio González Ramos paralelamente fueron detenidas unas cuantas personas, entre las que se encontraba el letrado Alfredo Horas Casanova, el principal abogado del despacho laboralista que había defendido a los trabajadores de la Philip Morris y, por tanto, al propio Antonio González Ramos. Estuvieron encerrados en las dependencias policiales durante 10 días, “10 días encerrados sin hablar con nosotros, en la celda, ni nos interrogaron. Nos detuvieron para que no montáramos nada a raíz de la muerte de Antonio”.
El asesinato de Antonio González se produjo a raíz de accidentes fortuitos que desgraciadamente desembocaron en tragedia. Como los núcleos organizados del movimiento obrero, además de trabajar en las fábricas y en los centros de trabajo, extendían sus conexiones hacia los barrios y los problemas vecinales, incorporaban multitud de gente diversa. En el caso que nos ocupa, Antonio había repartido propaganda del “partido” a un vecino de La Montañeta en Aguagarcía, municipio de Tacoronte, llamado Andrés Díaz y éste a su vez la había guardado en un gallinero en la trasera de su casa, junto a unos cartuchos de dinamita procedentes, o sustraídos, de las galerías de agua. La presencia de los cartuchos la explica el uso que se hacía de ellos para la pesca. El asunto se complicó cuando: “El hijo de Andrés, que era un chiquillaje del carajo, lo coge la guardia civil, lo coge conduciendo sin carnet, le empiezan a dar hostias y el tío ofrece que si no le dan más hostia delata al padre. Delata al padre, la guardia civil va allí y encuentra los panfletos, los cartuchos de dinamita, le dan palos a Andrés hasta que confiesa que quien se los pasó era Antonio. Van por Antonio, lo detienen como a las 10 u 11 de la noche y lo matan esa misma noche a base de palizas”.

La brutalidad policial convertía, una vez más, unos hechos fortuitos en una tragedia. El clima de terror generado por el fascismo en 1975, y el apoyo que en la isla recibió de la oligarquía y de los medios de comunicación, sirvió de coartada y de excusa para fomentar los actos de terrorismo de estado, y los asesinatos extrajudiciales.

La Capitanía General de Canarias, un mal mayor para Santa Cruz. Y porqué la plaza Weyler podría llamarse Wailers.

La institución militar conocida como Capitanía General de Canarias, ha sido históricamente un lastre tremendo para el normal desarrollo de la democracia en la ciudad, la isla y el archipiélago. Lugar de destino de peligrosos deportados, que luego tramaron desde aquí ignominiosas gestas, fue antes de eso, también, un centro de acogida de los militares españoles que gobernaban las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. A medida que España iba replegándose como potencia colonial, Canarias, “el codiciado archipiélago que nos queda en las soledades del atlántico”, al decir del militar granadino Ruiz Aguilar, iba convirtiéndose en el último lugar de recepción de unos militares a los que ya no querían en ningún lado. Y, así, en ese recular incesante, caímos en ser el destino, parece que eterno, del más infame de todos los militares españoles expulsados de las colonias en el siglo XIX. Era Valeriano Weyler, y su nombre permanece clavado en la plaza principal de la ciudad como castigo imperecedero para los habitantes del lugar.

Hay un poema del venerable Nicolás Estévanez y Murphy que lo retrata de forma inmejorable: "Mirada de reptil, cuerpo de enano, / instinto de chacal, alma de cieno, / hipócrita, cobarde, vil y obsceno, / como el más asqueroso cuadrúmano. / Azote un tiempo del país cubano, / a todo noble sentimiento ajeno, / hasta el mismo Satán convierte en bueno / esa excrecencia del linaje humano. / Ruinas, desolación, hambre y miseria / las obras son que a ejecutar se atreve / ese montón de vil materia. / ¡Y a un monstruo tal, con intención aleve, / el Gobierno de Cuba encarga Iberia / al acabar el siglo diez y nueve!”.

