El colonialismo es una droga dura



Cuando tu cuerpo es atrapado en una adicción con drogas como el fentanilo o la heroína quedas destruido de manera irremediable. Es posible salir de ello, pero tiene que haber un tesón, un compromiso y una determinación que muchas veces no es fácil conseguir. 

Una vez que se ha inoculado esa sustancia tóxica en tu cuerpo, ya eres incapaz de pensar por ti mismo y te conviertes en un zombie que vaga por la vida.


Así también el colonialismo no te deja pensar el mundo con claridad, sino que, como decía el psicólogo Manuel Aleman, neblina tu mirada y atrofia tus razonamientos.


Los pueblos colonizados se desenvuelven como esos adictos por las calles de Filadelfia, doblados, parados, sin saber exactamente qué dirección tomar, si es que están todavía con fuerzas para tomar alguna dirección.


El colonialismo ha introducido nuestros modelos productivos sin darnos ocasión a poder decidir si estamos conformes o no. Atropelló nuestra historia con los sistemas de plantación y monocultivo, hasta este último momento de implantación de una industria turística completamente demoledora, como ningún otro sector productivo demuele. El turismo destruye el mundo a una velocidad creciente. Y a nosotros, pueblo de larga estirpe colonial, nos tiene atrapado en una red de la que no podemos zafarnos. 


El colonialismo opera en una doble vertiente, en la política que todos vemos, y en la psicológica, construyendo una mentalidad de pueblo colonizado, más difícil de determinar y de reconocer. 


Hay sociedades que se libraron del primero de ellos, pero que no han podido librarse del segundo, quizás solamente China sea la excepción que confirma la regla. En el resto, el neocolonialismo y la colonialidad del poder siguen imperando con fuerza soberana. 


Los canarios no nos hemos librado ni del primero ni del segundo. La autonomía política concedida en 1982 fue una oportunidad perdida para impulsar al menos la descolonización psicológica del pueblo, aunque se mantuviesen las estructuras de sujeción política al Estado colonial, pero nada de esto ocurrió. Los administradores del poder político en Canarias, a pesar de gozar de una amplia autonomía en algunos marcos, no han construido los fundamentos para descolonizar nuestras mentes, y el fracaso más evidente es el del sistema educativo y cultural en las islas. La educación universal, gratuita y obligatoria no ha servido para liberar nuestras mentes colonizadas, sino para producir un conocimiento alienante, y una reproducción del conocimiento bien alejada de los intereses materiales, históricos y presentes del pueblo isleño.


No hay evidencia más concluyente de esto que escuchar a jóvenes desorientados y maltratados por un capitalismo depredador, colocar sus esperanzas en las rancias fuerzas de la derecha y la extrema derecha españolista. La desesperación de sus condiciones materiales y su alienación mental los lleva a fortalecer a su principal enemigo de clase, tal y como está quedando demostrado allá donde gobiernan estos nuevos fascistas energúmenos como Trump, Meloni o Milei, cuyas políticas económicas tienen como objetivo principal la desposesión material de las clases populares, que paradójicamente los llevó al poder.


Este horripilante ciclo histórico, si no nos conduce a una tercera y definitiva guerra mundial, visto los líderes del mundo que manejan el potencial indescriptible de destrucción, pasará, y el péndulo girará en otra dirección, pero los pueblos que no se hayan desalineado de su estructura psicológica colonizada, seguirán manejándose por la historia como los adictos al fentanilo por las calles de Filadelfia.

El colonialismo es una droga dura

Cuando tu cuerpo es atrapado en una adicción con drogas como el fentanilo o la heroína quedas destruido de manera irremediable. Es posible s...