Quiero agradecer a los compañeros de IPO haberme invitado a presentar este trabajo, de indudable interés para la historia política del nacionalismo de izquierda en las islas. En Canarias no tenemos mucha costumbre de escribir textos de esta naturaleza, que además de su interés intrínseco, es también una forma de hacer historia local, comarcal o insular. Este tipo de historia, junto con otras que aborden de manera más general las historias locales y comarcarles son muy necesarias para poder construir la nación. Por ello es doblemente satisfactorio que estos esfuerzos de síntesis del pasado vean la luz. Sería conveniente que otros también hagan lo propio, incluidas las derechas, para poder luego hacer síntesis globales que nos ayuden a explicarnos cómo somos.
Dice un estudioso del nacionalismo que se llama Walker Connor, que hasta el momento en que las naciones no cobran conciencia de su naturaleza nacional, son hasta entonces etnias. Grupos humanos claramente diferenciados y que comparten historia, espacios, y hasta genealogías comunes. Pero para poder ser nación hay que abordar la política. Asumir la diferencia étnica como diferencia nacional. Para dar ese paso es necesario relatar el pasado desde lo local hacia lo general. Historia políticas, culturales, sociales o económicas, o todas juntas que nos ayuden a tener un relato compartido acerca del pasado y el presente.
Max Weber era de la misma opinión que Connor, o más bien al revés, porque Weber fue primero. Escribió en Economía y Sociedad: “Llamamos grupos étnicos a aquellos grupos humanos que abrigan una creencia subjetiva en su linaje común...la existencia de una relación consanguínea objetiva carece de importancia”. Esa construcción imaginaria, que no se puede hacer sin la historia, es la clave para que el grupo étnico de el salto a su constitución de nacional. Para que exista ese grupo étnico es indiferente la conciencia que se tenga de sí mismo. Cualquiera que viene de fuera la ve enseguida, pero para constituirse en grupo nacional la conciencia del sí, es fundamental. En palabras de Connor “el grupo étnico puede ser definido desde fuera, la nación debe ser definida por sus propios miembros”.
En esa secuencia estamos instalados desde hace 40 años. La irrupción nacionalista de los setenta ayudó a dar un gran salto en la toma de conciencia nacional, pero la demolición de las organizaciones nacional populares, (UPC-ICAN) como principales referentes, abortó el despegue definitivo, y tras 30 años o más de gobierno autónomo con plenas competencias en educación, la parálisis y la falta de interés en producir un sistema curricular que facilitase la toma de conciencia nacional, ha actuado como un freno enorme a las posibilidades de desarrollo de dicha conciencia. De tal modo que seguimos estando más próximos al grupo étnico que a la comunidad nacional.
Frente a ese atraso institucional este tipo de trabajos viene a cumplir una función esencial, que es la de acercarnos, en este caso, a la historia y el activismo de un grupo político local, y a través de él nos acercamos a la historia social y política del municipio. Si se alentase este tipo de elaboraciones escritas y pensadas sobre lo qué hemos sido y cómo hemos sido, seguro que tendríamos un pueblo con mucha mayor cultura política del que tenemos ahora. Compartir relatos elaborados, asumiendo también las criticas que lluevan es parte necesaria e inevitable de la toma de conciencia nacional. Miremos cuánto dinero y dedicación profesional han destinado los vascos y los catalanes en este asunto, y veamos el resultado que han obtenido.
Las naciones son artefactos relativamente jóvenes en la historia, en general proceden todas de finales del siglo XIX, incluso las que piensas que son inmemoriales, tal como la francesa, o la española, que no termina de construir su discurso nacionalistas hasta la llegada del franquismo. Los canarios, emigrados en las Américas también comenzaron la construcción de la nación a finales del XIX, aunque no haya dejado de interrumpirse su desarrollo desde entonces. Nuestra condición colonial y pobre, porque hemos sido una colonia pobre, fueron dificultades añadidas. Sin burguesía nacional, sin clase obrera desarrollada, solo pequeños núcleos de la inteligencia, escritores y periodistas afrontaron el reto, con escasas fuerzas, y con un pueblo muy mayoritariamente analfabeto. Era misión imposible. Un pueblo con mucha identidad étnica y poca nacional. Eso nos diferenciaba de Cuba y Puerto Rico, nos quedamos atrapados en el nacional-catolicismo de la España decadente de principios del siglo XX.