Ya ven, Nicolás Estévanez, lo conocía bien. Militar que también estuvo en Cuba, coetáneo del depravado Weyler, y conocedor de las atrocidades que este cometió en la guerra de independencia de la gran antilla, nos advierte acerca de a quién glorificamos poniendo su nombre en un lugar simbólico de la ciudad. 

La única lectura posible de que esto suceda así, es porque la Capitanía General de Canarias sigue teniendo un poder enorme en Santa Cruz de Tenerife. Aunque a los alcaldes los elija la gente, el verdadero poder sigue residiendo en el lugar de siempre. No creo que sea la sonoridad del apellido lo que lleva a mantener su nombre en la plaza pública, para vergüenza de las personas de bien. Si tal fuese el caso propongo que con parecida sonoridad se pase a llamar dicha plaza,Wailers. Aquellos isleños que acompañaban a Bob Marley, y que tanto ritmo han puesto en nuestras vidas, serían mucha mejor carta de presentación que este representante del colonialismo abyecto.

¿Podemos, Neojacobinismo o reconocimiento de las realidades territoriales?

Tener una perspectiva desde Canarias de lo que sucede en el ámbito de la política estatal se convierte muchas veces en una tarea hercúlea. A la inversa, tener una visión desde el centro de la política en Canarias, es, a la vista de la experiencia, imposible. Da igual la preferencia ideológica que acompañe a dicho esfuerzo. La derecha españolista, tradicionalmente, incapaz de comprender Canarias. La socialdemocracia tan federal para otros territorios es en esta Islas, sucursalista y dependiente políticamente. El comunismo y su herencia (IU), de manera similar adolece de una comprensión canarista y, finalmente, el emergente Podemos, plurinacional y posmoderno para el conjunto del Estado y de las nacionalidades que lo componen, es torpe, centralista y jacobino en estas Islas. 

Siendo como es la dirigencia madrileña de Podemos, experta en las Ciencias Políticas y en el análisis de la realidad decolonial y transmoderna de América Latina, no se explica uno muy bien cómo puede ser tan dejada con el caso de estas Islas. ¿Tenemos, acaso, como eterna condena tener que pelear nuestra identidad política en cualquiera de los escenarios que se abran en el Estado Español? Parece que sí. Y cada vez comenzando desde el punto cero. No habría mejor ejemplo de Sísifo que esto.

Cuando leemos los editoriales de la prensa de referencia que resaltan los argumentos de la dirección de Podemos, oímos constantemente la referencias a Catalunya, Euskadi, Galicia, últimamente a Valencia -que vuelve a ser el País Valenciá-, Baleares, e incluso otros territorios que bien merecido proyectan su lado identitario-político. Sin embargo, Canarias no está nunca referenciada. La pregunta que me asalta es: ¿Por qué?

¿No saben nada todas estas personas que están al frente de Podemos de la historia política de estas islas del último medio siglo? Doy por hecho que de ahí para detrás efectivamente lo ignoran todo. Pero la cuestión es si en el proyecto que se oferta para liderar un cambio político de envergadura en el Estado, la comunidad que habita nuestro Archipiélago va a estar de nuevo relegada al pelotón más parsimonioso y menos reformador en la nueva situación. Canarias corre el riesgo por estas circunstancias de verse otra vez descolgada del diseño de un nuevo mapa de poder territorial en el Estado. Ya ocurrió durante la tramitación de la autonomía entre 1979 y 1983, en que se nos descabalgó del grupo de autonomías avanzadas, para recolocarnos en un camino intermedio entre éstas y las del modelo retardatario. 

Quizá estamos muy lejos, quizá significamos poco en el conjunto estatal, quizá da exactamente igual lo que ocurra aquí. Quizá somos el territorio más atrasado entre los atrasados. Pero son precisamente todos esos quizás, los que hacen urgente tomar conciencia de que la historia no puede ni debe repetirse. Un paro altísimo, un nivel de formación medio-bajo, una destrucción del territorio galopante, problemas de orden geopolítico crecientes por la inestabilidad de la ribera africana en la que nos encontramos, un territorio estructuralmente desagregado, sin mares interiores, por los que se escapan recursos y se nos aproximan peligros militares y medioambientales, se contrastan con un potencial de resolución de estas problemáticas bastante alto. Con más autonomía, con mares interiores, con un modelo energético sustentado en las renovables, con un nuevo enfoque sobre la explotación de la industria turística más integrado y engrasado con el sector primario, encontremos soluciones factibles, pero siempre que tengamos la herramienta política precisa para poder llevarlo a cabo.


