XX aniversario de la creación de Intersindical Canaria y los nuevos retos del sindicalismo en el presente

Hace 20 años que un grupo de sindicatos nacionalistas (SOC, STEC, CANC, CCT) conformaron Intersindical Canaria. Aquellos cuatro sindicatos eran la evolución de organizaciones anteriores que habían nacido al final del franquismo. Fueron los protagonistas de las principales luchas sindicales en el momento de la transición. Los pormenores de las andanzas de cada grupo está por escribir. Entonces el movimiento obrero insular estaba a la ofensiva conquistando derechos laborales y sociales, mejoras en el puesto de trabajo, subidas de salarios como nunca antes había ocurrido. Algunos de los hitos más importantes de estos procesos los estudié en Tenerife en Rojo. Luchas obreras durante la transición democrática 1975-1977. La investigación debe seguir avanzado y otros episodios ser desvelados y analizados. Es preciso el compromiso de investigadores y de sindicalistas para colaborar en la construcción del archivo de la transición, que aún incompleto, se custodia en la biblioteca de Guajara de la Universidad de La Laguna.

El sindicalismo nacionalista ha formado parte del ADN del movimiento obrero canario desde sus orígenes a finales del XIX. En aquel tiempo se pensaba que la liberación de los pueblos y de los individuos formaba parte de un mismo proceso, de ahí que en sintonía con lo que ocurría en otros territorios (Cuba, Filipinas), el anarquismo y el sindicalismo nacionalista andaran de la mano. La idea la simbolizó aquí Secundino Delgado. El obrerismo libertario no dudó de la simbiosis de ambos procesos, lo animó y promocionó con distinto éxito en diversos pueblos del mundo. 

Canarias, sociedad premoderna, sometida a una metrópoli que ella misma era premoderna, vio la primera experiencia libertaria y nacionalista truncada por el enorme peso del caciquismo insular, el analfabetismo de los campesinos, la pequeñez numérica de la clase obrera, y lo reducido de la intelligentsia, que además en buena medida se veía forzada a la emigración de manera recurrente, igual que el resto de sectores sociales. De tal forma que las posibilidades de que madurase algo parecido a lo que pasó en Cuba o Filipinas eran bien remotas. No fue hasta la irrupción de luchas laborales a principios de los sesenta cuando volvió a reverdecer la idea, poniéndose las bases del sindicalismo de clase y nacional canario. 

Tras 1973 se forjaron distintas organizaciones, primero de manera clandestinas y luego legales, para surcar el terreno del sindicalismo nacionalista. La experiencia que arranca a mitad de los setenta ha sido la que ha tenido una mayor proyección histórica y social. El sindicalismo nacionalista, que de manera mayoritaria representa IC, sin olvidar la existencia de otras organizaciones menores, no siendo la mayor central sindical de Canarias, sin embargo, está presente con fuerza en los sectores estratégicos de la economía en las islas. Transporte, puertos, sanidad, educación y turismo, son espacios en los que IC juega un papel destacado. 

Desde la creación de IC en 1994 hasta la actualidad muchas cosas han cambiado en el mundo sociolaboral y político. En consecuencia, el papel de los sindicatos también se ha visto modificado por tales hechos. De manera paulatina el mundo de las relaciones laborales ha dejado de estar presidido por el trabajo estable, con jornada regulada, salario en progresión, y derechos sociales asociados al welfare state. En tal modelo, combatido por el neoliberalismo desde mediados de los ochenta, el sindicato jugó un papel central para la mejora de las condiciones de vida del conjunto de la población trabajadora. El sindicato era una fortaleza siempre en guardia contra los intentos de recorte de derechos. Una masa estable y amplia de trabajadores con conciencia de clase lo garantizaba.

Pero el avance del neoliberalismo con sus secuelas de deslocalización industrial, financiarización de la economía y precarización del puesto de trabajo cambió completamente las reglas del juego, y las relaciones de fuerza entre el capital y el trabajo. El capital recuperó el terreno que había perdido durante los decenios anteriores, y volvió con fuerza para establecer un modelo neoliberal de alcance mundial, que debilita a las organizaciones sindicales nacidas en el contexto de la segunda revolución industrial. El problema central ahora consiste en saber darle una nueva orientación a la política sindical, para que siga siendo efectiva en la defensa de los intereses de los asalariados. 

