Europa quiere todo de África, excepto a sus gentes.




Estamos acostumbrados a ver imágenes de dramas humanos. Estos meses en Palestina asistimos a la ejecución de un genocidio al más bárbaro estilo nazi y, mira por dónde, llevado a cabo por los judíos. Por un estado judío racista y brutal. Pero aún, digo, esa acumulación de imágenes atroces que nos muestran las televisiones y, sobre todo, las redes sociales, no aplacan ni un fisco mi sentido de la solidaridad y de empatía con los que viven atrocidades de distinto tipo. Esto viene al caso por la noticia que leí hace unos días en la que se anotaba que dos niños habían muerto de frío en un cayuco que arribó finalmente a Gran Canaria. Muertos de frío en medio del atlántico. Niños africanos que buscaban una manera más decente de vivir. Una manera más humana. Como nos gusta vivirla a nosotros y que la vivan nuestros hijos.

Después vino la información de los acuerdos alcanzados en la UE sobre cómo hacer frente a las migraciones de africanos hacia las costas de Europa. Se había logrado firmar un Pacto Europeo de Migración y Asilo (PEMA) que las instituciones europeas describieron como un gran triunfo, ya que se habían puesto de acuerdo un montón de gobiernos para hacerle el juego a las organizaciones fascistas, dando así cabida a sus locas demandas. Así que, con este acuerdo, los niños africanos podrán ser detenidos a su llegada a Europa. Estos niños detenidos serán hacinados con los adultos detenidos, en muchos casos, gente desconocida para ellos. El pacto también posibilita que cualquier gobierno de la UE con el pago de un canon de 20.000 euros por persona pueda rechazar la acogida de población inmigrante. Si la situación ya era lamentable antes del pacto, después de su firma los inmigrantes lo van a pasar peor, y los niños y niñas serán castigados sin miramientos. ¡Qué momento tan raro estamos viviendo! Los sionistas sacrifican a los niños palestinos (cortar el césped lo llaman) y los europeos se suman a esta práctica de castigar a las poblaciones de menores. La UE, Europa, está definitivamente perdida para la causa de la humanidad. Francia, la cuna del humanismo, es incapaz de representar ya nada de eso. Alemania, después de Kant, Hegel o Marx, no nos ha traído sino desgracias.

Y Europa es un lugar falto de recursos para que su sistema depredador pueda seguir reproduciéndose. Por eso Europa y sus multinacionales deben ir a África a esquilmar las riquezas naturales. ¡Pero ojo! Europa no quiere a los africanos, solo quiere su petróleo, su gas, su uranio, sus diamantes, su cacao, sus peces, sus mercancías.

Ahora se ha lanzado a la búsqueda de más recursos energéticos para sustituir lo que no puede importar de Rusia. Y en Europa, cuna de esa gente de piel rosada, salivan y babean por el petróleo y el gas de África, y allá van, cueste lo que cueste. Ahora desean a Nigeria, a Argelia, a Egipto, a Gabón, a Mozambique, a Senegal, a Costa de Marfil y a Ghana. África occidental se dispone a ser perforada hasta el tuétano.

Las inversiones para la exploración de estos recursos alcanzaron la cifra de 5.000 millones de dólares en el año 2022. Muchas multinacionales occidentales están a la búsqueda de esos recursos para alcanzar la cuota de 15.800 millones de barriles de petróleo en 2030. (Esto es como una agenda 20/30 al revés)

En África occidental se encuentra el 60% de los descubrimientos recientes del continente. La producción de gas natural se estima alrededor de 50 billones de pies cúbicos. En 2017 Kosmos Energy (USA) halló un enorme yacimiento frente a Senegal de 15 billones de pies cúbicos. En el 2019, la italiana ENI encontró gas en Ghana por un volumen aproximado a los 700 millones de metros cúbicos. Dos años después, BW Energy descubrió petróleo en Ghana y Costa Marfil con cálculos entre 1,5 y 2 mil millones de barriles de petróleo, junto con entre 1,8 y 2,4 billones de pies cúbicos de gas. En Níger también se han producido nuevos descubrimientos de petróleo, con unas reservas estimadas de 3.800 millones de barriles, y las de gas en unos mil millones de metros cúbicos.

La canadiense Zenith Ener negocia con Benín una licencia de exploración de petróleo y gas en alta mar. La Total francesa acordó con el gobierno de Guinea explorar el petróleo y el gas frente a sus costas. En 2021, el gobierno de Guinea-Bissau permitió que varias empresas internacionales de energía comenzaran las tareas exploratorias de petróleo y gas en 11 áreas de alta mar. En abril de 2023, Liberia concedió a ExxonMobil la exploración de cuatro posibles bloques de petróleo. Después de las operaciones exploratorias llevadas a cabo por multinacionales estadounidenses, británicas y francesas, las reservas de gas natural de Mauritania se han calculado en 100 billones de pies cúbicos, de esta manera el país podría convertirse en uno de los grandes lugares de reserva de gas de África. Shell continúa con sus explotaciones inmisericordes en el delta del Níger, dejando una gran área degradada y contaminada en la que viven 30 millones de personas.

Pero no crean que esta riqueza reportará beneficio a los pueblos africanos. Bien al contrario, los sumirá más en su pobreza, y esto alentará más movimientos migratorios. No es muy difícil de entender. Europa y los EE.UU. sostendrán gobiernos corruptos y represivos, continuarán saqueando las riquezas del continente y los europeos podrán seguir llenando sus coches de gasolina, encendiendo las luces en sus ciudades, y comprando ingentes cantidades de basura al polo industrial chino y asiático. La extrema derecha, especializada en la política de la carroña, atizará las contradicciones entre los pobres de Europa y los inmigrantes más pobres llegados de África.

Hay mucho por hacer.

Recordando a Frank Zappa



El cuatro de diciembre de 1993 murió Frank Zappa. Estamos a treinta años de aquella luctuosa fecha. Músico enormemente prolífico, experimentó de manera incansable con los sonidos de todo tipo. Tiene temas y álbumes que forman parte de lo mejor de la música rock.

Algunos de entre nosotros, hispanohablantes de estas islas, se hicieron una imagen errónea que se dejó llevar por los aspectos exteriores del músico y sus bandas. Pero Zappa fue un roquero muy politizado y nada drogadicto. Se manifestaba contrario al uso de las drogas por considerar que adocenaban a la juventud y la alejaban del compromiso social. Fue un libertario estadounidense de los de la mejor tradición. Defensor radical de la libertad de expresión y pensamiento, y fustigador contra los clichés reduccionistas de la moral puritana y las religiones, que tan perfectamente representaba Reagan: “No puedo concebir que pudiera haber quien aceptara la delegación de esta autoridad (presidencia) sin pedirle ayuda a Dios”.