Pero para eso tenemos que fortalecer nuestra identidad política, claro que enmarcada y apoyada en la que se desarrolla en el conjunto del Estado, pero con personalidad propia. No se puede relegar a las Islas en el nuevo escenario de cambio, que no se dará impulsado desde una perspectiva neojacobina o, peor, tardocolonial. Tenemos la obligación de estar en el nuevo proceso siendo protagonistas de él; y para ello tenemos que tener una herramienta política propia, de identidad política canarista. Podemos, que nació con voluntad de transformación para España, debe también saber reubicarse en este archipiélago, tal y como lo hace en las otras nacionalidades del Estado.

Ciudadanos (C's) y la violencia del nacionalismo español

Algunas cosas parece que no terminan de cambiar nunca. El nacionalismo español es poco democrático y permanece anclado con tics de violencia estructural. Sólo basta una pasada por las hemerotecas para leer como los militares españoles a poco que determinadas reclamaciones periféricas se concreten, se muestran prestos a desenfundar y poner orden. ¡Y ya han pasado cuarenta años desde que Franco muriera! Lo último sonado fue cuando el presidente Zapatero tuvo que pedir a Bono que silenciara los ruidos de sable ante la aprobación del estatut de Catalunya en 2010.

Me viene a la memoria el asunto porque el 19 de junio, ante la concentración convocada en el Parlamento Canario para manifestar rechazo a la ley electoral, un grupo de gente de diversas tendencias se habían reunido en el lugar. Políticos de toda la vida junto con los denominados emergentes se dieron cita. Lo curioso del asunto fue que a los únicos que les molestó que una señora mayor portase la enseña nacional canaria fue al grupo de personas del partido que dicen de centro, Ciudadanos.

Como esto es pequeño y aquí nos conocemos casi todos, (por cierto, a estos de Ciudadanos no los he visto en la vida, y miren que llevo años asistiendo a concentraciones, manifestaciones y actos similares) lo cierto es que una histórica militante del sindicalismo nacionalista y de los movimientos sociales de Santa Cruz y de Tenerife, portaba tan alegremente su bandera canaria, cuando un grupo de exaltados centristas de Ciudadanos rodean a la señora, que tenía edad como para ser la abuela de ellos, y le inquieren, de malas maneras, que retire esa bandera, porque dicen, estamos en España.

Por supuesto, que la señora no hizo tal cosa y, por el contrario, los mandó a freír chuchangas. Muy bien mandamos por cierto. Uno sabe que esta gente no es de extrema derecha, como algunos piensan. Sin embargo, viéndolos allí con esa actitud, entre la mala educación y la chulería, trajeados y con el pelo engominado, el recuerdo que me vino a la cabeza, en el plano visual, por supuesto, fue el de los militantes de Falange de finales de los setenta y la década posterior.

Más allá de todo esto el hecho relevante es la ignorancia mostrada por estos centristas. Deberían de saber a estas alturas de la democracia que en Canarias existe un estatuto de autonomía, que dota de leyes y símbolos a las instituciones y que proclama que este archipiélago es una nacionalidad, cuya enseña es la bandera tricolor que, por cierto, ondea en el Parlamento al que esta gente aspiró a entrar.


El nacionalismo españolista es tremendamente violento e intolerante, y no estaría de más que este nuevo centro aprendiera a convivir con la diferencia cultural y nacional que alberga el reino de España, y deje atrás la cultura del uniformismo de la vieja extrema derecha española.