Los gobiernos emiten leyes que favorecen la desregulación del mercado laboral, los altos índices de desempleo producen bolsas enormes de reserva de mano de obra, que tiran hacia abajo del precio del trabajo. La competencia por conseguir empleo debilita la conciencia de clase y genera mecanismos de dumping entre los mismos trabajadores. Los partidos mayoritarios de izquierda se han mudado al neoliberalismo, y en la escala UE se alían con los conservadores y los liberales a las órdenes de los poderes financieros y de los grandes lobbies industriales. El último gran episodio a este respecto es la negociación en secreto del TTIP, defendido por la socialdemocracia como el que más. En tal contexto el mundo sindical debe trazar nuevas estrategias y propuestas. Dentro de ellas debería ser primordial la demanda de una Renta Básica de Ciudadanía, que garantice mínimos vitales a todos los ciudadanos, y que ayude a fortalecer la posición de fuerza del mundo del trabajo. Partiendo de un salario mínimo de ciudadanía, se podrá resistir en mejores condiciones el abuso que supone los trabajos precarios con salarios bajos. Otra idea fuerza tendrá que ser la que propone el reparto del trabajo y la reducción de las jornadas laborales, tal y como los sociólogos del trabajo vienen reclamando hace mucho tiempo.


Por supuesto que los sindicatos deben revisar su relación con el Estado, su dependencia respecto del mismo, reencontrarse con la democracia de base, desterrar el burocratismo, y abrirse a nuevos sectores sociales, que por las características del mercado de trabajo en el mundo neoliberal, no necesariamente están insertos como trabajadores reglados. Igual que entre los sesenta y los setenta se reinventó el mundo sindical en el Estado español y en Canarias, ahora es tiempo de pensar el sindicalismo con nuevas claves, porque corremos el riesgo de descubrir que tras el neoliberalismo lo que se esconde es el feudalismo.

¿Por qué se usa Canarias para defender los intereses de Francia en África?

¿Por qué se usa Canarias para defender los intereses de Francia en África?

El ejército español ha tomado el mando de las operaciones en Malí, dando un relevo mediático a los franceses en el escenario. Pero esto no puede ser contemplado más que como una aventura irresponsable del gobierno español. España no tiene intereses en Malí. Francia sí. España va a operar como gendarmen francés en una zona que es territorio sometido a las políticas neocoloniales de la france- afrique

El france-afrique es una sistema de dominación que ha mantenido Francia desde 1960 en adelante, al objeto de tener sometida a sus antiguas colonias. Para ello ha promovido y llevado a cabo golpes de estado, asesinatos múltiples, fabricado corruptelas y apoyado a regímenes odiosos en todos estos países. Sería interminable relatar todas las atrocidades, ilegalidades y desmanes acometidos por los franceses en África con el objeto de mantener su poder y la defensa de sus intereses. Desde Marruecos hasta Madagascar desde Senegal hasta Sudán, los franceses han hecho de este continente el soporte inexcusable de su bienestar y de su posición privilegiada entre las potencias del mundo. Sus fábricas, automóviles, luz eléctrica, petróleo, y todo lo que tiene que ver con la producción moderna es extraído de África a coste irrisorio. También un lugar usado profusamente para evadir capitales de la metrópoli, blanquearlos y reenviarlos a paraísos fiscales de todo el mundo.

En el caso concreto de Malí los franceses derrocaron al presidente socialista Modibo Keita en 1968 y sumieron al país en un dictadura que duró 27 años, encabezaba por Traoré, quien amasó una fortuna considerable, gracias a las “ayudas al desarrollo” que recibía de Francia. Cuando Traoré dejó de interesar fue depuesto por un golpe de estado, auspiciado por Francia y sustituido por Toumani Touré, quien dio paso a Omar Konaré, miembro del Alto Consejo de la Organización Internacional de la Francofonía, y doctor Honoris Causa por la Universidad de Rennes 2 Haute Bretagne. Konaré cumplió a pies juntillas las recomendaciones del FMI para Malí y terminó sumiendo al país, en una miseria aún peor de la que procedía. En 2002 fue sustituido por Toumani Traoré, que continuó con las políticas del austericidio. Acusado de ejercer un gobierno autoritario es depuesto en 2012 por un nuevo golpe de estado, y tras un gobierno interino asume el poder el actual presidente Boubacar Keita. Este presidente apoyado por Francia, como todos los anteriores, excepto el primero, anunció a principios de julio de 2014 la firma del acuerdo de defensa entre Francia y Malí, que da una base jurídica para la presencia militar francesa permanente en territorio maliense.