 

Fue un firme opositor a las políticas de Reagan, que ya había sufrido cuando vivía en California, y que después se amplificaron al conjunto del país al ganar el republicano la presidencia en 1981. Hay una línea directa Nixon/Reagan/Trump, aunque Zappa, desgraciadamente, no llegó para ver al último representante de ese circo.


                                                Trump y Reagan


Pensaba que había que salirse de la norma y actuar contra ella como la única manera de ser creativo, lo que no obsta para que fuera muy crítico con el movimiento jipi, del que opinaba que era un mero reproductor de rituales formales inocuos. Sí, de acuerdo, “por el mundo se pasean chicos y chicas vestidos de arcoíris” con “camisas y cascabeles y flores”… “pero todo eso no era más que un teatro … una moda … fumaron marihuana … llenaron sus casas de palitos de incienso … eso es todo … se divertían”.

 

Implacable con el sistema de partidos estadounidenses, dijo que está compuesto por “capullos desesperados” deseosos de aprobar “leyes asquerosas con el único propósito de conseguir votos”. Las leyes que se aprueban tienen el único fin del voto, y no la reforma que la sociedad necesita. “No se han aprobado leyes medioambientales para proteger el aire y el agua: se han aprobado para ganar votos”. La política del espectáculo necesita votantes alienados, que se sientan atraídos por la panoplia de los inservibles productos de consumo que atiborran los mercados.

 

Reagan utilizaba la ignorancia del americano medio “como herramienta de control político”, empobreciendo el sistema educativo y fomentando una política al servicio de los intereses empresariales y religiosos. Para posibilitarlo, los medios de comunicación debían implicarse a fondo en la operación, tal y como efectivamente sucedió. El sistema escolar auspiciado por el republicano “prepara a los chavales para que sean ignorantes, con estilo: ignorantes funcionales”. El sistema educativo no formaba a la juventud para que tuviese un pensamiento crítico y supiese discernir con criterios complejos las decisiones que tendrían que afrontar a lo largo de sus vidas. Por el contrario, los jóvenes son preparados para “funcionar como máquinas autómatas que compran los productos y conceptos de un complejo militar-industrial multinacional que necesita un mundo de tontorrones para sobrevivir”.

 

Sus letras son ácidas y descarnadas contra esa sociedad norteamericana hipócrita, cínica y cargada de prejuicios contra el mundo, y contra los sujetos que no se amoldaban al pensamiento reaccionario. En 1979 publicó el álbum Sheik Yerbouti con el tema Bobby Brown Goes Down, y ahí encontramos al americano medio que Zappa detesta. El tema estuvo en el número uno en varios países europeos, pero no así en los EE.UU., en donde se prohibió su reproducción por las radios. ¡Oh, democracia americana! Bobby es el típico machote rubio, con coche de carburación sonora, que anda presumiendo de su misoginia y de tener a las chicas a sus pies, hasta que conoce a una lesbiana que le hace dudar de su sexualidad … y lo deja oliendo a vaselina. “Soy el sueño americano con un consolador en el trasero que me hace gritar”.

 

Aquí puedes ver el tema con subtítulos en español:

https://www.youtube.com/watch?v=rIy4L7eZACI

 

Frank Zappa fue de esos tipos que marcan época.

Santa Cruz de Tenerife y el eje del mal

  



El eje del mal es una expresión bien asentada para hablar de la política internacional. Fue inventada por David Frum, quien escribía los discursos a G.W. Bush cuando EE.UU. se estaba preparando para invadir Irak. El eje del mal lo constituía originariamente Irak, Irán y Corea del Norte. En realidad, no tenía ninguna lógica y reunía países que solamente poseían en común su enemistad con los Estados Unidos. Posteriormente, fueron añadidos al eje Libia, Siria y Cuba. Más tarde, Bielorrusia, Myanmar y Zimbabue. La lista ha seguido creciendo y ahora incorpora a Rusia y a las organizaciones armadas Hamás y Hezbolá. Irak, Libia y Siria han sido destruidas por los EE.UU. Sobre Cuba se ha intensificado el cerco y, ahora, Rusia está atrapada en un enfrentamiento militar contra la OTAN tras la invasión de Ucrania.

Como se puede apreciar, claramente, el eje del mal en la política internacional es poco coherente. No tiene más propósito que derrotar y destruir a todos los países que Estados Unidos considera sus enemigos, independientemente de las dinámicas de cada uno de ellos. Si alguna vez llegan a constituir un verdadero eje cohesionado será el resultado de las agresiones recibidas por un mismo enemigo común.

 

En Santa Cruz de Tenerife, sin embargo, sí tenemos un verdadero eje del mal coherente y con lógica interna. Es un eje simbólico que muestra el poder desmedido que ha tenido la capitanía general en la isla. Atraviesa la ciudad de suroeste a noreste y une tres puntos en una línea transversal. Barriada García Escámez-plaza Weyler-monumento a Franco.

 

     Eje del Mal

 

Santa Cruz es una capital de provincia y cocapital de la comunidad autónoma que no ha podido dejar atrás toda la parafernalia representada por el virreinato militar. El centro del eje del mal está situado en la propia capitanía general y en la plaza Weyler. El conjunto urbanístico que se encierra en esa cuadrícula, por la que suelen desfilar en los días señalados los tambores y cornetas de la tropa, enaltece la figura de un genocida y racista denostado allá por donde pasó, excepto al parecer, por Santa Cruz de Tenerife, ciudad que le da un lugar honorífico en el centro de su plano urbano, y le concede el título de marqués. Weyler puso en práctica los campos de concentración en Cuba, llevando la guerra a la población civil y haciendo que en torno a 170.000 mujeres, niños y ancianos, sobre todo negros, sufrieran el flagelo de su ira. Se decía en Madrid que este loco prefería los animales a las personas.

 

    Weyler y víctimas cubanas de los Campos de Concentración

 

El punto del que parte el eje podemos situarlo en la barriada García Escámez. General, legionario y marqués de Somosierra, sí, marqués, debe ser que los marquesados son una querencia en Santa Cruz. Se fogueó en las guerras de Marruecos y, por tanto, formó parte del ejército de África. El ejército que se curtió cortando cabezas a los rifeños, bombardeando con gases químicos a la población civil, y llevando a cabo operaciones coloniales de brutalidad extrema que luego aplicó en la guerra civil española, incluyendo violaciones masivas de mujeres republicanas y exterminio de pueblos en su travesía de Pamplona a Madrid. García Escámez es un excelso representante de los militares lumpen que constituyeron la base principal del ejército fascista.