Saharauis y Palestinos el sufrimiento que no cesa


Los pueblos del Sahara Occidental y de las tierras de la Palestina histórica, sufren desde hace décadas una ilegal ocupación, persecución de sus habitantes, torturas, asesinatos masivos algunas veces, selectivos otras, acometidos por los aparatos del estado y por grupos incontrolados, bajo la observancia y, en muchas ocasiones, la anuencia del propio Estado ocupante. Palestina fue arrebatada originariamente a sus legítimos pobladores en 1948, en la primera guerra árabe israelí. Luego comenzó lo que el historiador Ilan Pappe denomina la limpieza étnica que llega hasta nuestros días.

En el Sáhara Occidental, tras la traidora retirada y venta del territorio en 1975, la administración española dejó a sus antiguos nacionales tirados en el desierto, a merced del napalm lanzado por la aviación marroquí, adiestrada por Francia e Israel, para dar comienzo así a una guerra de ocupación que llega hasta nuestros días. España, parapetada tras su insignificancia en el concierto de las potencias, se muestra incapaz de hacer nada por la resolución de este conflicto que ella ayudó a originar. Las promesas incumplidas del gobierno de Felipe González, su alineamiento con Marruecos, dejó claro, a comienzo de los años ochenta del siglo pasado, que la diplomacia española en democracia iba a ser continuista de la diplomacia del ultimo franquismo.

Esto para los saharauis fue demoledor. Si un gobierno socialista en España se desentendía de ellos, y priorizaba sus relación con Marruecos, ya no había nada que esperar de España. Ningún otro gobierno de Madrid asumiría el reto de poner fin a la injusta ocupación marroquí.

La monarquía alauita se sucedió en la figura de Mohamed VI. Hassan II, el implacable rey de Marruecos que reinó con mano de hierro desde 1961 hasta 1999, fue visto siempre como un impedimento para la solución del conflicto. Su aventura expansionista hacia el sur no podía ser frenada tras décadas de discursos ensalzando el nacionalismo expansionista marroquí, y enrocándose en su idea de que el Sahara Occidental era una provincia del reino. Argumento desmentido por el derecho internacional y por resoluciones de NN.UU. que, sin embargo, el monarca desoyó. Su reino de terror, de mazmorras medievales, en las que se pudrió buena parte de la disidencia política marroquí, albergó los presos más antiguos del continente africano, hazaña sólo comparable a lo sucedido en las cárceles de la Sudáfrica del apartheid.

Su hijo, en lo referente al Sahara Occidental, no se ha movido un ápice de la posición heredada. Pero ha tenido que hacer frente a una nueva realidad, que su padre no tuvo que afrontar. El despertar del movimiento de resistencia en los territorios ocupados ha venido a complementar la lucha en el desierto llevada a cabo por el Frente Polisario. Desde el alto el fuego de 1991 y la creación de la MINURSO, el conflicto de manera paulatina se ha desplazado desde los campos de Tinduf a los territorios del Sahara ocupado. En estos últimos 24 años la confrontación giró desde una guerra abierta a un movimiento de protesta civil, muy parecido a lo ocurrido en Palestina con la denominada Intifada de 1987 y posteriores.

En este nueva fase, nuestras islas no son sólo un territorio de acopio de ayuda humanitaria para la causa saharaui, como a finales de los setenta y en los ochenta, cuando se enviaba gofio, material escolar y otras mercancías, sino que estamos siendo un escaparate del conflicto, como se vio con el caso de Aminetu Haidar en 2009 y ahora con la lucha de esta madre saharaui, Takbar. Ambos acontecimientos vividos en dos de nuestras islas. Quizá este camino produzca mejores resultados que los anteriores. En Canarias los saharauis siempre van a encontrar el apoyo y el cariño de los isleños y, nuestras Islas, potencia turística mundial, pueden servir como proyección internacional de este enfrentamiento injusto e interminable.


Es de justicia acabar con las  ocupaciones de Palestina y el Sahara Occidental. Los primeros beneficiados serían los habitantes de Israel y de Marruecos.