Malí es un país muy rico en oro, el tercero de África, y tiene una frontera de más de 850 km con Niger, país que atesora inmensas reservas de uranio, que son las que proporcionan a Francia el 30% de dicho mineral para alimentar sus 58 centrales nucleares, y toda su red energética. Malí también atesora en su subsuelo uranio, diamantes, hierro, bauxita, manganeso y otros minerales que aún no han sido explotados. Hay expectativas más que fundadas de que su subsuelo contenga petróleo. Además, Francia es el primer proveedor comercial de este país africano de inmensas riquezas naturales, y de enormes miserias humanas. Según datos de la BBC, el 60% de sus quince millones de habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza, y la esperanza de vida no supera los 54 años.


Así que los intereses franceses en su ex colonia están claros. ¿Pero que hace España ahí? ¿Una política exterior quijotesca? Dice el Ministerio de Exteriores en su web que “La crisis de Malí ha traído a un primer plano la existencia de múltiples y graves desafíos en el Sahel. La actual situación supone una amenaza para España, la Unión Europea y nuestros intereses comunes (…) José Manuel García-Margallo, (dice que) Malí puede <desestabilizar el norte de África> y provocar que Europa tenga <una frontera con Al Qaeda en el mar Mediterráneo> (…) Además el terrorismo que golpea directamente a otros países de la zona como Mauritania y Nigeria, y sus posibles repercusiones directas o indirectas en Europa, otros intereses de la UE en el Sahel son frenar la inmigración clandestina, la seguridad de los principales proveedores de energía como Argelia o Libia -limítrofes con el Sahel- o los intereses comerciales.” 

Enrevesado argumento para esconder una vulgar política del pillaje. Y todo ello a costa de implicar a nuestras Islas en esa truculenta historia, porque se ha hecho un uso inadecuado e intensivo de las infraestructuras aéreo-portuarias insulares (Gran Canaria, Tenerife), a la vez que se llevan a cabo ejercicios de entrenamientos de tropas europeas y africanas (Fuerteventura) destinadas al conflicto. La irresponsable política exterior española en la zona, al dictado de los intereses franceses y de la OTAN, pone en peligro a la población civil en las islas, y nos sitúa como plataforma logística del rejuvenecido imperialismo occidental. No fue este el mandato del pueblo canario cuando en el referéndum sobre la OTAN en 1986 votó en contra de la permanencia en la misma. La demanda del entonces movimiento antimilitarista y por la paz, de convertir a Canarias en lugar de encuentro y cooperación en vez de santuario para operaciones militares contra los pueblos vecinos, sigue siendo pertinente. La reclamación de un estatuto de neutralidad para el Archipiélago debería formar parte de la agenda de los partidos políticos que se reclaman favorables a los derechos humanos, y contra las agresiones neocolonialistas.

La oportunidad que nos brinda Cataluña

La oportunidad que nos brinda Cataluña

El proceso abierto en Cataluña cuya reclamación principal es el “derecho a decidir”, y no la independencia, como afirman los medios de comunicación y las fuerzas políticas del españolismo, puede traernos ventajas evidentes al resto de los ciudadanos del estado. La primera de todas ellas es mejorar la democracia, que tan mala salud tiene en estos tiempos. En el pasado fue la reclamación de autonomía de Cataluña (y del País Vasco) la que abrió la vía a la descentralización política, que en aquel entonces fue denostada por la derecha española, y que a día de hoy a todo el mundo le parece fantástica. Si las fuerzas del inmovilismo ganasen siempre aún estaríamos en las cavernas, de hecho algunos lo están.