 

    Barriada García Escámez

 

Durante la guerra civil participó bajo las órdenes del general Mola, principal cabecilla de los militares en rebeldía. Al finalizar la guerra fue nombrado gobernador militar de Barcelona, una ciudad roja y anarquista que tuvieron que conquistar como si de una operación colonial se tratase. Sus restos descansan hoy en la iglesia de San Fernando situada en la barriada que lleva su nombre, y que forma el punto inicial de nuestro eje.

 

    Ejército de África y cabezas de rifeños

 

El tercer punto del eje es el monumento a Franco, en la intersección entre la rambla, que hasta no hace mucho llevaba su nombre, y la avenida de Anaga. El monumento, que fue construido a mitad de los años sesenta para celebrar los veinticinco años de dictadura, es el símbolo más cavernario del fascismo santacrucero y, en torno a su defensa, se ha dispuesto una santa alianza de políticos, militares, jueces y organizaciones afines de la sociedad civil. Como no se ha tenido la valentía suficiente para deponer al jinete de su caballo, varias operaciones de enmascaramiento se han puesto en marcha. La más surrealista de todas fue la de cambiarle su nombre oficial pasando a llamarla el Ángel Caído, es decir, que hoy la ciudad tiene una estatua, fea como el demonio, todo hay que decirlo, dedicada al mismísimo satanás. Tiene su lado irónico y poético el asunto de que finalmente se haya emparentado al nacionalcatolicismo, que promovió una guerra civil contra el ateísmo, la masonería y el comunismo, con el peor de los enemigos posibles, míster Mefistófeles. 

 

    Mefistófeles/Lucifer o, más entre nosotros, Franco.

 

Esto sí que es un verdadero eje del mal y no las boberías sin sentido del cowboy G.W. Bush.

El hilo colonial en las poblaciones inmigrantes


El colonialismo en África no terminó en 1960 ni en las décadas posteriores. Los euroamericanos se encargaron de mantenerlo vivo hasta nuestros días. El dirigente de la independencia de Ghana, NKrumah, lo llamó neocolonialismo en un libro que publicó en 1965 bajo el título de Neo-Colonialism, The Last Stage of Imperialism. Unos meses después de la publicación, mientras se encontraba de visita de estado en China, EE. UU. organizó un golpe de estado militar y lo depuso de la presidencia. Nunca más pudo volver a su país y fue acogido por Sekú Turé en Guinea hasta su muerte en 1972. 

 

Historias similares a las de NKrumah vivieron otros dirigentes africanos. Patricio Lumumba, presidente del Congo, asesinado por la CIA. Ben Barka dirigente socialista marroquí asesinado en París por los servicios militares franco-marroquies. Mandela, encarcelado por décadas en Sudáfrica, con el beneplácito de EE. UU. y Gran Bretaña. El presidente de Togo, Sylvanus Olympio, asesinado con la participación francesa. Thomas Sankara depuesto por golpe de estado y asesinado con la concurrencia de los franceses. Así unos cuentos más hasta Gadafi en 2011, asesinado tras el criminal ataque contra su país perpetrado por Francia, Gran Bretaña y EE. UU.

 

Todos estos magnicidios se hicieron con la intención de saquear las riquezas minerales de sus países, mantener altos y rentables niveles de explotación de la mano de obra, y continuar sojuzgando a los países como en la época colonial, pero ahora sin gastar recursos manteniendo instituciones sobre el terreno. El mundo occidental extrae de África casi todo lo que necesita para que su economía pueda seguir funcionando como si no hubiera un mañana. Cantidades inmensas de petróleo, gas, uranio, hierro, fosfatos, algodón, café, granos, té, oro diamantes, pesca, etc., sin los cuales el capitalismo occidental colapsaría mañana mismo. Además de toda la maquinaria financiera occidental que sujeta al continente con deudas odiosas e impagables, cuyo único fin es prolongar la rueda de la explotación colonial.

 

Europa necesita millones de trabajadores inmigrantes africanos para poder sobrevivir. Su población envejecida y poco productiva no puede sostener el modelo económico en el que vivimos. Según Eurostat y la ONU, la Unión Europea necesita al menos 50 millones de inmigrantes en las próximas décadas para que todo el invento no se venga abajo. La lógica es indiscutible. 

 

Esto lo saben perfectamente los dirigentes económicos y políticos de nuestros países. El consenso sobre el asunto no está en cuestión. Pero el capital financiero y los grandes poderes están interesados en financiar organizaciones políticas de extrema derecha, para tensionar el asunto migratorio y seguir con la explotación colonial sobre los cuerpos de los africanos que viven en Europa.

 

Las migraciones en condiciones infrahumanas con su alto coste en vidas (miles anuales) y la exposición de los cuerpos africanos a la represión y al miedo una vez que llegan a territorio europeo, consolida la explotación intensa de esta mano de obra. Sin derechos políticos y económicos la inmigración irregular abarata el costo salarial de los otros africanos que ya se encuentran instalados entre nosotros. Esta competencia hacia la baja se asienta en la lógica colonial que Europa lleva aplicando en el continente africano desde hace 150 años.

 

El hilo colonial lo encontramos en las banlieues francesas, en los barrios marginados de africanos o gentes oscuras en Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, España y en los demás países de la UE. Y el hilo colonial lo encontramos también en Canarias. Los inmigrantes son encerrados en campamentos militares sin condiciones adecuadas. Canarias es una ruta de paso hacia los lugares de preferencia de esta juventud que migra, sin embargo, se les ha sometido a una vigilancia y control como si hubiesen cometido algún delito, cuando no es el caso. Si algunos tienen la opción de desempeñar alguna tarea laboral pueden ser castigados por ello. Se les quiere pobres y vulnerables deambulando por las calles hasta que puedan ser metidos en un avión y sacados de la isla. En los casos de repatriaciones, peor aún, porque el joven migrante pierda toda la inversión realizada, y vuelve a su país sin haber logrado la misión encomendada por su familia o comunidad de enviar divisas y ayudarlos a salir de la pobreza.