Pedro Fernández Arcila, el mejor alcalde para Santa Cruz de Tenerife



Santa Cruz está de enhorabuena. Muy pocas veces en la historia de las ciudades surge la oportunidad de poder elegir a la persona idónea para llevar el destino municipal. En todas las ciudades existen personas como Pedro y, en Santa Cruz, hay muchos como él, pero no suele darse la ocasión en que ese tipo de personas asuma el reto de bajar a la arena política para proponer gobernar la ciudad. Pedro ha demostrado, en sus cuatro años como concejal destacado de la oposición en el consistorio capitalino, ser una persona de un talante excepcional. Abierto, tolerante, comprensivo, preocupado por los vecinos y por el desarrollo de la urbe como nadie. Siempre dispuesto a escuchar, prioriza su trabajo de servicio a la ciudadanía, incluso por encima de su trabajo profesional, del que vive.

Su nombre ha querido ser manchado desde tramas económico políticas de infausto pasado y presente. Los interesados en el pelotazo del puerto de granadilla, paralizado mil veces por la acción jurídica de este excepcional letrado, han jurado una santa alianza para intentar destruirlo. Ridículo empeño. 

Por encima del galimatías de siglas nuevas, propias de estas fechas, y de las tradicionales de siempre, Pedro encabeza la única opción seria y con programa para gobernar la ciudad, desterrando las viejas prácticas clientelares y el capitalismo de amiguitos que prima en Santa Cruz. 

El conglomerado ATI/CC lleva dos décadas gobernando gracias a la herencia de Manolo Hermoso. Sus continuadores no han hecho otra cosa que perder el tiempo, entregados a causas especulativas, y abandonando las intervenciones en los distintos distritos y barrios de la ciudad. No tienen proyecto que ofrecer, y no seguirían ahí si no fuese por la red de favores que han tejido en la ciudad.

Pedro representa la opción de un cambio responsable y firme hacia una ciudad equilibrada en lo social, invirtiendo los dineros públicos en dónde las necesidades sociales lo demanden, y medioambientalmente, impulsando la instalación masiva de placas solares y una central hidroeléctrica en Los Campitos, que vaya preparando a Santa Cruz hacia la autosuficiencia energética. Por primera vez, en muchos años, los chicharreros tienen la posibilidad de elegir a un alcalde que sitúe a Santa Cruz como una ciudad modelo para el conjunto de ciudades de la Unión Europea. Una ciudad del siglo XXI, que apuesta por la transparencia y la profundización de la democracia en la gestión de los asuntos locales. 

Con el primer gobierno local de la era democracia en 1979, Santa Cruz entró con mucho retraso en el siglo XX. Se llevó a cabo una política integral de planes de barrios que implementó servicios comunitarios, agua y luz, así como asfaltado y plazas, en los lugares que vivían en el olvido desde siempre. Aquella experiencia de gobierno de todos (participaron todas las fuerzas políticas representadas entonces en el consistorio) sacó a la ciudad del atraso secular, y aunque dejó muchas cosas pendientes, logró acercarnos, aunque fuese de lejos, a la ciudad moderna. Se pudo haber hecho mucho más, pero eso ya no tiene remedio.

Ahora, de nuevo, como en aquel momento fundamente de los gobiernos democráticos locales, estamos ante la oportunidad de darnos el alcalde que de verdad merecemos. Un alcalde que lleve el nombre de Santa Cruz a todos los foros europeos e internacionales, como ejemplo de la ciudad del siglo XXI. Como Copenhague, Melbourne, Munich , y otro puñado de ciudades del mundo que impulsan de forma decidida el “transporte urbano, planificación y medida de emisiones de carbono, edificios energéticamente eficientes, calidad de aire, energías verdes, adaptación urbana, comunidades sostenibles, gestión de residuos, infraestructuras ecointeligentes y finanzas y desarrollo económico” (Cities Climate Leadership Group).


Lo tenemos al alcance de la mano y Pedro Fernandez Arcila es en estos momentos la única persona que está en condiciones de liderar este gran salto adelante.