La segunda ventaja que tendría el éxito de la reclamación catalana sería la de llevar al estado una profunda remodelación, incluyendo como posibilidad derivada la apertura del debate sobre la forma-estado. Es decir, podría ayudar a que en las otras nacionalidades, incluyendo la mayoritaria (española), se instale en la agenda el asunto de si es conveniente seguir con el modelo de monarquía parlamentaria, o vendría mejor decantarse por un proceso constituyente que vislumbre la forma republicana como una opción viable y deseable. A este respecto es preciso recordar que, en la historia contemporánea española los procesos de federalización o confederalización vinieron acompañados, y retroalimentados, por derroteros republicanos.

La tercera ventaja asociada a la autodeterminación de Cataluña, podría tener la virtud de fomentar la impugnación del modelo neoliberal. Cataluña como referente de nuevas políticas más justas y solidarias, que combatan el dogma que lleva a amplias masas de ciudadanos a situaciones de desesperación, y acrecienta la tasa de explotación sobre la población trabajadora como si hubiésemos regresado al siglo XIX. Por la actitud del movimiento de masas en Cataluña, y por la implicación de los sectores populares, el proceso abierto no será, tal y como anuncian los voceros del españolismo, una reproducción del neoliberalismo a una escala menor. La mayoría de las fuerzas en liza refutan el dogma neoliberal, con la misma energía con que cuestionan el dogma de “la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”. Infame artículo constitucional impuesto en 1978 desde instancias superiores, tal como recogió en sus Memorias el ponente constitucional Jordi Solé Tura. 

Independientemente de lo que difunde el altavoz mediático del españolismo y del neoliberalismo, ninguna de esas dos vías son imponderables de la historia. Son sólo estrategias de dominación contingentes. La voluntad, la lucha y nuevas estrategias, también contingentes, las desplazarán, para posteriormente ser desplazadas también ellas mismas.

Coincidiendo con el asunto catalán, nuevas correlaciones de fuerzas se fraguan en el estado, y una ciudadanía activa y comprometida se dispone a entrar en escena. En las Islas la mayoría de la población impugna la errática política de connivencia del gobierno del PP con la multinacional REPSOL. Aquí nos sumados también a la ola de cambios que reclama, entre otras muchas cosas, el “derecho a decidir”.

El interés del PP en el petróleo “canario”

El interés del PP en el petróleo “canario”

El interés de los gobiernos españoles por el tema de las prospecciones tiene una larga historia. La búsqueda de petróleo y gas se exploró durante el franquismo en los territorios coloniales que entonces tenía España. Desde 1960 se comenzaron a llevar a cabo exploraciones en las distintas colonias, sin que se llegase a buen puerto. No fue hasta 1984 en que Guinea Ecuatorial, que había dejado de ser colonia en 1968, descubrió y comenzó a extraer petróleo.

Aunque entonces el petróleo había desbancado al carbón como la primera fuente de energía, tenía unos precios muy baratos en el mercado mundial. En la década de los sesenta el barril oscilaba alrededor de los 1,80 dólares. Tras la crisis del 73 subió hasta los 3,29 dólares. Tras la segunda crisis petrolera de 1979 se colocó en los 30 dólares. Y así con diferentes vaivenes ha ido escalando precios hasta los 100 dólares de media en la actualidad. Los distintas oscilaciones muchas veces tuvieron que ver con asuntos políticos (guerra del Yom kippur de 1973, revolución islámica en Irán de 1979, inestabilidades geopolíticas, caída del bloque oriental, etc), en otros casos intereses concertados entre las compañía petroleras (el conglomerado conocido como las 7 hermanas, Exxon, Mobil, Shell, BP, Chevron, Texaco y Gulf) y los países productores, algunos miembros de la OPEP y otros no.