La autonomía debía haber puesto remedio al asunto, pero tristemente no lo ha hecho. Nos queda construir nuestra historia desde abajo, con materiales como este libro que presentamos hoy. Estos trabajos de la memoria de colectivos, e incluso las memorias individuales, son fuentes necesarias para construir la historia, por eso hay que seguir animando a grupos similares o a personas comprometidas, para que se pongan en la tarea de elaborar esos materiales.
Las identidades nacionales están construidas de sentimientos, además de los elementos objetivos y materiales que rodean al mundo de la nación. Pero los sentimientos juegan un papel fundamental en la construcción del imaginario nacionalista. Y la izquierda nacionalista no ha sabido jugar con ese elemento, si exceptuamos, quizá, el discurso independentista de Cubillo y la elaboración del relato acerca de lo guanche. CC que venía de la tradición de las agrupaciones independientes de Canarias, sí ha sabido jugar con ese elemento, aunque rebajándolo de contenido hasta su desnaturalización. Usando los sentimientos para hacer romerías y nada más. Desde finales de los setenta Manuel Alemán nos dio claves importantes en su trabajo Psicología del Hombre Canario, y creo que demasiado pronto nos olvidamos de lo que allí se decía. Una interpretación muy influenciada por el marxismo, nos aportó elementos de análisis necesario pero nos distrajo de otros, en su afán de convertir la razón en la sacrosanta forma de pensar el mundo, dejando de lado los aspectos subjetivos y psicológicos. Hay que volver a ellos. Porque la nación se siente y no sólo se explica. Escribió Manuel Alemán que hay algunos factores que neblinan la identidad nacional, y entre ellos destacó: “La interpretación falseada de nuestra historia, el peso de las culturas impuestas, la domesticación de las ideologías, y la infravaloración del modo de ser canario”. Y nos advirtió que “la conciencia canaria no es una mera comprensión racional de lo canario” sino que aquella “impregna las instancias de la emoción, moviliza las zonas del sentimiento”. Sin sentimiento de canariedad no existe la identidad canaria, nos dijo. Hay que trabajar ese terreno, hay que trabajar esto sin caer en el folclorismo de volver al pastor y a la entrevista de los viejos, reduciendo todo al mundo de lo rural, cuando hace ya medio siglo que Canarias es un mundo urbano. Fanon escribió en Los condenados de la tierra que: “La cultura nacional no es el folklore donde un populismo abstracto ha creído descubrir la verdad del pueblo. No es esa masa sedimentada de gestos puros, es decir, cada vez menos atribuibles a la realidad presente del pueblo” sino que: “La cultura nacional es el conjunto de esfuerzos hechos por un pueblo en el plano del pensamiento para describir, justificar y cantar la acción a través de la cual el pueblo se ha constituido y mantenido”. La cultura nacional debe servir para organizar al pueblo y caminar hacia delante, hacia la liberación, no puede ser la celebración de los valores del tradicionalismo y la recreación en bucle permanente de lo que fue el pueblo en el pasado, sin atender a lo que es en el presente.
Pero ahora centrémonos en lo que hemos venido hacer esta noche aquí, que es hablar de las líneas maestras del libro que presentamos.
La fundación de Iniciativa por La Orotava a mitad de la década de los años 90 tuvo una doble significación. Por un lado, era el intento de rescatar los restos del naufragio ICAN. La dirección de ICAN había entregado su militancia, recursos e historia a la derecha en Tenerife, y representó el segundo gran batacazo después de la Unión del Pueblo Canario, en el intento de crear una organización nacionalista de izquierda en el Archipiélago. Aquella sucia jugada de los jefes de ICAN volvió a dejar huérfano ese espacio político. Por otra parte, la aparición de IPO sirvió como asidero para la esperanza, no solo de la gente de La Orotava y del valle, sino del conjunto de la isla. La Orotava se convirtió así en el centro de la referencia soberanista, ecologista y democrática en un momento en que el auge de CC hacía presagiar un difícil y duro camino para organizar algo a nivel global, que fuese una alternativa consecuentemente nacionalista para el conjunto del país. En la década de la impostura IPO logró mantener el tipo.