¿Por quién votar? Un mapa



El proceso electoral que se abre estos días puede traer aparejado un cambio profundo de la correlación de fuerzas políticas en el Archipiélago. Tras la aprobación del estatuto de autonomía en 1983, y la consolidación del nuevo Estado en la transición,  el equilibrio de poder ha permanecido prácticamente igual desde entonces hasta ahora, aunque por medio algunos partidos cambiasen sus denominaciones originarias.

La crisis económica abierta en 2008 y la subsiguiente secuelas abrió brechas importantes en el modelo consensuado en 1978. Una nueva ciudadanía emergente, que entonces no había nacido o no había tenido edad para votar, quiere hoy reclamar un protagonismo histórico que el consenso hizo imposible.

En Canaria la anticipación de la crisis de modelo se dio desde principio de década del 2000. Aunque aún no había crisis económica ya se percibía la imposibilidad de continuar con un modelo que se denominó desarrollista, y que para entonces daba muestras de agotamiento. De ello surgió un notable y significado movimiento ecologista-conservacionista, particularmente en Tenerife, que a la postre dio el salto a la política bajo la denominación de Sí se puede. En los primeros años de existencia tal fuerza, que nacía con un arraigo en el territorio muy potente y, que en consecuencia, hablaba en términos muy canaristas, sentó las bases en determinados municipios para construir un movimiento democrático, asambleario, ecologista, con voluntad de impugnación del modelo económico, social, ambiental y político hasta entonces vigente en la Isla. Del arraigo de esta alternativa da buena por cuenta el crecimiento exponencial en muchos municipios insulares, y su crecimiento incesante de militancia, organización y capacidades.

Hoy Sí se puede se encuentra ofertando alternativa política en un buen puñado de municipios (el principal de todos es Santa Cruz), y es preciso respaldar con el voto de los sectores más conscientes y populares este esfuerzo de construcción de un movimiento asambleario y netamente canario. En algunos municipios, varios de ellos muy importantes, como La Laguna o el Puerto de la Cruz,  Sí se puede forma parte de los procesos de unidad popular con otros sectores tradicionalmente combativos de la Isla. A ellos es preciso respaldarlos para fortalecer la alternativa democrática.

En el plano cabildo y parlamento, la alternativa que se consolida con la participación de sectores populares procedentes de diversas tradiciones, se concreta hoy en la fórmula Podemos. Esta organización, emanada como efecto de la crisis económica y en parte del movimiento 15M, ha logrado reactivar un proceso de politización general en el conjunto del Estado, que abre nuevas perspectivas estratégicas de cambio. La primera apuesta que esta nueva fórmula llevó a cabo en el ámbito de las autonomías fue en las elecciones andaluzas recientemente celebradas. Su irrupción en aquella nacionalidad, con un 15% del apoyo electoral da esperanzas de cambio en otras nacionalidades como, por ejemplo, la nuestra. Por eso, en este breve mapa, en Cabildo y Parlamento, Podemos cierra el círculo de las alternativas electorales con voluntad de cambio y potencia para iniciarlo.


El torbellino de propuestas político electorales, siempre propio de los periodos en que se celebran elecciones, da muestras de cierta vitalidad del cuerpo social, aunque no deje de ser algo engañoso. La politización espontánea es un dato a tener en cuenta, pero sin olvidar también el factor oportunismo, o el del tradicional tonto útil. La política siempre alberga estas tensiones, y sólo el cuerpo electoral coloca a cada grupo en su verdadera dimensión. Cuando pasen las autonómicas habrá que ponerse manos a la obra para preparar las generales de noviembre. Son estas elecciones el escenario mayor, y para el que Podemos se formó. Un cambio en la correlación de fuerzas en el nivel autonómico, no se aprovecharía convenientemente, si tal cambio no se produje también en la arena estatal.

Los jueces salvapatrias

Por lo general, la carrera judicial es un coto restringido para el poder de clase. No son muchos los miembros que llegan a las altas magistr...