Ese escenario histórico se ha visto modificado en parte por nuevas concentraciones de las corporaciones, cambios geopolíticos en las zonas productoras (Oriente Medio, El Caribe, África Occidental y el Cáucaso exsoviético) y por el agotamiento de los recursos petroleros a nivel mundial. El estancamiento y caída de la producción viene refrendada, a pesar de los nuevos alumbramientos, como pudiese ser el que tiene previsto Repsol en aguas cercanas a Canarias, por el hecho de que el consumo mundial de petróleo asciende a los 30.000 millones de barriles anuales, mientras que las nuevas exploraciones sólo alcanza hasta los 4.000 millones de barriles anuales (datos de 2006). Para 2013 la OPEP estimó que los países miembros de su organización habían incrementado la producción en un 0,1% en relación al 2012, pero la demanda aumentó en un 1,2%, lo que pone de manifiesto que cada año el consumo aumenta mucho más que los nuevos recursos encontrados y puestos en explotación. A este desfase, que alumbra el agotamiento de este importante recurso, se le suman dos problemas relevantes. El primero es que nos queda por consumir lo mismo que hemos consumido hasta ahora. El segundo es que se han ido incorporando masas ingentes de consumidores de petróleo (China, India, América Latina, importantes zonas de África y de Asia), que provocarán la aceleración del agotamiento del recurso en mucho menor tiempo que en el siglo largo en que Europa Occidental y EE.UU han consumido, aproximadamente, la mitad de las reservas mundiales.

La consecuencia que se destila es que el petróleo será disputado palmo a palmo en cada rincón del planeta. En este contexto el interés del gobierno español está enmarcado por el hecho de que desde 2001, y siguiendo la directriz de Aznar de sacar a España del rincón de la historia, la búsqueda de petróleo y la participación en las alianzas militares occidentales son claves para insertarse como país “importante” en los distintos escenarios de la arena internacional. Si la guerra por el petróleo marcará las disputas de los años venideros, el hecho de poder contar con una “multinacional petrolera cercana”, ayuda a ubicar a España en el tema de principal controversia mundial, de aquí hasta el cambio de modelo energético, o hasta el final del mundo conocido, que acaecerá tras una conflagración mundial entre EE.UU./UE de un lado y las potencias eurasiáticas del otro (Rusia, China, etc.). 

España lo que hace con la promoción de las prospecciones en aguas cercanas a Canarias, o con el fracking en la Península, es tratar de posicionarse en la disputa geopolítica y energética mundial. Las fuentes de energías no renovables son el verdadero talón de Aquiles de las potencias occidentales, porque siendo los países que mayor nivel de consumo tienen son los que menos recursos energéticos fósiles atesoran. De ahí que la diplomacia occidental haya sido sustituida por la política de guerra e injerencia en una acción exterior creadora de “caos controlado” (Oriente Medio y norte de África), y de abierto desafío a Rusia y China (Ucrania y las tensiones en el mar de China). Ya decía Keynes  en 1920 que la paz no puede ser duradera en situaciones de crisis económica, y Robert Kagan (influyente intelectual de las elites norteamericanas) en su obra, El retorno de la historia y el fin de los sueños (2008), que la competencia por los recursos energéticos influirá en los conflictos geopolíticos. La lucha entre las democracias occidentales y las autocracias orientales está servida, según dicho autor.

España quiere jugar esa partida, y por eso sus estudios geoestratégicos, calcados en estilo de los norteamericanos, señalan que los intereses vitales de España se encuentran también en la llegada fluida y sin interrupciones del oro negro procedente del África Occidental. De momento de los países del gran golfo de guinea (desde Nigeria hasta Angola), pero ampliando perspectivas de que pueda ser también desde Mauritana, Marruecos y, claro está, de los mares cercanos a las Islas Canarias. Ahí radica el problema central sobre las prospecciones, y el interés impostergable que para el gobierno del PP tiene llevarlas a cabo, aunque con ello de la espalda a la ciudadanía de la Islas.

Coalición Canaria no da la talla

Coalición Canaria no da la talla

Es una lástima que, tal y como se está poniendo el panorama político, CC no se atreva a hacer un poco de política a lo grande. Quizá esté en su ADN el no hacerlo. En la tradición de CC se reconoce perfectamente la vieja política de negociación en las sombras. Ya lo hacían  los “prohombres de orden” en el siglo XIX, cuando iban a “las Cortes” a negociar el reparto de poder en las Islas. Esa política de segundo nivel, sin dar una voz más alta que otra, sin arruinar la “concordia nacional”, sin voluntad de transgredir los dictados del poder central, parece ser su santo y seña.

Será difícil que CC pueda encontrar un momento histórico semejante a este, en el que llevar a cabo un salto de gigante en la conquista de poder político para las Islas, que integre reivindicaciones no resueltas por el actual estatuto, como es el tema de las aguas jurisdiccionales, la elección democrática de un modelo energético alternativo, y la plena reivindicación del control sobre los puertos y aeropuertos de las islas.