La Orotava se convirtió en un laboratorio para experimentar nuevas formas de hacer política. Como queda recogido y perfectamente explicado en el libro, la tradición de la que bebe Iniciativa por la Orotava se enmarcaba en la corriente política del nacionalismo de izquierdas. La militancia de IPO no era nueva cuando fundaron la organización, sino que ya tenían acumulado un amplio trabajo político y sindical. Por ello nunca estuvieron entrampados en el complejo de Adán, como sí le pasó en aquel momento a los miembros de LVC, y en décadas posteriores a la gente que se acercó a la política con la ola de Podemos.
Ese bagaje histórico de la militancia de la izquierda nacionalista en La Orotava, les hacía ser firmes partidarios de la búsqueda de espacios de unidad de la izquierda a nivel municipal. En general, la trayectoria de IPO está jalonada de intentos consecutivos en la apuesta por la confluencia, algunos exitosos y otros no, para enfrentar la hegemonía de ATI en el municipio, y en la isla. Otros grupos deberán hacer este esfuerzo de explicación de su historia, para poder poner en perspectiva, con la voz de todos, cómo han sido las cosas en este terreno de la unidad lograda o frustrada. Ese intento generoso, excesivamente desde mi punto de vista, lo pagaron caro cuando a comienzos de la década del siglo XXI tuvieron que lidiar con una marca en boga, que entonces representaban Los Verdes de Canarias, los cuales no tenían militancia, ni estudio serio de la realidad Canaria, y un bagaje de tradición y de trabajo político igual a cero, con la excepción de uno o dos miembros de ese partido, pero que, sin embargo, representaban una tendencia política que en sí misma era capaz de arrastrar un bloque importante de votantes, para construir y ensanchar la base del municipalismo asambleario y de izquierda. Pero claro, no estaba ni está escrito cómo lidiar con una marca en la arena de la política. Una marca dirigida por dos o tres personajes rarísimos, con comportamientos políticos completamente individualistas, y desnortados (¡aquí en el norte!), que creían que sólo con la posesión del nombre Verdes era suficiente para dar el salto a la política de verdad. La generosidad de IPO dando entrada a personas de Los Verdes para ocupar puestos de salida en las elecciones municipales de 2003, se volvió contra IPO con la pelotera posterior que montaron los “amigos verdes” y que podrán leer con detalle en esta obra.
Creo que es una lección para el presente y para el futuro, el hecho de que no siempre se puede ser excesivamente generoso, sobre todo cuando la contraparte no aporta más que un eslogan, o a lo sumo una corriente de pensamiento difusa e inorgánica. También puede ser un error cuando en aras de la unidad se descuida la letra pequeña de los contratos, porque las grandes ideas nos confunden y pueden no dejarnos ver que en el mundo de la izquierda existen muchos trepas y vividores, a los que erróneamente no les hemos prestado en ocasiones la suficiente atención.
Sería tentador transpolar el ejemplo a Podemos, aunque me parece que hay algunas diferencias importantes, de las que brevemente destaco el hecho de que Podemos surge de un impulso inusitado en grande medios de comunicación de masa, fundamentalmente televisiones privadas, y sin las cuales hubiese sido imposible entender el nacimiento y consolidación de dicha marca en tan breve espacio de tiempo. Por otra parte, el hecho de que esa organización naciese en Madrid, y que nuestra opinión pública esté completamente colonizada por los grandes medios de comunicación que emiten desde la capital, favoreció su pronta recepción en las islas. Nosotros tenemos una tendencia fácil para reproducir e imitar los discursos emitidos desde el centro, a consecuencia de nuestra tara colonial. Esos dos hechos invalidan hacer una comparación mimética, aunque en muchos municipios sigue siendo cierto a día de hoy, que hay que lidiar con el problema de cómo afrontar negociaciones con una marca que no tiene sustancia, trabajo de base. El libro que estamos presentando hoy aquí plantea algunos de los problemas con los que se enfrentó la política de la izquierda nacionalista en Canarias.