 

Los cayucos son los modernos barcos de esclavos. Los piratas no son los patrones que los navegan sino los capitales que quieren explotarlos cuando llegan a puerto. Pero debemos recordar que en los barcos de esclavos se gestaron las primeras huelgas de la edad moderna, y que el movimiento revolucionario del siglo XVIII prendió en los barcos de esclavos. La globalización neoliberal nos ha encerrado en un planeta mucho más pequeño. Cuando los euroamericanos sean definitivamente expulsados de África y el colonialismo haya desaparecido, cuando nos podamos relacionar en términos de igualdad con los pueblos africanos, comenzaremos a construir el verdadero humanismo. Mejor hacer esto por la vía pacífica y no esperar a que la desesperación y el hambre obligue a los cientos de millones de africanos a buscar vías menos amables.

Hubo una vez en que el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) se interesó por Coalición Canaria

En los días finales de septiembre de 1993, entre el 27 y el 29, se celebró en la Universidad de Santiago de Compostela un congreso internacional sobre los nacionalismos en Europa. Los ponentes eran los investigadores más destacados que había en ese momento. Y la estrella del congreso fue Eric Hobsbawm, que ya era en aquella época un mito viviente de la historiografía inglesa y mundial. Me lo tropecé de frente por el claustro de la Universidad. Caminaba con su cuerpo desgarbado y su rostro cubista, acompañado de tres académicos que le hacían los honores como anfitriones.

Yo participé en calidad de ponente y llevé un trabajo sobre Canarias y las islas periféricas de la Unión Europea. En el año anterior se aprobó el Tratado de Maastricht, que dio nacimiento a la UE y, con ella, a la idea de las RUP (Regiones Ultraperiféricas) de las que Canarias entró a formar parte. El título de mi trabajo llamó la atención a algunos de los asistentes. Enseguida los profesores vascos Francisco Letamendia e Iñaki Bárcena se percataron de que había un canario por allí con el que mostraron interés en intercambiar puntos de vista. Así que me sumé a su cuadrilla y compartí con ellos los momentos de asueto entre las ponencias. También otros investigadores, de lo que se llamaba por entonces las naciones sin estado, convergieron en esos esporádicos encuentros.

 

Tras la entrega de acreditaciones y saludos protocolarios se sirvió un café para posteriormente abrir formalmente el congreso. El saludo de bienvenida lo dio Manuel Fraga Iribarne, antiguo ministro franquista y, en aquel momento, presidente de la Xunta de Galicia. Los de las naciones sin estado nos mantuvimos hablando en los exteriores del edificio, y cuando por los murmullos adivinamos que Fraga ya salía, nos dispusimos a subir a las aulas para el inicio de las sesiones. En un tramo de la escalera, mientras Fraga bajaba nosotros subíamos y, al llegar a su altura, Francisco Letamendia exclamó ¡Athleeeetic! como se suele hacer en el estadio de San Mamés. Letamendia era un veterano luchador antifranquista y había sido parlamentario vasco tras las elecciones de 1977, así que el grito futbolero estaba cargado de sentido histórico. Fraga era el principal responsable de la matanza del mes de marzo de 1976 en Vitoria, acometida cuando era ministro de la gobernación (interior) y responsable de las fuerzas policiales, que tan brutalmente habían disuelto una protesta obrera (5 asesinados y 150 heridos).

 

El congreso arrancó con una presencia entusiasta y masiva de los asistentes, pero en cada momento de descanso entre grupo de ponencias salíamos a los pasillos a estirar las piernas, fumar y charlar de manera relajada. A nuestra cuadrilla vasco/canaria, y de algún otro “sin estado”, se sumó desde el primer día un tío raro. Cuando se acercó la primera vez y luego se alejó, los que nos quedamos juntos hicimos el comentario de que tenía una pinta sospechosa (o sea, policía) y su historia no era menos tranquilizadora. Por resumir, nos dijo que trabajaba en la Complutense con una beca financiada por el Banco de Santander. Todo quedaba algo extraño porque no sabía explicar muy bien en calidad de qué trabajaba en la Complutense, y qué papel desempeñaba el Banco de Santander en su contratación o beca.

 

Y más sospechoso nos pareció, tras percatarnos de que era raro, que no participara en nuestras discusiones sobre bibliografía y trabajos recientes, o comentando qué decía tal o cual autor. Daba la sensación de que el tipo no tenía ni idea de las cosas que se trataban en el congreso. Cuando nuestras discusiones se centraban en esos aspectos él solía alejarse y perderse entre otros asistentes. Recuerdo que hubo un momento en que comenté que se me daba un cierto parecido con Amedo, aquel policía de los GAL y de los fondos reservados, que por entonces comenzaba a aparecer regularmente en la prensa.

 

En unas de las ocasiones en que yo estaba solo se me acercó el amigo desconocido. La verdad es que no recuerdo su nombre, y me dijo que estaba muy interesado en lo que estaba pasando en Canarias, y que le gustaría saber más sobre la situación política en las islas. Me habló sobre un proyecto que tenía en la Complutense que incorporaba estudios de las tendencias políticas en las islas, y que necesitaba que alguien local le asesorara y le ayudara con el estudio. Yo lo escuché y le dije que me parecía muy bien. Por educación le dije, también, que si quería podía presentarle profesores e investigadores de la Universidad de La Laguna. Él se mostró conforme, y nos intercambiamos los teléfonos.

 

El interés mostrado en Canarias se debía al hecho de que Coalición Canaria acababa de nacer ese año, y su heterogénea composición y la distinta procedencia de sus integrantes tenía despistado al personal en la península. Una Coalición de más de una decena de partidos que agrupaban a comunistas, ex comunistas, insularistas, ex ucedistas, asamblearios, cristianos de base, nacionalistas, independentistas que hacía pocos meses, tras un toque por dentro (lenguaje de la lucha canaria), había desplazado al PSOE de la presidencia, haciéndose con el gobierno de Canarias.

 

Cuando volví a encontrarme con los vascos les conté la conversación que había mantenido con aquel misterioso personaje. Todos concluimos o bien que el sujeto era un zumbado y estaba por allí porque no tenía nada mejor que hacer, o bien era de los servicios secretos o de cualquier otro organismo policial. Ambas cosas parecían posibles.