Aún no sabemos en que consiste el nacionalismo de CC, si es que es tal cosa. Porque si fuese nacionalista su visión estratégica tendría que llevar implícito la conquista de los tres elementos anteriores. Nada tiene que ver con exigir la independencia atender a las particularidades geopolíticas de un territorio. El pulso del gobierno del PP al conjunto del pueblo canario debería ser aprovechado por un partido que se reclama nacionalista, para ahondar sin vuelta de hoja en una propuesta de sumas de soberanías (energética, alimentaria, territorial y política) que acelere la profundización de la democracia.

La muestra de arrogancia del poder central con las Islas en el asunto del petróleo no tiene parangón en la etapa autonómica. Tendríamos que remontarnos a principios de los setenta, cuando el monopolio estatal de Tabacalera arruinó el sector en las Islas en beneficio  propio, para ver algo similar. En aquel entonces, aún bajo la dictadura, no había autonomía, ni un gobierno que se llamase nacionalista a su cabeza, que saliese en defensa del sector tabaquero insular. Pero hoy sí lo hay, al menos nominalmente. Y la verdad que la sensación que da es que, en realidad, no parece que haya nada parecido a un gobierno nacionalista que salga en defensa de este territorio.

Para defender Canarias del atropello al que la está sometiendo el gobierno central, con su  defensa a ultranza de la multinacional Repsol, es preciso impulsar políticas de altura. Llevar el nivel de confrontación político unos cuantos grados más altos de lo que hace CC. No basta apalancar las respuestas en el ámbito judicial. El sistema judicial es muy lento y, desde luego, no es independiente. Tendría que implicar mucho más a la ciudadanía en el debate y en la crítica al neocentralismo de la derecha española. Debería ¿por qué no? junto a la politización general de la sociedad, derivar el asunto a la arena internacional, y pensar la política teniendo el objetivo puesto en la consecución de nuevos espacios de soberanía y de democracia.

Sinceramente, en todo ello, Coalición no da la talla.

¿Por qué atacan a Sí se puede?


Para los que estamos al tanto de la política insular esta pregunta puede resultar retórica, y casi innecesaria hacerla. Pero para los que no están en el día a día, mes a mes, año a año en la pelea política en la Isla, quizá no sea tan evidente la respuesta. Por eso quisiera señalar algunas razones centrales que explican el asunto.

Más allá de que la mera existencia de SSP ya es un estorbo para la triada tradicional del poder (PP/PSOE/CC), y de sus medios de comunicación, el hecho de que SSP no se diluyera como un azucarillo, como había pasado en la historia reciente con los intentos de construcción de un bloque de poder popular (UPC, ICAN), debe haberlos enfadado. Sumado a ello, la impugnación generalizada hacia la clase política profesionalizada, la famosa casta, ha puesto en alerta a los aparatos partidarios de la triada, porque entienden que pueden sufrir una sangría de votos en favor de organizaciones como SSP, y eso los ha convencido de la necesidad de entrar al trapo. Su misión central consiste en destruir la imagen incorrupta de SSP, y para ello lógicamente no se paran en recatos menores, tales como si es verdad lo que denuncian o son meras falacias y mentiras prefabricadas. Cuando se da un toque a degüello lo primero que cae es la verdad.

Pero en este ataque de verano a SSP, además de las generalizaciones anteriores me parece que hay causas concretas que traer a colación. Los casos de Granadilla y de Buenavista juegan un papel central en el asunto. En ambos municipios el PSOE fue desalojado del poder por SSP. Y el PSOE de ambos lugares ha sido manejado como un coto privado por personajes de comportamiento caciquil, y que, por supuesto, de socialistas tienen aún menos que el propio partido al que representan. Su vendetta parece que ha consistido en difamar al abogado Pedro Fernández Arcila, y a otros representantes notorios de SSP como es el alcalde de Buenavista, Antonio González Fortes.

