La influencia inglesa en Canarias ha sido siempre enorme. Las actividades capitalistas fueron introducidas en las islas por capital británico cuando España era todavía un país feudal. Los vinos de los siglos XVII y XVIII y todo el comercio del XIX se realizaba básicamente con Inglaterra y en libras esterlinas. Los plátanos, símbolo de la identidad canaria, los plantaron los ingleses o se pudieron plantar pidiendo prestado dinero a estos. Las primeras casas de empréstitos las establecieron los británicos en los alrededores del Puerto de la Luz y de Las Palmas y de Santa Cruz de Tenerife. La emblemática compañía eléctrica de Canarias durante mucho tiempo fue la UNELCO (Union Electric Company) hasta que Endesa la incorporó entre sus activos. El Puerto de La Luz, principal puerto canario, era un hervidero de barcos ingleses.
Alonso Quesada tiene una buena parte de su obra ocupada en recordarnos la britanización de las islas. En Las inquietudes del Hall (1922) escribe: "El Hall de aquel Hotel era, ciertamente, el único hall legítimo de la isla. Todos los demás simulaban halles más o menos ingleses, pero no tenían la imperturbable blancura esmerilada de aquel Hall. Era un Hall quizá como el de los grandes hoteles de Londres; bastante más reducido, pero de sustancia nacional idéntica".
El dramaturgo valenciano Joaquín Dicenta visitó Las Palmas en septiembre de 1902. A raíz de su estancia escribió en El Imparcial de Canarias un artículo que tituló Canary Island: “Las Palmas parece más (...) por sus condiciones, aspecto y modo de vivir, colonia inglesa que provincia española. Las tiendas, los almacenes y casas de Banca se anuncian casi todas ellas en inglés, y en inglés idioma están escritos, desde los membretes y timbres que se estampan sobre el papel para realizar operaciones comerciales, hasta los avisos y las cuentas de los hoteles, cuentas que, dicho sea de paso, se cobran en libras y chelines (...) La taberna se llama bar, la bebida favorita es el whisky, se almuerza a las nueve, se toma el lunch a la una y se come a las seis”.
Federico García Sanchiz, secretario del gobernador civil en Santa Cruz, dejó pasajes muy clarificadores al respecto en su libro Nuevo descubrimiento de las Islas Canarias (1910). "Apenas hay en Canarias un letrero que no se lea en castellano y en inglés, si no lo pintaron en inglés solamente... Estas dos palabras que los peluqueros popularizan en la redondez de la tijera (sic), English spoken, en las islas nos detienen ante todos los escaparates, suspensas en medio de un magnífico cristal".
Los historiadores actuales de la economía tienen pasajes, artículos y libros en los que se analiza con detalle nuestra época de las Canary Island. Hay un viejo dicho chicharrero que decía: “Los dos grandes errores cometidos en Tenerife fueron no dejar entrar a Nelson y dejar salir a Franco”.
Visita Alfonso XIII a Santa Cruz de Tenerife. 1906. |
La relación histórica entre Gran Bretaña y las islas sigue siendo primordial. Nuestros primeros turistas eran ingleses, y hoy los ingleses vienen por millones todos los años. No nos envían lo mejorcito, cierto, pero ya sabemos que en la viña del señor hay de todo. Ingleses, escoceses, galeses e irlandeses vienen a achicharrarse bajo el sol en nuestras playas. Algunas veces se desatan batallas campales entre ellos a las afueras de los bares en los sures de la isla. Lo cierto es que la relación económica entre Canarias y Gran Bretaña no ha hecho sino aumentar a lo largo del tiempo. Desde que el británico Thomas Cook inventase el turismo moderno hasta la quiebra de la compañía en 2019, este turoperador era el principal agente del turismo en Canarias.