 

Una vez de vuelta a Tenerife, no había pasado mucho tiempo cuando el individuo se puso en contacto conmigo. Me dijo que iba a venir a la isla en breve y que quería que nos viésemos, porque tenía pensado hacerme una propuesta para llevar adelante el proyecto del que me había hablado en Santiago de Compostela. Quedamos en la cafetería del Olimpo en Santa Cruz, en la Plaza de la Candelaria. Le di las indicaciones pertinentes y colgué. Como aquello ya me estaba pareciendo muy raro, me puse en contacto con el profesor de la UNED Andrés de Blas Guerrero, al que había tenido ocasión de conocer en un congreso anterior. Él también se dedicaba a estudiar los nacionalismos y mantuvimos una relación esporádica y, sin embargo, amigable. Andrés de Blas era un intelectual vinculado al PSOE y, por tanto, yo suponía que debía tener buenas conexiones con gente del gobierno y de organismos estatales. Le conté toda la película y le di el número de teléfono de aquel individuo, a ver si me podía adivinar quien era el personaje misterioso. Andrés de Blas rápidamente me dijo que le sonaba todo a personaje del CESID, pero que de todas formas haría unas gestiones y me llamaría en cuanto supiese algo. Y, efectivamente, a los pocos días me llamó y me dijo lo que ya todos sospechábamos. Era un agente del CESID.

 

Me dispuse a ir al Olimpo a la cita con el agente de la TIA, aquella organización de agentes secretos de Mortadelo y Filemón. Y, cuando llegué y nos pedimos un café, yo permanecí en silencio cual mago desconfiado y dejé que él hablara. Entonces me hizo su propuesta. Quería que yo le hiciese informes quincenales de cómo evolucionaba la situación política en Canarias poniendo especial énfasis en el papel que juega Coalición Canaria. Los informes serían remunerados con cien mil pesetas a la entrega de cada uno de ellos.

 

A mí ahí ya se me vino a la mente toda la información que comenzaba a salir en prensa sobre el uso indiscriminado de los fondos reservados por parte de los distintos servicios policiales. Entonces desvelé lo que sabía. Y más o menos le dije: “usted no es investigador de la Complutense ni tiene beca del Banco de Santander. Usted es un agente del CESID”. El hombre me lo reconoció enseguida. Yo continué: “No me interesa su propuesta y no tenemos nada más que hablar. Le deseo buen viaje de vuelta a Madrid. Y no se preocupe por Coalición Canaria que no está entre sus ideas romper España ni nada por el estilo. Pueden ustedes perfectamente seguir ignorantes de la política en estas islas y no perder el sueño por ello.”

 

Y ahí acabó esta historia que parece de ficción pero que sucedió en el mes de octubre de 1993, hace ahora treinta años.

Canarias en Londres. Canary Wharf

La influencia inglesa en Canarias ha sido siempre enorme. Las actividades capitalistas fueron introducidas en las islas por capital británico cuando España era todavía un país feudal. Los vinos de los siglos XVII y XVIII y todo el comercio del XIX se realizaba básicamente con Inglaterra y en libras esterlinas. Los plátanos, símbolo de la identidad canaria, los plantaron los ingleses o se pudieron plantar pidiendo prestado dinero a estos. Las primeras casas de empréstitos las establecieron los británicos en los alrededores del Puerto de la Luz y de Las Palmas y de Santa Cruz de Tenerife. La emblemática compañía eléctrica de Canarias durante mucho tiempo fue la UNELCO (Union Electric Company) hasta que Endesa la incorporó entre sus activos. El Puerto de La Luz, principal puerto canario, era un hervidero de barcos ingleses. 

Alonso Quesada tiene una buena parte de su obra ocupada en recordarnos la britanización de las islas. En Las inquietudes del Hall (1922) escribe: "El Hall de aquel Hotel era, ciertamente, el único hall legítimo de la isla. Todos los demás simulaban halles más o menos ingleses, pero no tenían la imperturbable blancura esmerilada de aquel Hall. Era un Hall quizá como el de los grandes hoteles de Londres; bastante más reducido, pero de sustancia nacional idéntica".

El dramaturgo valenciano Joaquín Dicenta visitó Las Palmas en septiembre de 1902. A raíz de su estancia escribió en El Imparcial de Canarias un artículo que tituló Canary Island: “Las Palmas parece más (...) por sus condiciones, aspecto y modo de vivir, colonia inglesa que provincia española. Las tiendas, los almacenes y casas de Banca se anuncian casi todas ellas en inglés, y en inglés idioma están escritos, desde los membretes y timbres que se estampan sobre el papel para realizar operaciones comerciales, hasta los avisos y las cuentas de los hoteles, cuentas que, dicho sea de paso, se cobran en libras y chelines (...) La taberna se llama bar, la bebida favorita es el whisky, se almuerza a las nueve, se toma el lunch a la una y se come a las seis”.

Federico García Sanchiz, secretario del gobernador civil en Santa Cruz, dejó pasajes muy clarificadores al respecto en su libro Nuevo descubrimiento de las Islas Canarias (1910). "Apenas hay en Canarias un letrero que no se lea en castellano y en inglés, si no lo pintaron en inglés solamente... Estas dos palabras que los peluqueros popularizan en la redondez de la tijera (sic), English spoken, en las islas nos detienen ante todos los escaparates, suspensas en medio de un magnífico cristal".

 

Los historiadores actuales de la economía tienen pasajes, artículos y libros en los que se analiza con detalle nuestra época de las Canary Island. Hay un viejo dicho chicharrero que decía: “Los dos grandes errores cometidos en Tenerife fueron no dejar entrar a Nelson y dejar salir a Franco”.


Visita Alfonso XIII a Santa Cruz de Tenerife. 1906.


La relación histórica entre Gran Bretaña y las islas sigue siendo primordial. Nuestros primeros turistas eran ingleses, y hoy los ingleses vienen por millones todos los años. No nos envían lo mejorcito, cierto, pero ya sabemos que en la viña del señor hay de todo. Ingleses, escoceses, galeses e irlandeses vienen a achicharrarse bajo el sol en nuestras playas. Algunas veces se desatan batallas campales entre ellos a las afueras de los bares en los sures de la isla. Lo cierto es que la relación económica entre Canarias y Gran Bretaña no ha hecho sino aumentar a lo largo del tiempo. Desde que el británico Thomas Cook inventase el turismo moderno hasta la quiebra de la compañía en 2019, este turoperador era el principal agente del turismo en Canarias. 


La impronta del turismo de masas ha sido brutal en todos los órdenes. Nos ayudó a salir del subdesarrollo, pero también ha consumido el territorio y los recursos a una velocidad endemoniada. Trajo influencias musicales y estéticas que impactaron en nuestra juventud. El antropólogo Pablo Estévez nos relata alguna de ellas en "Hardcore vibes" más allá de la civilización de los hombres atlánticos inteligentes.