Causa de lo anterior es el hecho de que el mentado abogado ha estado hurgando en donde no debe, realizando una extraordinaria labor en defensa del territorio de la Isla, impugnando macroproyectos urbanísticos absurdos, y encima es edil y referente destacado de SSP. Además de ello ha sido un letrado comprometido con las causas ambientales y sociales desde hace varias décadas. Si durante el franquismo en esta Isla hubo algunos bufetes comprometidos con la defensa de los trabajadores, como el de Antonio Cubillo, Alfredo Horas, Ignacio Cestau o María Polo, en las dos últimas décadas, algunos nuevos despachos han destacado en esta Isla continuando la labor de aquellos valientes abogados laboralistas, como el del malogrado Miguel Angel Díaz Palarea y, sin duda, el de Pedro Fernández Arcila, quien ha incorporado la defensa del medioambiente como tema central de su trabajo, sin olvidar otras facetas más clásicas del derecho.

No es de extrañar entonces que todo ello sea causa suficiente para convertirse en objeto de ataque de los defensores del tripartito y sus flecos. En este segundo caso, de políticos de menor relieve que quieren hacerse grandes buscando adversarios de altura, surge gente mediocre que siempre juega a caballo ganador, aunque su mala puntería pueda descabalgarla de partido en partido, hasta la inversión definitiva de la historia desde el partido de masas al partido unipersonal. 

A este respecto hay un caso paradigmático de quien siempre se encuentra en el lugar equivocado. Unas veces haciendo campaña en favor del Tratado de la Unión Europea (2005), sanción jurídica del neoliberalismo, para a renglón seguido defender su marchamo de “izquierda”. En fin, le recuerda a uno este tipo de dialéctica el desternillante diálogo de la película Airbag, cuando Pazos le dice a Fátima, tras un intercambio de absurdidades, “lo mismo que te digo una cosa te digo la otra”. Y visto con distancia no lleva esto sino a la risa, aunque a la corta ahonda en el desprestigio de la acción política casi en igual medida que las comportamientos judicialmente punibles.

Si la frase atribuida a Gandhi que reza, “primero te ignoran, después se ríen de ti, luego te atacan, entonces ganas”, se asemeja a la realidad, SSP tiene un futuro luminoso.

Hiperrealidad y política inmaterial


Explicar la realidad se torna cada vez más complicado. Si es que alguna vez hubo certezas que nos ayudaban a comprender el mundo, no cabe duda que en el tiempo presente el asunto no parece tan claro. La realidad ha sido sustituida por la hiperrealidad. Cuando la hiperrealidad se impone la realidad desaparece. Cuando todo es posible nada es posible. Se que parece un galimatías, pero no lo es. Cuando todo es información la información ya no existe. No sirve para informarnos porque somos incapaces de digerirla. Necesitamos un mapa, ciertamente muy complejo, para poder interpretar la cantidad de información que recibimos a cada instante y ello es imposible. Recuerden el cuento de Borges titulado Del rigor en la ciencia, en el que relata que los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Esa sobre exposición a la realidad total hacía inservible el mapa, y por eso las generaciones posteriores lo terminaron abandonado.

Pienso que estamos justo en ese punto en cuanto al hecho de comprender el mundo en que estamos viviendo. Ahora, exactamente, no sabemos qué es la realidad, o qué es una copia de la realidad, dándose la paradoja de no saber si la representación que vemos es la copia o el original. Así las cosas ¿cómo explicar la política? Quizá sólo podamos dar pinceladas aproximadas, y aquí quiero dar alguna de ellas.

Para empezar diré que algunas de las instituciones tradiciones de la política, tal como el partido, tienen una historia concreta y contable. Los partidos modernos surgieron en el inicio de la democracia de masas para representar las fracciones sociales. En particular, los partidos socialdemócratas (socialistas y comunistas) nacieron con la intención de dar voz a los sectores obreros en las sociedades industriales. Los partidos eran además vehículos de socialización y de convivencia. El partido ponía en contacto a gente real en el mundo real. Las luchas compartidas construían conciencia y creaban afectos y solidaridades. 