Fue un acierto de los que escribieron este trabajo haber introducido los cuadros estadísticos, sobre los resultados electores por barrios, para podernos hacer una idea de cómo es la relación de fuerzas en el municipio y cómo se distribuye. Esto pone más en valor el trabajo de las gentes de IPO, por lo difícil que lo tuvieron para abrir brecha en lugares de atraso cultural y político, sometido al caciquismo tradicional del norte de la isla. Ese trabajo encomiable que se hace pateando los barrios y el pueblo, que es duro y muchas veces desagradecido, y que las marcas snob por supuesto nunca hacen, pero que una organización que quiere construir el país, que tiene un discurso y una práctica nacionalista, debe acometer, para comprender como piensa nuestra comunidad nacional, y para caminar con todas, como debió decir el subcomandante Marcos en alguna ocasión, al que cito brevemente ahora, (porque el EZLN sólo nació dos años antes que IPO, y su influjo nos afectó a todos en esos años) , porque también aquí, en La Orotava, las gentes de IPO, metafóricamente, levantaron la guerra “que nos dio el privilegio de llegar a oídos y corazones atentos y generosos en geografías cercanas y alejadas…(y) conseguimos entonces la mirada del otro, su oído, su corazón”. Eso solo podía ser el resultado de caminar hacia lo profundo del pueblo, para arrebatarle desde ahí la hegemonía a la derecha insularista, luego transmutada en “nacionalista”-insularista. En esa andamos aún. ¡La oligarquía chicharrera tiene mucho rejo!
El programa de IPO recogía lo fundamental del programa de la izquierda nacionalista de los años anteriores, no podía ser de otra forma, porque IPO nacía de ese mundo y estaba empeñado en mantenerlo, ahora en peores condiciones, casi de soledad en esta Isla, y por eso es de agradecerle ese esfuerzo de cruzar el desierto para mantener las ideas y las prácticas a salvo del torrente neoliberal, y falsamente cosmopolita que hemos tenido que soportar hasta hoy. Digo ese fue, y sigue siendo, el programa de la izquierda ecologista y soberanista de las islas. Es un programa que todavía requiere ser desarrollado en la práctica de gobierno, si queremos construir el espacio insular como un lugar amable para el conjunto de la ciudadanía. El programa de IPO recogía ya entonces la lucha contra la corrupción, la defensa de los de abajo, la soberanía y su desarrollo en todos los niveles de la vida, y el ecologismo político, el cual incluía lógicamente la defensa del patrimonio histórico y natural. Por eso se explica que IPO estuviese interesada, y comprometida algunas veces, cuando el tiempo y las condiciones lo permitían, en la construcción de una organización de ámbito canario, como ocurrió con el nacimiento de APC, hecho que le granjeó quebraderos de cabeza con los verdes, tan ni de derechas ni de izquierda ni de aquí ni de allá, que al final desaparecieron de manera natural, absorbidos por una ecología política que no supieron leer. O también su relación amable y complementaria con Sí se puede, organización que había surgido del ciclo de luchas medioambientales de comienzos del siglo XXI.
En el plano internacional mantuvo coherencia con los principios ideológicos que animaban el internacionalismo históricos en nuestro país, y así estuvo en primera línea la defensa de la autodeterminación para el Sáhara Occidental, el apoyo a la lucha del pueblo palestino, y en tantas otras en donde los pueblos del mundo luchaban contra el imperialismo y el neocolonialismo.
IPO además de ser un agente destacado en la política municipal fue y es una organización que ha participado en el desarrollo de los movimientos sociales habidos en el valle y en la isla. En las movidas ecologistas de la década pasada y contra las destrozos al patrimonio producidos por la orgía urbanística para los que fue creada CC, como correa de transmisión de esos intereses.
No voy a nombrar la cantidad de luchas y propuestas llevadas por IPO, ya tienen el libro para hacer un seguimiento, pero sí reseñar que todas ellas están comprometidas con los ejes centrales de su programa, que hoy sigue siendo pertinente para construir la nación que queremos. Un lugar en el que podamos decidir sobre las cuestiones fundamentales que atañen a nuestras vidas.
No quiero terminar sin felicitar a las personas que han estado comprometidas con este proyecto durante tanto tiempo, que ha crecido más allá de la simple organización política, para insertarse en lo social y cultural, y muestra de ello es este espacio de La Casa, lugar de encuentro de tantas ideas y proyectos, que ha transcendido a la propia IPO.
Muchas gracias.