 

En el imaginario de los canarios está el choni desde hace décadas asociado a los británicos y por extensión a los demás guiris que nos visitan, y para los británicos su estancia entre nosotros está asociada a los derechos de ocio y vacaciones que su clase obrera ganó con el desarrollo del estado de bienestar de postguerra. Los ingleses de clases altas estigmatizan a Canarias como el lugar al que va su chusma de vacaciones. Hay una escena en la serie This Englanddel director Michael Winterbottomen la que esta idea queda muy clara. Kenneth Branagh, interpretando a Boris Johnson, está escuchando que en las noticias le critican por haberse ido de luna de miel a una isla del caribe. El comentario que hace el Premier a su mujer es: ¿qué esperan que haga? ¿qué coja un vuelo chater a Tenerife?



Pero no solo Gran Bretaña está en Canarias. También Canarias está en Gran Bretaña. Hay espacios conmemorativos de nuestras islas en Inglaterra. El más emblemático es el Canary Wharf de Londres. No existe un reconocimiento igual en ninguna parte del mundo a Canarias como el que existe ahí. Canary Wharf es uno de los distritos más ricos y pujantes de la ciudad. 



La zona lleva el nombre de Muelle Canario porque ese era el puerto londinense al que llegaban las frutas de Canarias, principalmente el plátano. Los puertos londinenses de entonces estaban divididos entre los puertos de las Indias Orientales, y los de las Indias Occidentales. El Muelle Canario estaba entre estos últimos. En el siglo XIX y buena parte del XX era el principal puerto comercial del mundo, insertado en el mismísimo río Támesis, en una península que se llamaba la Isla de los Perros.


    Isles of dogs. London. 1899.


En 1937 una de las zonas del West Indian Dock pasó a llamarse Canary Wharf, tras las gestiones que realizó la naviera Fred Olsen para que sus barcos tuvieran una zona de atraque permanente y unos almacenes asociados a ella. A principios de los años setenta, el comercio frutero entre Canarias y Gran Bretaña había prácticamente cesado, y toda la fruta de las islas iba con destino al mercado español de la península. Y en la década siguiente, los muelles londinenses entraron en una crisis profunda que venía gestándose desde principios de los años sesenta. La zona quedó convertida en un área deprimida sin apenas actividad. 

 

Con la llegada de los tories al 10 de Downing Street se impulsó una reconversión de toda el área. El gobierno conservador apostó por tener una demarcación financiera sobre la que pudiera tener control, dado que la tradicional zona financiera londinense, la City, funciona con leyes propias y de manera autónoma respecto del poder político.

 

Los muelles de las indias orientales y occidentales fueron demolidos y sus terrenos sacados al mercado. Todo el área pasó a denominarse el Canary Wharf. De alguna manera, que no estamos en condiciones de precisar, el recuerdo de las relaciones entre Gran Bretaña y las Islas Canarias quedó recogido y proyectado en uno de los principales centros financieros del mundo. No hay inglés que no conozca nuestras islas, lo que no está tan claro es si existen muchos canarios que sepan exactamente qué ha significado Gran Bretaña para nuestras islas.


En el Canary Wharf  se han establecido los principales bancos del mundo, así como empresas de alto nivel. Viven en torno a ochenta mil personas, y trabajan 120.000. Todo allí es lujo. Estaciones de metro, tren y centros comerciales con multitud de tiendas para gente de alto poder adquisitivo. El entorno del río es un espacio para el esparcimiento y los edificios potencian una apariencia de poder que brilla más por las noches. Existe un aeropuerto muy cerca que permite tener conectados por avión a todos esos financieros internacionales que pasan la mitad de su vida volando y la otra mitad saqueando el mundo.




Canary Wharf Group es el desarrollador del proyecto de regeneración urbana más grande de Europa. El grupo pertenece a fondos de capitales canadienses y cataríes, y está en el vértice del poder mundial, conectado íntimamente con los lugares y entidades más grandes del capitalismo global. Este pequeño Manhattan en el corazón de Londres le dio un reconocimiento simbólico a las Islas Canarias que jamás España le ha brindado.

¿Cuándo y por qué vino la Guardia Civil a Canarias?

El año 1898 fue crucial para el nacimiento del nacionalismo español en Canarias. También para la génesis del nacionalismo canario. La guerra inter-imperialista entre EE.UU. y España por el control de los restos del imperio español fue el detonante. Cuba, Puerto Rico, Filipinas y otras islas menores era lo que estaba en disputa. También Canarias lo estuvo, aunque con sus características propias. Para conocer más en profundidad este interesante tema remito a los lectores a mi libro El expansionismo norteamericano a las puertas de Canarias en 1898[1].


Cuando la guerra contra EE.UU. podía tornarse en guerra civil en las islas, o al menos en revuelta popular de alcance desconocido, las autoridades locales y las clases oligárquicas de las islas clamaron por la pronta llegada de la benemérita para que se restituyera el orden social tambaleante a causa del hambre y la opresión.

 

Al finalizar la guerra a mediados de agosto, se pidió la desmovilización de los campesinos para que cada uno volviera a su pueblo, porque muchas familias pobres no podían sostenerse sin el concurso de los hombres que fueron sacados de sus hogares desde el comienzo de la contienda y reconcentrados en campamentos militares, como en Cuba. La defensa quedaría a cargo de un regimiento de infantería, un batallón de artillería, una compañía de ingenieros, la guardia civil y una sección de caballería.

Si hasta entonces las condiciones en Canarias no hacía necesaria su presencia, la situación había cambiado en poco tiempo. “La Guardia Civil, como garantía de orden y como institución morigeradora, viene a prestar evidentes beneficios. Viene a infundir saludable respeto y temor”[2]. Tendrá que llevar a cabo su actividad represora, combinándola con paciencia y no aplicándola de entrada para que la ignorancia que la gente tiene sobre su cometido “no agrave los efectos de la intervención de la Benemérita en aquellos casos en que dicha intervención se haga precisa”. Se estaba pidiendo una adaptación gradual y eficaz, pero contundente ante el aumento de la criminalidad, los hechos delictivos y la ruptura de las viejas costumbres que alteró la “apacibilidad que tanto (...) celebrábamos”. El aumento del descontento popular fue motivado por el impacto económico y social que produjo la guerra, en una tierra en donde ya de antes se vivía en condiciones muy precarias. 

En noviembre, cuando la situación se había degradado hasta un extremo insostenible se envió a la benemérita . El personal de este nuevo cuerpo del ejército estaba compuesto por un comandante, dos capitanes, cuatro oficiales y 140 tropas. Hasta entonces sus funciones las desempeñaba “la Compañía de Guardias Provinciales, constituida por miembros del ejército que prestaban en el archipiélago un servicio análogo al que tenía encomendado en la península la Guardia Civil”[3]

 La Vanguardia decía que el Departamento de Guerra anunciaba una “inminente insurrección en Canarias”, a pesar de recordar el españolismo de la población isleña. No obstante, no descartaba complicaciones como sucedió en Puerto Rico. Había que combatir las  opiniones que ponían en duda “hasta donde llega nuestro amor a la Metrópoli (porque) ahí está Puerto Rico, considerado hasta ayer como espejo de españolismo acrisolado, prestando también su concurso a los enemigos de la patria"[4].