La impronta del turismo de masas ha sido brutal en todos los órdenes. Nos ayudó a salir del subdesarrollo, pero también ha consumido el territorio y los recursos a una velocidad endemoniada. Trajo influencias musicales y estéticas que impactaron en nuestra juventud. El antropólogo Pablo Estévez nos relata alguna de ellas en "Hardcore vibes" más allá de la civilización de los hombres atlánticos inteligentes.
En el imaginario de los canarios está el choni desde hace décadas asociado a los británicos y por extensión a los demás guiris que nos visitan, y para los británicos su estancia entre nosotros está asociada a los derechos de ocio y vacaciones que su clase obrera ganó con el desarrollo del estado de bienestar de postguerra. Los ingleses de clases altas estigmatizan a Canarias como el lugar al que va su chusma de vacaciones. Hay una escena en la serie This England, del director Michael Winterbottom, en la que esta idea queda muy clara. Kenneth Branagh, interpretando a Boris Johnson, está escuchando que en las noticias le critican por haberse ido de luna de miel a una isla del caribe. El comentario que hace el Premier a su mujer es: ¿qué esperan que haga? ¿qué coja un vuelo chater a Tenerife?
La zona lleva el nombre de Muelle Canario porque ese era el puerto londinense al que llegaban las frutas de Canarias, principalmente el plátano. Los puertos londinenses de entonces estaban divididos entre los puertos de las Indias Orientales, y los de las Indias Occidentales. El Muelle Canario estaba entre estos últimos. En el siglo XIX y buena parte del XX era el principal puerto comercial del mundo, insertado en el mismísimo río Támesis, en una península que se llamaba la Isla de los Perros.
Isles of dogs. London. 1899. |
En 1937 una de las zonas del West Indian Dock pasó a llamarse Canary Wharf, tras las gestiones que realizó la naviera Fred Olsen para que sus barcos tuvieran una zona de atraque permanente y unos almacenes asociados a ella. A principios de los años setenta, el comercio frutero entre Canarias y Gran Bretaña había prácticamente cesado, y toda la fruta de las islas iba con destino al mercado español de la península. Y en la década siguiente, los muelles londinenses entraron en una crisis profunda que venía gestándose desde principios de los años sesenta. La zona quedó convertida en un área deprimida sin apenas actividad.
Con la llegada de los tories al 10 de Downing Street se impulsó una reconversión de toda el área. El gobierno conservador apostó por tener una demarcación financiera sobre la que pudiera tener control, dado que la tradicional zona financiera londinense, la City, funciona con leyes propias y de manera autónoma respecto del poder político.
Los muelles de las indias orientales y occidentales fueron demolidos y sus terrenos sacados al mercado. Todo el área pasó a denominarse el Canary Wharf. De alguna manera, que no estamos en condiciones de precisar, el recuerdo de las relaciones entre Gran Bretaña y las Islas Canarias quedó recogido y proyectado en uno de los principales centros financieros del mundo. No hay inglés que no conozca nuestras islas, lo que no está tan claro es si existen muchos canarios que sepan exactamente qué ha significado Gran Bretaña para nuestras islas.
En el Canary Wharf se han establecido los principales bancos del mundo, así como empresas de alto nivel. Viven en torno a ochenta mil personas, y trabajan 120.000. Todo allí es lujo. Estaciones de metro, tren y centros comerciales con multitud de tiendas para gente de alto poder adquisitivo. El entorno del río es un espacio para el esparcimiento y los edificios potencian una apariencia de poder que brilla más por las noches. Existe un aeropuerto muy cerca que permite tener conectados por avión a todos esos financieros internacionales que pasan la mitad de su vida volando y la otra mitad saqueando el mundo.
Canary Wharf Group es el desarrollador del proyecto de regeneración urbana más grande de Europa. El grupo pertenece a fondos de capitales canadienses y cataríes, y está en el vértice del poder mundial, conectado íntimamente con los lugares y entidades más grandes del capitalismo global. Este pequeño Manhattan en el corazón de Londres le dio un reconocimiento simbólico a las Islas Canarias que jamás España le ha brindado.