Hace medio siglo esto comenzó a modificarse. Los partidos dejaron de representar a las fracciones sociales y derivaron hacia estructuras profesionales de servicio a la administración (sobre todo) del capital, y de la instituciones del estado. Se produjo una distorsión en relación a su función original que ha conllevado un alejamiento considerable de los ciudadanos respecto a los partidos. Además, los avances tecnológicos desplazaron su papel de agente socializador, desempeñando esta función ahora los medios de difusión masivo, en especial la televisión, hasta tiempos recientes. Desde hace aproximadamente una década internet se ha sumado a dicha labor, transformándola en parte, porque hizo posible el paso de la realidad seleccionada y contada de forma unilateral de arriba hacia abajo, a otra basada en una producción infinita de realidades. Esto terminó por anular cualquier relato unificador sobre la realidad.

La tendencia que apunta la nueva forma de hacer política ya no necesita al partido-en su acepción clásica- porque lo que se dibuja en el mundo hiperreal es el ascenso de las comunidades virtuales. Las gentes que dan respaldo electoral a las nuevas tendencia políticas no forman una comunidad real y concreta, sino que son comunidades virtuales en las que las gentes no se conocen, o a lo sumo sólo conocen la representación de un avatar, que es el que se expresa por medio de la realidad virtual. En estas comunidades se puede coincidir en apoyo electora concreto, por ejemplo, pero no en estilos de vida. Tal persona puede votar radical y luego llevar una vida conservadora, o votar conservador y llevar una vida liberal. No habrán experiencias concretas que compartir ni alegrías o llantos comunes, sólo expresión de intereses individuales manifestados en el espacio virtual que, puntualmente, pueden coincidir con intereses individuales de otros muchos, por ejemplo, en una manifestación o en unas elecciones.

Esta lectura que hago aquí vendría refrendada por los resultados de las últimas elecciones al Parlamento Europeo. Los medios se han centrado de manera principal en la irrupción de Podemos, y quizá esto haya dejado de lado un análisis más de conjunto, en el cual ésta opción sólo sería una entre otras, que comparten determinadas características en la línea que estoy expresando aquí. Veámos. Tomando como referencia espacial el ámbito canario, y fijándonos en las opciones políticas que comparten virtualidad con Podemos, que hacen política desde lo inmaterial, que usan sobre todo las redes o las televisiones, que no son estructuras partidarias clásicasque, en cierto modo, comparten estructuras virtualmente jerarquizadas (Pablo Iglesias, López Uralde, Rosa Díez , etc.) y que su mensaje es recepcionado por público de formación cultural media y media-alta, vemos que en Canarias, sí sumamos los resultados de Podemos-UPyD-PACMA-Ciudadanos-Primavera Europea-Movimiento Red-Partido X, obtenemos un 24% del total y 135.506 votos. Esa suma representaría el partido más votado, por encima del PP y del PSOE. Un 24% del electorado se ha reconocido en esta nueva forma de la política inmaterial, y se orienta en términos variables desde puntos de vista influenciados por el hiperrealismo. No es todo. Hay algo más inmaterial que lo virtual y es la nada, la no comparecencia, que en el mundo político viene representado por la abstención. Extremando la observación podríamos decir que, si a este 24% de opciones inmateriales le sumamos el 62% de abstención, la abrumadora mayoría de la población (86%) se colocan fuera de la tradición política clásica.

El ejemplo que tomamos de Baudrillard nos ilustra: Lascaux (las célebres cuevas con pinturas rupestres). El original fue cerrado hace mucho tiempo y los visitantes hacen cola ante el simulacro, Lascaux 2. La mayoría de ellos ni siquiera saben que verán un simulacro. El original ya no está señalizado en ninguna parte. Modo de prefiguración del mundo que nos espera: copia perfecta de la que ya ni siquiera sabemos que es una copia. Ahora bien, cuando la copia deja de ser una copia, ¿qué sucede con el original?” 

¿Y si los nuevos partidos inmateriales fuesen Lascaux 2? La próximas generaciones no sabrían nada acerca de los partidos clásicos y de las formas materiales de socialización. Podrían terminar pensando que sólo el mundo inmaterial es el mundo real. En otros muchos aspectos de la vida comienza a ser así, como en el ocio, en el sexo o la comunicación. Será el momento, si acaso no lo es ya, en que pensemos que las prácticas emancipatorias serán radicalmente individualistas.

Los jueces salvapatrias

Por lo general, la carrera judicial es un coto restringido para el poder de clase. No son muchos los miembros que llegan a las altas magistr...