Fue muy oportuna la llegada de un cuerpo de policía militar para contener posibles movimientos de insurrección, así como para aplicar una ley que ponía a la sociedad bajo control policiaco y militar. Una vez pasados los peligros de la guerra la Guardia Civil se encargó del orden público, poniendo en cintura a los “ladrones, tartaneros, cocheros, desarrapados, granujas, pillastres, golfos (...) toda esa retahíla de gente de mal vivir que había convertido nuestra población en digna sucursal de Marruecos"[5].

También actuó contra los campesinos y obreros cuando la ocasión lo requirió, y llegó a convertirse en un temido cuerpo de represión interna, y uno de los poderes fácticos de la dictadura franquista. Tan tarde como 1977 irrumpió en la Universidad de La Laguna asesinando a un joven estudiante de biológicas llamado Javier e hiriendo a otra persona. Los impactos de las balas aún son visibles en la entrada al edificio principal.

Hoy, la mayoría de sus miembros son un firme respaldo electoral para la extrema derecha [6].

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1 https://drive.google.com/file/d/1oe7WyNdqoN6f52kk4FsmTVCjykD-9mo4/view 

2 Diario de Las Palmas, 29-7-1898. 

3 http://www.benemeritaaldia.org/guardia-civil/historia-de-la-guardia-civil/3374 8-la-guardia-civil-y-su-presencia-en-canarias-desde-finales-del-siglo-xix-iii. html (visitado 19/8/2019).

4 La Opinión, 30-7-1898

España. Diario Católico Tradicionalista, 11-1-1899. 

6 Luis Gonzalo Segura, El ejército de Vox, Foca, Madrid, 2020.

 

Un recuerdo personal de Antonio Abdo

El otro día nos dejó Antonio Abdo. Muchos han escrito sobre su contribución al teatro en Canarias y, en especial, en La Palma. Por la prensa me enteré de que había nacido en Los Realejos, aunque para mí era un tacorontero, como mi familia. 

Sus orígenes paternos eran libaneses, igual que mis abuelos. Y tenía tienda de ropas y telas, como mis abuelos. Más allá estaba el comercio de Israel, que no tenía nada que ver con Oriente Medio, pero que no dejaba de ser un guiño de la vida. Y en mi casa, que era la de mis abuelos, esa que desde hace unos años permanece derruida en el centro de La Estación, sin que a sus dueños ni al ayuntamiento parezca importarle, Antonio era una figura muy cercana. 

Recuerdo verlo pasar, a su bola. En mi imaginario adolescente era de esas personas que influían desde la lejanía, sólo con su imagen, y con su inconfundible voz de actor y de recitador excepcional. Pasaba de vez en cuando por la tienda de mi abuelo para saludarlo, y luego se alejaba a las cosas de su vida. Su voz quedaba retumbando entre las paredes del comercio. 

Mi madre me dijo en alguna ocasión que a ella le gustaba el teatro, y que había participado en algunas obras que se representaron en el flamante cine Capitol, en los años cincuenta. Entre otras, La chica del gato, de Carlos Arniches. Mi madre y sus hermanos, y hermana, de adolescentes compartían escenario con Antonio Abdo. También maestra de interpretación, que era Otilia López Palenzuela. De eso no tuve noticias hasta muchos años después, pero hace muchos años ya. 

De pronto, un día vi que Antonio Abdo caminaba acompañado de una mujer muy moderna para los estándares del pueblo de entonces. Y, finalmente, le perdí la pista, coincidiendo con su marcha a La Palma con su Pilar Rey. 

Muchos años después vi a Antonio Abdo en algunos actos culturales, normalmente recitando poesías, que leía maravillosamente. Pero no podría decir qué poemas y en dónde, hasta que un día de comienzos del siglo XXI estaba en una caseta en la Plaza de La Candelaria en Santa Cruz, a media tarde. Yo venía de tomarme un café en el bar Atlántico y de leer el programa de los actos. Me acerqué a escucharlo, pero también a saludarlo y presentarme. 

Era una pena, la caseta no estaba llena. A pesar de que había muchas sillas sin ocupar en la parte delantera, los primeros estábamos sentados de la mitad hacia atrás, tal y como solemos hacer los canarios. Creo que cualquier psicólogo social achacaría esa conducta a nuestra mentalidad colonizada. En cualquier caso, como el inicio se demoraba, quizá esperando a que llegasen más personas, me levanté y me acerqué a Antonio. Le comenté que era hijo de Fina Hayek, nieto de José, don José, como le decían en el pueblo. Tras reconocerme me dijo que era muy amigo de mi familia, que se alegraba de verme y que les diera saludos a todos, cosa que no recuerdo haber hecho hasta muchos años después, si acaso. 

Comenzó el recital y, tras algunas impresionantes lecturas de poemas de García Cabrera, arrancó con uno, brutal, titulado Pesadilla. Un poema en el que se describe el registro que los militares llevaron a cabo en su casa, la casa de sus padres y de sus hermanos. El poema es un crescendo de dramatismo que pone los pelos de punta, y eso fue lo que me ocurrió. A mi altura, pero en otra fila de butacas, se había sentado una mujer. Cuando la miré en ese instante vi que le salían lágrimas en silencio. Al terminar el recital aún sentía el cuerpo agitado. Me despedí de lejos y me fui. 

Pasaron muchos años, muchos, veinte quizá, y no había tenido más noticia y recuerdo de Antonio. Y en eso, Juan Carlos Tacoronte, actor simpatiquísimo y bastante conocido en la isla, nos invitó a un grupo de personas a disfrutar de los fuegos artificiales de las fiestas del Cristo de 2022, en su casa de la montaña de San Roque. Un frío que pelaba. Esas noches traicioneras de Aguere de las que uno no aprende, y siempre te coge con menos ropa de la debida. Tras un buen rato aguantando la ventolera y la inclemencia del viento en la montaña, uno de los invitados nombró a Antonio Abdo. Le dije que lo conocía, que era amigo de mi familia. Él era su sobrino. 

Me dijo que quería llamarlo para que hablara conmigo, que seguro que se iba a alegrar. Mi negativa no tuvo éxito. Total, que de pronto me vi explicándole a Antonio quien era yo, y tras identificarme ya no paró de hablar. Me preguntó de todo, por todo. Incluso tuvo tiempo de recordarme las discusiones futboleras que tenía con mi tío Miguel, un culé de pro, porque él, Antonio, era del Madrid. Y ahí, por sorpresa, volví a conectarlo, ya, por última vez. La semana pasada nos dejó. Ya sé que su obra fue grande en La Palma y en las islas, un referente, sin duda. Para mí, sin embargo, Antonio, a pesar de todo eso, es la imagen de Tacoronte hace muchos años, de cuando yo era adolescente.

La tradición comunista entre la abnegación y el sectarismo

Las andanzas del comunismo contemporáneo, desde Marx hasta nuestros días, está repleta de ejemplos que pueden responder al enunciado del título de este artículo. Dejemos de lado las primeras desavenencias entre comunistas y anarquista durante la primera internacional, y veamos algunos hitos fundamentales de la historia del comunismo que quiero resaltar aquí.


Tras el inicio de la primera guerra mundial en 1914, el divorcio en la familia socialdemócrata trajo como consecuencia las escisiones en el seno de los partidos socialistas de entonces, de los cuales surgieron los partidos comunistas, reforzados tras la revolución bolchevique de 1917 y la creación de la internacional comunista en 1919.

 

Más o menos en todos los países de Europa las secuencias del proceso fueron relativamente similares, aunque fuertemente condicionadas por las respectivas historias nacionales.

 

En el caso español, la experiencia del partido comunista se vio alterada de manera significativa por la guerra civil y la posterior dictadura fascista, de modo que el partido tuvo que desenvolverse en la clandestinidad más estricta durante cuarenta años, alterándose de ese modo el normal funcionamiento del partido, y convirtiendo buena parte de su experiencia en una labor durísima y arriesgada en la que su militancia se jugaba la vida por el solo hecho de participar de la experiencia partidaria. La abnegación mostrada por los comunistas no tuvo parangón en ninguna otra organización política, civil o religiosa. Lo que dieron sus militantes fue el resultado de su convencimiento en la búsqueda de un mundo mejor y justo para el conjunto de la humanidad.

 

Pero su abnegación no iba sola. Estaba acompañada de un comportamiento sectario que ya era una marca indeleble desde el primer periodo leninista. Lenin vendría a ser, de este modo, el primer gran sectario de la familia, ahora ya propiamente comunista. Su herencia se transmitió de forma automática a sus seguidores de distintas inspiraciones leninistas. Las tres principales tradiciones del leninismo, es decir, el estalinismo, trosquismo y maoísmo y, posteriormente, sus respectivas tradiciones, fueron y son agrupaciones políticas, por encima de todo, sectarias.

 

En España, durante los años previos a la muerte del dictador, los comunistas comenzaron a retomar la práctica del sectarismo de una forma desaforada, como queriendo redimirse de su olvido tras tres décadas de dictadura atroz, y así se comenzó en una espiral de escisiones y fraccionamientos que terminaron por llevar al PCE al borde de su extinción en 1982. De hecho, de manera práctica, el partido terminó desapareciendo del mapa electoral, antes incluso de la caída del bloque oriental. Y su deseo de hacer una plataforma más amplia en la que cupiesen todos los comunistas, los comunistas disidentes y otros amigos, no fue posible de manera prolongada, porque los que afluyeron a aquella coalición estaban inoculados con la pócima del sectarismo y prontamente comenzaron a escindirse de nuevo.

 

Hoy los comunistas no tienen necesidad de ser abnegados. Las condiciones de la democracia permiten que el compromiso político no conlleve un peligro mortal. Pero el sectarismo, sin embargo, sigue siendo una seña de identidad indeleble de la tradición comunista, aunque hoy casi nadie use ese apelativo como nombre.

 

Esta razón es la que ayuda a explicar las dificultades persistentes que las izquierdas tienen para lograr acuerdos estables y permanentes. Cada uno piensa que su verdad es la “Verdad”, por no entrar a valorar cuestiones más mundanas que también forman parte de la política, como las prebendas y los puestos, que siempre están presentes en las cosas del poder. Pero, en ese caso, la prerrogativa no solo es comunista, porque en todas las tendencias partidarias a izquierda y derecha se manifiestan de forma permanente las luchas internas por el poder. Lo que es absolutamente lógico y el sentido primario de la política.

 

Cuando ahora vemos, echándonos las manos a la cabeza, el fraccionamiento de las izquierdas para las elecciones que vienen, solo estamos siendo testigos una vez más de cómo la izquierda comunista y sus herederos mantienen con plena vigencia su tradición sectaria, influyendo de paso en las tendencias que se les aproximan, las cuales por una misteriosa razón repiten fielmente esa práctica histórica, sin ser ellos ya partícipes de ninguna tradición de abnegación.

 

El compromiso con el sectarismo está por encima de cualquier otro. Lo importante no es obtener representación, no digamos ya ganar, esto último sería inadmisible. Ante la remota opción de ganar se haría urgente un fraccionamiento acelerado e irreversible. Lo transcendental es mantener la posición de la fracción al coste que sea.

 

Los que hemos estado al tanto de la política en estas últimas décadas, bien estudiándola o bien participado de ella, hemos sido testigos de cosas sorprendentes. Casi que podríamos decir que “real maravillosas” en los términos de Alejo Carpentier, o de “realismo mágico” en los de García Márquez o Salman Rushdie. Vimos una subida y bajada de los cielos a la velocidad de la luz. Asistimos entusiasmados y, posteriormente, hipnotizados por la posibilidad de adentrarnos en los secretos del estado y derrumbar el orden construido en 1978. Fuimos testigos de que ser la primera fuerza en expectativa de votos era una amenaza insoportable de la que se debía huir a toda prisa. Los cuerpos comunistas no podían tolerar en ninguna circunstancia que eso tuviese lugar, ni siquiera remotamente, y se activó de manera urgente la práctica sectaria, ahora con una energía y un afán que recuerda al de los primeros años setenta.

 

La tarea aún no ha concluido del todo. En este último periodo en el que, ya reducidos considerablemente, los herederos del comunismo afrontan nuevos episodios de sectarismo, deben, sin embargo, dejar un resquicio a la vida para que en la siguiente ocasión que se presente volver a poner en práctica el sectarismo.

 

 

 

 

Los jueces salvapatrias

Por lo general, la carrera judicial es un coto restringido para el poder de clase. No son muchos los miembros que llegan a las altas magistr...